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Para Leo los festejos son con goles

El delantero, de 28 años, cumple 500 partidos como azulgrana y celebra su diana número 425

Jordi Quixano
Messi, en el momento de marcar su gol.
Messi, en el momento de marcar su gol. David Ramos (Getty Images)

En el calentamiento recordó al Maradona que bailaba al son de las notas del Live is life del grupo Opus en el viejo estadio de San Paolo, entonces en la ida de la final de la UEFA de 1989 entre el Nápoles y el Stuttgart. No es que Messi se marcara unos pasos sobre el césped como El Pelusa, pero sí que calentó con una intensidad similar, más pendiente del balón que de otra cosa. Control imposible, toquecito de rodilla y golpeo de volea para Alves, su compañero inseparable en los calentamientos. Y así una retahíla de juegos con la pelota que hacían sospechar que utiliza pegamento o hilos para gobernarla. Después, ya contra el Betis, prosiguió con su fútbol, con su juego de magia. Era su noche porque cumplía 500 partidos de azulgrana —353 triunfos, 94 empates y 53 derrotas— para entrar en el grupo selecto formado por Xavi (768), Puyol (593), Iniesta (567), Migueli (549) y Valdés (535).

Sinceramente, no sé si es penalti o no” Leo Messi

Aunque nada más empezar el partido, Leo miró a su rodilla al tiempo que torcía el gesto. Incluso se acercó al banquillo para pedir algo. Un suspense que duró poco en el tiempo pero mucho para los aficionados del Camp Nou que se percataron, finalmente resuelto por el utilero Jordi Durán, que apareció con un par de botas nuevo. Y, cuando se cambió los neumáticos, Messi recuperó la verticalidad, también el golpeo porque avisó con un lanzamiento de falta que pasó cerca del poste. Después, ejecutó un preciso cambio de orientación para un Luis Suárez que centró a Neymar, que falló en el remate.

No era la noche del brasileño, enfrentado al mundo y sobre todo a Molinero, al que pareció soltarle un manotazo después de que el primero le hiciera la zancadilla. En ninguna de las acciones estaba el balón en juego y bien pudo el colegiado expulsar al 11. Pero no lo vio como tampoco el penalti que señaló sobre Messi cuando Adán despejó limpiamente un balón colgado al área, por más que le diera un topetazo con el cuerpo a la cara de Leo. “Yo no lo veo venir. Mi intención era pararla con el pecho... Pero sinceramente no sé si lo es o no”, dijo el argentino. “No tiene explicación y tampoco nos la ha dado el árbitro”, se lamentó el portero. Y abundó el técnico Pepe Mel: “He jugado de delantero toda mi vida y ojalá me hubieran pitado un penalti así”.

Unos números inigualables

Tan fuerte fue el choque que Messi se quedó en el suelo con el médico al tiempo que Neymar lanzaba la pena máxima de la peor de las maneras; se resbaló y golpeó el esférico con la derecha y después la tocó de refilón con la bota izquierda —debió ser anulado por irregular— y se estrelló en el palo, finalmente metido a gol por Westermann tras una falta de Rakitic que tampoco apreció el trencilla. Se repuso más tarde Neymar porque centró raso a la llegada de Messi, que estiró la pierna derecha y festejó su gol 425 como azulgrana (sale a 0,85 dianas por encuentro). Cifras estratosféricas de La Pulga, que también acumula 160 asistencias, además de cuatro Balones de Oro —a la vuelta de la esquina recibirá el quinto a sus 28 años— y 26 títulos. “Hace las cosas difíciles con naturalidad, es joven, tiene una regularidad especular, en todos los partidos es determinante...”, enumeró Iniesta. “Es un placer verle jugar”, abundó Mel.

Pudo hacer más goles el 10, como en esa falta que Adán despejó con las uñas o la que escupió el larguero, o como ese disparo que Pezzela desvió a tiempo con la pierna. Anoche era un partido especial para Leo, pero hace tiempo que convirtió en rutina lo increíble.

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