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el que apaga la luz
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La FIFA persigue el crimen

Un partido del Real Madrid de infantiles.
Un partido del Real Madrid de infantiles.

Al mito, de vuelta a casa, le han bastado dos partidos, dos goleadas, para que el madridismo declare el estado de jolgorio entre sus feligreses. Con Zidane se ha obrado el milagro. Tanto es así que el club está en disposición de enterrar todas las pesadillas que le han perseguido en los últimos meses, que arrancaron con el nunca explicado despido de Ancelotti, siguieron con la salida de Casillas como si de un fugitivo se tratara y fueron haciéndose más y más insoportables con el fichaje frustrado de De Gea, la alineación indebida de Cheryshev y el despido de aquel que, decían, era la solución (no el problema) Rafa Benítez. Aderécese todo ello con el 0-4 del Barça y ahí tienen el ocre retrato del Madrid, un club en estado de descomposición, parecía.

Desde la planta noble del Bernabéu se decidió que la culpa era de la prensa, mala gente que escribe y habla, de la conspiración que no cesa, sin balbucear siquiera una leve autocrítica. Hasta que el mito se hizo presente. Un partido bastó para que las mocitas madrileñas, que dice la copla, volvieran a caminar alegres y risueñas. El entusiasmo se ha instalado de tal modo en Chamartín que ni siquiera la noticia de que el club no podrá fichar hasta el verano de 2017 por irregularidades en la contratación de menores ha alterado ese estado de ánimo. Al poco de conocerse la sanción, el entrenador salió a la palestra para declarar: “Lo de la FIFA es absurdo. La próxima semana se soluciona”. Palabra de Zidane.

El madridismo ha hecho piña contra un enemigo, la FIFA, plagado de corruptelas, amiguismos y choriceos varios. Un enemigo al que ya sufrió el Barça, que cumplió su sanción. Cuando esta se produjo, el fútbol español perdió una gran oportunidad para hacer causa común. Pero muchos prefirieron tratar al club azulgrana como a un apestado, más allá de que la reacción de este una vez avisado del castigo que iba a caerle fuera algo así como “usted no sabe con quién está hablando”. El Barça solventó el palo con un éxito apabullante, cinco títulos, y ahora les toca al Madrid y al Atlético. El club blanco fue investigado por la tramitación de licencias de 39 jugadores, de las que se consideran irregulares ocho. El conflicto está en la forma, en quién hizo la tramitación, la Federación Madrileña, órgano que, en homenaje al absurdo, la FIFA no reconoce pese a que pertenezca a la Federación Española, a la que sí reconoce.

Madrid y Atlético han sido castigados no porque hayan hecho fraude de ley, hayan incentivado la explotación de menores o provocado el desarraigo familiar. Poco desarraigo puede haber cuando dos de los irregulares son hijos de Zidane, que llevan 15 años en España. La sanción llega por la forma en que se tramitaron algunas fichas (más de 180 en el Atlético). La FIFA ha decidido ejemplificar golpeando al fútbol español en sus tres equipos grandes. Si el castigo por un defecto de forma es el que ha sido, qué no hará la FIFA cuando se encuentre con un club que actúe como una organización criminal, a su imagen y semejanza.

En estas estábamos cuando se supo que el segundo de Zidane, Bettoni, carece de título. Puede estar en el banquillo ejecutando la siempre noble tarea de “encargado del material”. Preguntado al respecto, Zidane soltó una risotada y aseguró que, en caso de ser expulsado, le sustituirá “Chendi”, por Chendo, el delegado. Tanto han cambiado las cosas en el Madrid que la nimiedad que antes se convertía en una cuestión de Estado ahora es motivo de chanza y jarana. Y para chanza y jarana, la FIFA, tan vigilante con los asuntos criminales... del prójimo.

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