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La Real asedia al Deportivo

El equipo guipuzcoano multiplica sus ocasiones de gol, pero no pasa del empate

Juanfran conduce el balón ante Pardo.
Juanfran conduce el balón ante Pardo.Juan Herrero (EFE)

La justicia o la injusticia en el fútbol se mide con distintas balanzas. Si se mide por oportunidades de gol, el resultado fue una sentencia injusta contra la Real Sociedad, recurrible ante cualquier tribunal superior: no es fácil construir 10 ocasiones que no llegaron a la red por la magnífica actuación del portero Germán Lux (cinco de eso que se llamaban paradones), por los largueros que se sostienen sobre los postes (dos veces) o por el infortunio de los jugadores (tres). 10 ocasiones realistas por tres del Deportivo, todas ellas resueltas con agilidad por Gerónimo Rulli. Y sin embargo, los goles llegaron por accidentes.

El del Deportivo por una sucesión de errores de los defensores de la Real, que anudaron tres pases consecutivos horrorosos hacia su portería hasta que el balón cayó a los pies de Luis Alberto, que no esperaba regalo alguno. El accidente del Deportivo llegó cuando Víctor Sánchez decidió retirar a Luisinho e incluir a Jonás Gutiérrez. Un minuto después, el argentino, a sus 32 años, con más conchas que un galápago, cometió un penalti absurdo sobre Xabi Prieto en un balón perdido. El derribado lo transformó con su habitual sutileza.

R. SOCIEDAD, 1 - DEPORTIVO, 1

Real Sociedad: Rulli; Carlos Martínez, Elustondo, Íñigo Martínez, Yuri (Héctor, m. 71); Bergara, Rubén Pardo (Illarramendi, m. 63); Vela, Xabi Prieto (Oyarzabal, m. 87), Bruma; y Jonathas. No utilizados: Olazabal, Mikel González, Zaldua y De la Bella.

Deportivo: Lux; Laure, Lopo, Sidnei, Fernando Navarro; Juanfran, Bergantiños, Mosquera, Luisinho (Jonás, m. 72), Luis Alberto (Fayçal, m. 82) y Lucas Pérez. No utilizados: Manu Fernández, Manuel Pablo, Cani, Jonathan y Rober.

Goles: 0-1. M. 13. Luis Alberto. 1-1. M. 74. Xabi Prieto, de penalti

Árbitro: Martínez Munuera. Amonestó a Jonathas, Lopo, Mosquera y Jonás.

16.783 espectadores en Anoeta.

Si la justicia se mide por el orden, el Deportivo podrá alegar su férrea organización, algo muy valorado en el fútbol moderno, aunque eso le supusiera verse agobiado, encerrado, acogotado. Con las líneas muy juntas creyó que podía frenar las acometidas de la Real, propulsada por el juego genial de Bruma y Carlos Vela desde los costados. Parece poco argumento para defender la justicia o la injusticia de un empate que no satisfizo a nadie.

Si se apela al juego, la Real puede sentirse agraviada por los designios del balón. La Real fue intensa, constante e imaginativa. Le sostenía defensivamente Markel Bergara frenando las salidas del Deportivo, y le animaba la movilidad frenética de Bruma y Vela, el primero con su zigzagueo habitual, el segundo con sus diagonales envenenadas. Cada centro de cualquiera de ellos era una ocasión de gol. Solo Germán Lux parecía capaz de evitar aquella tormenta Tres veces acabó el balón en sus redes, pero ninguna fue valida, por sendos fueras de juego; una de ellas, de Jonathas, era perfectamente legal.

Pudo el Deportivo matar el partido con una volea espectacular de Luis Alberto que Rulli, envidioso por la actuación de su compatriota, desvió por encima del larguero. Y entonces llegó la tormenta. La Real encerró al rival sometiéndole a un bombardeo constante. Olía a gol en Anoeta y en todo San Sebastián. Y sin embargo, tuvo que ser una acción infantil del veterano Jonás la que lo propiciase con su insulso penalti. No fue un agarrón exagerado, pero hubo agarrón. El cuarto de hora final fue un martirio para el conjunto gallego. Podría decir que Lux sufrió un asedio en toda regla. Los centros de la Real encontrraban a dos o tres jugadores delante del argentino. Prieto se contuvo delante de Lux y malgastó una ocasión fantástica, Jonathas cabeceó al larguero, Oyarzabal lanzó un zurdazo que hizo temblar otra vez el castigado madero. Hasta el último segundo buscó la Real el gol con una jugada increíble: un centro maravilloso de Carlos Martínez dejó solos a Vela y Bergara a un metro de Lux. Se estorbaron y el cabezazo del mexicano se marchó fuera.

Está claro que la justicia o la injusticia solo está en manos del marcador y este no admite recursos de apelación. Es inamovible.

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