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Raúl Enterríos: “La atención al fútbol es extrema”

Con 207 internacionalidades y cinco medallas a sus espaldas, el capitán de la selección de balonmano habla sobre liderazgo, el colectivo y la precariedad de un deporte maltratado en España

Alejandro Ciriza
Entrerríos lanza ante el danés Christiansen.
Entrerríos lanza ante el danés Christiansen.JANEK SKARZYNSKI (AFP)

Es de los que predica el liderazgo desde la mesura, porque entiende que la autoridad no requiere de dar voces. El respeto, dice, se gana desde la dedicación y el buen ejemplo. Y él, capitán de la selección española desde que recogiera el testigo de su hermano Alberto, hace tres años, se lo ha ganado a pulso. Desde que debutase en el Europeo 2004, el central Raúl Entrerríos (Gijón, 34 años) acumula ya 207 internacionalidades y cinco medallas con España; entre ellas, el oro mundial de 2005. Se siente un privilegiado porque es de los pocos que no ha tenido que buscarse las habichuelas fuera de España. Luce una extensa cicatriz en su mano derecha, fruto de una lesión que le fracturó el tercer metacarpiano y le impidió disputar el Mundial 2013.

Pregunta. ¿Qué le dolió más, la mano o perderse un momento tan especial?

Respuesta. Una cosa conlleva la otra. En el momento en que ves que se rompe, sabes que te vas a perder una cita única y eso me dolió en el alma. Fue muy duro de asimilar para mí, porque después de varios campeonatos fuera de casa, por fin llegaba un Mundial en las que ibas a jugar delante de tu gente y eso es algo único. Sabía que iba a ser un momento único, independientemente de lo que pasase compitiendo. Quería disfrutarlo, pero no pude palparlo desde dentro y eso duele.

P. Lleva ya 11 años en la selección. ¿Cuál es el secreto para tener esa regularidad?

R. En el balonmano hay casos de jugadores con una trayectoria larga en la selección, pero yo he tenido la suerte de tener la confianza de todos los seleccionadores que han estado al frente desde que yo debuté: desde Argilés hasta Pastor, pasando por Valero y ahora Cadenas. Debo darles las gracias a todos ellos. Para mí es un motivo de orgullo jugar tantos años en el equipo nacional.

Soy un tipo muy tranquilo. No me gustan nada las salidas de tono

P. El reconocimiento es unánime hacia usted.

R. Estoy contento porque significa que aporto cosas al equipo; no me centro solamente en un aspecto concreto del balonmano, sino que intento ayudar en todo. En el fondo, el que me llamen supone un reconocimiento a esta visión que tengo del balonmano como un todo.

P. Usted es un líder silencioso. ¿No le va eso de gritar?

R. Queda claro que soy un tipo tranquilo [risas]. No soy el típico jugador que tenga comportamientos llamativos ni dentro ni fuera de la pista. Soy una persona tranquila, a la que no le gustan nada las salidas de tono.

P. ¿Cómo han conseguido que haya tan buen rollo en este equipo?

R. Vivimos en un deporte en el que tenemos clara la idea principal, que es el colectivo. El funcionamiento del equipo depende del respeto que nos tengamos los unos con los otros y eso es algo que se ha ido transmitiendo históricamente de unos jugadores a otros. Quizá somos así por la forma que tenemos de ver este deporte. Es importante que seamos un grupo de amigos que disfruta jugando a esto.

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P. ¿El líder nace o se hace?

R. Es algo que se va haciendo con el tiempo, que se va trabajando también y que vas asumiendo. Un líder debe ser un ejemplo para todos los componentes del equipo, tanto dentro como fuera de la pista. Al final somos los representantes del grupo y debemos saber transmitir este mensaje positivo hacia al exterior. Precisamente, lo bueno que ha tenido esta selección en todos estos años es que nunca hemos dejado la responsabilidad a un solo jugador, sino que siempre se ha repartido. Todos sumamos y todos tenemos muy claro cuál es nuestro rol.

P. ¿Cuáles son sus primeros recuerdos del balonmano?

R. Los típicos de cualquier chaval. Me emocionaban los partidos de la selección en los que se jugaba las medallas. Eran campeonatos con los que vibraba y en los que tenía delante a jugadores como Garralda, Barrufet, Masip, mi hermano cuando empezaba a competir... Eran fueras de serie.

P. ¿Qué aprendió de su hermano?

R. Nuestra forma de jugar es diferente por nuestras características físicas; él es más potente y tiene mejor lanzamiento, pero los dos vemos de un modo muy similar este deporte. Por encima de todo nos consideramos jugadores de equipo y eso los valoran mucho los entrenadores. Pensamos siempre colectivamente y vamos poniendo granitos de arena en cada faceta del juego. Hemos jugado así desde pequeños. Yo le veía jugar a él así desde pequeño y asimilé esos valores. Todo viene de la educación que hemos recibido en casa.

