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Djokovic embiste a Nadal

El número uno eleva en Doha su primer título de 2016, el 60º de su carrera, con un recital técnico ante el balear (6-1 y 6-2), al que ya supera en el enfrentamiento particular: 24-23

Alejandro Ciriza
Nadal se lamenta durante la final en Doha.
Nadal se lamenta durante la final en Doha.EFE

Si quien extrae la conclusión es el protagonista, la propia víctima, y si quien lo dice lo expresa de forma tan clara como lo hizo Rafael Nadal, poco más se puede añadir. La realidad es clara y cruda, tal que así: “El análisis de hoy es fácil. He jugado contra un rival que lo ha hecho todo perfecto. Nunca vi jugar a nadie así. Desde que conozco este deporte, nunca vi a nadie jugar al tenis a este nivel. Puedo hacer algunas cosas mejor, pero la realidad es que en estas condiciones probablemente sea imposible jugar contra él”.

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A una semana para el Abierto de Australia, la vida sigue igual. Es decir, pese a la regeneración progresiva de Nadal, la brecha con Novak Djokovic sigue siendo aún muy grande. El serbio, que firmó un 2015 hiperbólico, en el que solo cedió seis partidos, arrancó esta nueva temporada con una embestida taurina. Para empezar, primer título del curso en Doha (ATP 250) y otra demostración más de que su apetito sigue intacto. Nole saldó la final frente al de Manacor con un categórico 6-1 y 6-2, en una hora y 13 minutos. El de Belgrado dio otro golpe sobre la mesa para reafirmar que hoy día sigue rompiendo la cinta de la meta él... y después, lejos, a varios cuerpos de distancia, va cruzando la línea el resto, con la cabeza gacha y una mueca de resignación.

Con Djokovic, salvo rarísima excepción, la cosa funciona más o menos así: él sale a la pista despacito, parsimonioso, como quien va a comprar el pan y el periódico, y el de enfrente, cuando aún está flexionando las rodillas para ejecutar el resto, se encuentra de golpe y porrazo suspendido en el aire y zarandeado, maltratado por el tornado serbio. Algo parecido le ocurrió esta vez a Nadal, que en un tris ya iba 3-0 abajo y después, en la hora escasa que se prolongó el encuentro con el dictador del circuito, remó y remó en balde, consciente de que hiciera lo que hiciera no iba a poder alterar el desenlace de la tarde.

Djokovic, en su banquillo, tras vencer en la final.
Djokovic, en su banquillo, tras vencer en la final.KARIM JAAFAR (AFP)

Djokovic, 28 años, gobierna con puño de hierro. Elevó el 60º título de su carrera y con este último triunfo desniveló la balanza con Nadal a su favor; ahora, Nole domina los cruces con el de Manacor por 24-23, cuando un año atrás iba claramente a remolque (19-23). Quienes se cuestionaban al cierre de 2015 si el número uno conservaría el mismo hambre del año pasado, obtuvieron este sábado la respuesta. Sí, Nadal está mejor, mucho mejor que hace unos meses; el balear ha remozado su juego y se acerca poco a poco hacia las posiciones de privilegio, a la zona de confort de Roger Federer o Andy Murray. Sin embargo, entre todos ellos y Djokovic hay un trecho enorme.

En Doha, el serbio no solo demostró que sigue por los mismos lares, sino que proyectó otro mensaje intimidatorio, la sensación de que si el ejercicio pasado era fuerte, fortísimo, apunta ahora a dar un nuevo tirón, a ser mejor. Contra Nadal, los números hablan por sí solos. Nole estuvo sobresaliente en todas las facetas del juego: servicio (79% de puntos ganados con primeros y 73% con segundos, por un 48% y 44% del español), pegada (30 ganadores frente a nueve), ataque y defensa. Ofreció un recital técnico con la derecha y el revés y tan solo concedió una opción de rotura a Nadal, en el juego de inicio.

Nole proyectó la sensación de que si el año pasado era fuerte, fortísimo, apunta ahora a dar un nuevo tirón

Liquidó el primer parcial en 31 minutos y en el segundo quebró el saque de Nadal a la primera. Luego, otra vez, para 4-1. ¡Zas! El español se autogolpeó en la frente tras fallar una bola sencilla, con el orgullo herido. Desde el otro lado, el grito rabioso y hambriento de Djokovic, al que ya no solo le vale con ganar: si puede hacer sangre, la hace. Desde la grada, el técnico del Bayern, Pep Guardiola, y algunos pupilos suyos como Robert Lewandowski, Mario Götze o Frank Ribéry daban buena cuenta de cómo se las gasta el de Belgrado. Un campeón voraz que no tiene ninguna intención de aflojar el ritmo, sino todo lo contrario.

"Él es hoy mejor que yo. Tendré que esperar mi momento, porque las oportunidades van a venir. Si uno piensa únicamente en una persona deja de ser feliz. Las obsesiones son malas en la vida. El único camino es el que marco yo”, concluyó Nadal. Sin embargo, no hay indicios de que a corto plazo alguien vaya a dar con el antídoto. Triunfo a triunfo, Nole llama a las puertas de la historia.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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