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El Celta castiga al Atlético

El conjunto gallego aprovecha los errores defensivos de un extraño cuadro rojiblanco y alcanza las semifinales de la Copa del Rey

Ladislao J. Moñino
Los jugadores del Celta celebran un gol.
Los jugadores del Celta celebran un gol.JUAN MEDINA (REUTERS)

El Celta castigó los errores defensivos de un desconocido Atlético y se clasificó con todos los merecimientos para las semifinales de la Copa. Si en Vigo ya dio muestras de su ambición, en el Calderón tampoco se arrugó. Supo aguantar los embates de su rival y le machacó en cada ocasión que pudo. Al equipo de Simeone no le van los partidos abiertos. Le exponen demasiado y le desvirtúan la gran solidez defensiva que hasta anoche le mantenía vivo en todas las competiciones. Los tres goles que recibió fueron fruto de despistes inusuales. Groseros para un equipo que ha hecho del lema de la portería a cero un acto de fe inquebrantable y primordial. La eliminación es un varapalo por la condición de favorito y la tradición copera de su historia.

El Celta venía a por el partido y la eliminatoria y se la llevó marcando tres goles, un registro que parecía imposible endosárselo al Atlético. Supo manejarse con y sin la pelota, con un futbolista como Orellana, capaz de dominar el juego desde un costado. Siempre listo para ocupar los espacios y elegir el pase más dañino.

Tenía el equipo gallego la cita en la cabeza de su entrenador. No se sabe si se tenían más ganas los entrenadores, enfrentados por el expolio de Augusto, o los jugadores, aleccionados para una batalla física sin cuartel. No hubo futbolista en el campo que no hiciera un sobreesfuerzo en la presión. El partido fue espasmódico. Jugado a los golpes del marcador que propician las eliminatorias coperas hasta que terminó roto.

El ritmo fue infernal desde el primer momento. En esa dinámica el partido fue enseñando protagonistas. El primero Saúl, dominador durante muchos minutos del inicio de un juego tan impulsivo como a veces impreciso. Se impuso Saúl por su despliegue y por zancada. Puede que aún no esté para llevar la manija del equipo, pero la continuidad de la que goza le está dando la confianza necesaria para descolgarse en ataque y lastimar al contrario. Suyas fueron dos internadas que amenazaron la portería de Rubén. Griezmann y Carrasco acompañaron bien a Saúl en esos intentos de romper la defensa del Celta, con movilidad y disparos.

Era más el partido del Atlético cuando Guidetti cazó un balón largo a un costado y rompió a Godín. La jugada terminó en un saque de esquina que castigó a los rojiblancos. Pablo Hernández se aprovechó del doble fallo de Godín y Gabi para rematar de cabeza cruzado sin oposición. La celebración de Berizzo delató esa cuenta pendiente que tiene con Simeone. Así fue en cada gol.

Solo Griezmann

Aceleró y se aceleró el Atlético necesitado ya de dos goles. Encontró respuesta al borde de la media hora en una jugada muy de Carrasco. El belga se fue de fuera hacia adentro para acomodarse un disparo potente que rechazó Rubén y empujó Griezmann. El francés sigue siendo la única garantía de gol de su equipo. Un problema que no acaba de resolver ni Simeone, ni Vietto, ni ninguno de los delanteros. Con esa carestía arriba la temporada se le puede hacer muy larga a los rojiblancos. Más cuando el sistema defensivo no cumple, como sucedió anoche. Correa, en el tiempo que jugó, se postuló como acompañante de Griezmann. Esa noria de socios del francés no acaba de consolidar el ataque rojiblanco.

Con el partido y la eliminatoria empatadas se llegó al descanso, en el que Berizzo tuvo que cambiar de portero por la lesión de Rubén. La reanudación mostró a ese Atlético extraño, frágil cuando los espacios abundan. Un pase corrido a la espalda de Godín que Guidetti estrelló contra Moyá denotó ese síntoma de que a campo abierto los de Simeone sufren. Fue el propio Guidetti, tras una pérdida entre Gabi y Saúl el que empezó a sentenciar la eliminatoria. A la carrera soltó un derechazo desde 25 metros que reventó la escuadra izquierda de Moyá. Con tres goles que remontar, Simeone tiró del efecto Correa. Nada más salir escarbó huecos por el centro y envió un potente disparo al larguero. Al poco, Pablo Hernández cabeceó también en solitario un centro desde la derecha que cerró la eliminatoria. Acababa de entrar en el campo Óliver, pero ese tercer tanto puso demasiada distancia. Peleó el Atlético con orgullo hasta el final, pero solo le sirvió para que Correa acortara distancias al final y se reivindicara como el próximo acompañante de Griezmann.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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