P. ¿Le duele ver cómo está el balonmano en España?

R. Es la cuestión eterna, pero no solo para el balonmano, sino también para muchas otras disciplinas que tienen este problema. Vivimos en un país en el mediáticamente se presta una atención extrema al fútbol; ellos generan muchos recursos y lógicamente todo va para ellos, pero nosotros intentamos que se valore todo el trabajo que hemos hecho. No decimos que el fútbol no se merezca esa atención, pero las demás selecciones también trabajan muy duro para conseguir éxitos para el deporte español.

Entrerríos protege el balón ante Schmidt, de Alemania.
Entrerríos protege el balón ante Schmidt, de Alemania.JANEK SKARZYNSKI (AFP)

P. Y ahora, en un 2016 olímpico, todos nos acordamos del balonmano.

R. Es así. A lo mejor durante el año no se nos presta la suficiente atención, pero cuando llega una cita de estas características la presión es máxima para conseguir el objetivo y si no lo logramos parece que no hayamos hecho nada durante el resto del año. Es una sensación dura de asimilar para nosotros. Este equipo lleva una trayectoria en los últimos años de luchar por las medallas que no será fácil de repetir.

P. Usted es de los pocos que no ha tenido que emigrar. ¿Le hubiera gustado probar la experiencia?

R. Me hubiera gustado si no hubiera jugado en el Barcelona. Me siento muy afortunado de poder competir en mi país y en un club que ahora mismo es el mejor de Europa. Estoy en el lugar en el que quiero estar, es un club tremendo en todos los sentidos, que te da las facilidades máximas para competir y para poder vivir de este deporte, así que en ese sentido no veo la necesidad de salir fuera.

P. ¿Y cómo levantamos la Liga Asobal?

R. Hay que volver a la etapa de hace unos años, en la que había tres o cuatro equipos que aspiraban al título y otros equipos que venían por detrás eran también muy buenos. Era una liga preciosa. Parece que ha pasado mucho tiempo, pero en realidad no hace tanto. Hay que volver a ese modelo, pero va a ser un proceso largo. Ahora mismo el Barcelona tiene una diferencia importante con respecto a los otros equipos y eso nos permite ganar con solvencia, pero todos queremos que la liga sea competitiva. Hay que trabajar desde cero para poner unos cimientos sólidos y tener así un campeonato estable y atractivo.

No se nos presta atención, pero cuando llegan unos Juegos la presión es máxima

P. Dentro de lo malo, por lo menos los clubes están teniendo que apostar forzadamente por las canteras.

R. Es uno de los aspectos positivos con los que nos tenemos que conformar. El problema es que cuando esos chicos comienzan a destacar muchos optan por salir al extranjero y eso no debería ser así. Tenemos que trabajar para que eso no ocurra, de un modo mucho más profesional tanto a nivel de clubes, como de federaciones, de todo... Tenemos que intentar que la Asobal genere una masa social estable, una cantidad de público que se vuelque con el balonmano y que vaya trasladándole esa pasión a las siguientes generaciones.

P. Ha jugado con los mejores. ¿Con quién se queda?

R. Después de compartir vestuario con él, puedo decir que Nikola Karabatic es el mejor jugador de todos los tiempos; quizá antes podía tener alguna duda, porque he jugado con muchos y muy buenos, pero después de ver cómo trabaja, de cómo contribuye al éxito del equipo, es el mejor sin duda. En Francia es una súper estrella, pero no hay un jugador que procese tan bien tanta responsabilidad, que sepa llevarlo con tanta naturalidad. Es algo asombroso. Es el primero que mira por el colectivo, el primero que no tiene ni un mal gesto.

P. ¿Y qué técnico le ha aportado más?

R. He tenido entrenadores buenísimos desde que empecé como profesional, pero si me tengo que quedar con uno que me haya hecho crecer más es Juan Carlos Pastor. De todos he aprendido mucho: de Cadenas, de Valero, de Pascual... Pero con el que más encajaba por mi modo de ver este deporte era con Pastor.

P. Entonces, ¿les vemos en agosto en los Juegos?

R. Eso esperamos. Yo tengo fe, pero hay que trabajar al máximo. Si hay que competir en el preolímpico lo haremos, pero cuanto antes podamos sacar el billete, mejor que mejor.

VÍDEO: Golazo de Raúl Entrerríos durante un Barcelona-Granollers (2015).

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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