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Juega el Atlético, gana el Barça y se escapa en el liderato de la Liga

El conjunto azulgrana remonta el gol inicial de Koke con tantos de Messi y Suárez. El equipo rojiblanco acabó con nueve

Ramon Besa
Suárez golpea el balón para marcar ante el Atlético.
Suárez golpea el balón para marcar ante el Atlético. Manu Fernandez (AP)

Aunque ganó el Barça y la clasificación dirá que es el líder y el favorito de la Liga, no se dejará de hablar del Atlético, protagonista del Camp Nou. Jugaron bien los rojiblancos con once y con diez y hasta con nueve, especialmente organizados, admirables colectivamente, y por el contrario penalizados por acciones individuales, por la falta de control emocional de Filipe Luis y Godín, que convirtieron en una cuestión personal un encuentro que tenía muy buena pinta para el Atlético. Al Barça le redimió el remonte firmado por el tridente en circunstancias adversas y le condenó el mal juego de equipo, ya reiterativo en el Camp Nou.

El Atlético sabe cómo jugarle al Barça. No encuentra la manera, en cambio, de evitar el gol de rigor de Messi (25 en 27 partidos) ni la forma de parar a Luis Suárez, el factor decisivo para explicar las seis derrotas de Simeone ante Luis Enrique. El uruguayo rubricó un triunfo gestado en la progresión de Alves y Alba. A ratos fue un equipo eufórico, instantáneo, de jugadas y goles preciosos por la pegada de los delanteros y en muchos momentos resultó un plantel apagado, cansado y sin nervio ni fútbol, como si nunca hubiera ganado cinco títulos, pues al fin y al cabo formaron los que ganaron todos los títulos hasta Berlín.

Los últimos partidos siempre comienzan en la portería del Barça, juegue quien juegue, se ponga como se ponga el Camp Nou, lleno y coloreado, muy festivo, consciente el público de que no era un día cualquiera sino que en disputa había una parte importante de la Liga. Atacó el Atlético nada más pitar de centro Undiano Mallenco: dos saques de esquina, dos faltas, un tiro envenenado de Saúl que sacó muy bien Bravo y a los nueve minutos el gol de Koke después de un centro desde la derecha de Carrasco, habilitado por una caída de Alba: 0-1, en la Liga, como en la Copa.

A partir de un 4-4-2 muy versátil, los rojiblancos eran tan agresivos ofensivamente como contundentes en defensa, intensos y bien cerrados y, por otra parte, poco intimidados porque los azulgrana no saben salir con el balón de una presión alta y no tenían más delantero que el renqueante Neymar, nada nuevo tampoco si se atiende al guion de los partidos de invierno, por ejemplo el del miércoles contra el Athletic. Al Barça le cuesta entrar en juego cuando le enciman, impreciso e impaciente, errático y muy parado, incluso con Busquets.

No es fácil atacar al Atlético, ni siquiera para el Barcelona, cuando se le concede un gol como el de Koke. La actitud intimidatoria de la defensa rojiblanca expresó la importancia del partido para los chicos de Simeone. La respuesta azulgrana fue igualmente interesante porque progresivamente, al calor de la hinchada y aventado por sus laterales, aumentó la velocidad de la pelota desde que tomaron el mando Messi e Iniesta.

Al Atlético no le quedó más remedio que recurrir a las faltas, intimidatorias o tácticas, y recular hasta Oblak. El portero sacó un remate de gol a Suárez y nada pudo hacer después ante un tiro de Messi, que enganchó un centro precioso de Alba. El lateral recibió una bola recuperada por Mascherano, frenó en seco en un partido de vértigo y de su pausa nació el inapelable disparo del 10. El arrebato barcelonista resultó incontenible para el Atlético, que antes del descanso tomó el 2-1 y se quedó sin Filipe Luis.

El uruguayo tiró el desmarque ante un balón largo de Alves, aguantó como un púgil la entrada del central Giménez, ganó el espacio, controló el esférico y remató por debajo de las piernas de Oblak. Apretaba el Barça y gritaba a pleno pulmón el Camp Nou mientras perdía el puesto el Atlético y Felipe Luis entraba a destiempo a Messi: tarjeta roja y expulsión después de mediar la cólera de Luis Enrique. Los últimos partidos comienzan y discurren también de la misma manera: del 0-1 al 2-1.

La contienda fue cayendo de mala manera, con y sin cambios, condicionado Simeone por las expulsiones y la lesión de Augusto y desnortado Luis Enrique

La inferioridad del Atlético, recompuesto con la entrada de Gámez por Gabi, generó un encuentro distinto, más calmado, a veces dormido, sin la tensión competitiva del inicio, un territorio peligroso para el Barcelona. Así se constató en una intervención prodigiosa de Bravo con los pies a un balón de gol tocado por Griezmann después de un centro de Carrasco. La pelota quedó a pies del Atlético, del imperial Augusto y el veloz Carrasco. Los azulgrana renunciaron a la posesión y a la elaboración y se entregaron a la transición y a la contra en el mismo Camp Nou.

La contienda fue cayendo de mala manera, con y sin cambios, condicionado Simeone por las expulsiones y la lesión de Augusto y desnortado Luis Enrique. Ni con Arda y Sergi Roberto consiguieron los azulgrana cerrar el encuentro mientras el Atlético jamás renunció a una última jugada, a gusto con los retos mayúsculos, o si se quiere hasta imposibles, como se suponía el de este sábado después de la tarjeta roja que tomó Godín por una entrada a Luis Suárez. El cuerpo a cuerpo destempló al Atlético, capaz en cambio como equipo de forzar una falta lateral en el minuto 45 que sacó de punto a la hinchada del Camp Nou. Hasta Oblak se sumó al remate que acabó en manos de Bravo.

El portero y el central Piqué aguantaron entonces a un equipo pasivo, entregado a las apariciones esporádicas de Messi, sin rastro de Neymar. Una novedad en los últimos partidos, que acostumbran a acabar también con la victoria azulgrana, la octava consecutiva -26 jornadas invicto- por la fiereza de sus tres delanteros, inmortalizados desde enero pasado precisamente cuando abatieron al Atlético en el Camp Nou con un 3-1.

El disparate de Filipe Luis

Jordi Quixano

“¿Qué es esto? ¿Qué es esto?”, estalló el técnico Luis Enrique, de lo más agitado, ido hasta el punto de que entró sobre el terreno de juego para luego gritarle en la cara al cuarto árbitro. Una acción que recordó a sus tiempos de jugador, cuando en ocasiones le podía la pasión a la razón. Ocurrió, en cualquier caso, que Filipe Luis entró de forma escalofriante con los tacos por delante y a la altura de la rodilla sobre Messi, por lo que no tuvo el perdón del árbitro, que le enseñó la cartulina roja y le envió al túnel de vestuarios justo antes del entreacto. Leo, mientras, se frotaba la rodilla con la mano. Quería jugar y así lo hizo puesto que firmó su noveno gol en los últimos partidos ligueros.

Ya en el segundo tiempo, Godín también se pasó de revoluciones con una entrada peligrosa sobre Luis Suárez. Era la segunda vez que se extralimitaba y la segunda tarjeta amarilla. Dos disparates que auparon al Barcelona.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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