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La Real sigue dando con el mazo

Los dos goles de Oyarzabal y el de Jonathas acaban con la débil resistencia del Granada

Los jugador de la Real Sociedad celebran el primer gol contra el Granada.
Los jugador de la Real Sociedad celebran el primer gol contra el Granada.Javier Etxezarreta (EFE)

Estaba el partido plomizo como el mediodía, escondido entra la cortina de agua tras la que pasar, lo que se dice pasar, no pasaba nada. El Granada tocaba y perdía el balón mientras la Real perdía el balón casi sin tocarlo. Había un jugueteo en el centro del campo al que eran ajenos los delanteros centro. Jonathas y El Arabi iban de un lado a otro como náufragos del desierto sin que nadie les mirase ni el número ni a los ojos. Así pasaron 20 minutos, con la monotonía de la lluvia y con el Granada buscando una y otra y otra vez, casi siempre mal, los balones cruzados a Success y Peñaranda. Su fe en ese juego era igual de grande que la de esos jugadores que apuestan todos los años al mismo número de lotería. La Real era más difusa: Vela estaba pero no aparecía y el resto aparecía con u aire desordenado.

Y en esto se hizo la luz. La primera combinación rápida al primer toque de la Real la concluyó Xabi Prieto con un disparo que el poste escupió hacia el costado. El joven Oyarzabal dio un saltito de rabia por la mala suerte. Se lamentó y miró al costado aún con desesperación por donde llegaba Yuri a la velocidad habitual. Su centro fue recto. Oyarzabal estaba a veinte centímetros del gol, pero entre medio tenía a Foulquier, Andrés Fernández y el poste. Entre los tres entró el balón con un suave toque con el interior de su pie izquierdo. Incluso lloviendo le salió el sol a la Real pletórica desde su victoria (0-5) frente al Espanyol. Su rayo fue un muchacho que crece por encima de lo previsto cada semana, añadiendo goles a su poder desequilibrante.

El Granada siguió a lo suyo, a cruzar balones sin tino a sus dos rapidísimos exteriores. Pero había dos problemas: el último pase es la segunda asignatura pendiente (la primera es la defensa a la que ayer empeoró Ricardo Costa) y Success, su jugador franquicia, sabe jugar consigo mismo, no con los demás: cuando piensa en el resto se equivoca. A Peñaranda lo ató en corto Yuri, una lapa con idéntico poderío al del venezolano. Y cundo el Granada se proponía llegar al rincón de pensar con las dudas justas, Vela se inventó uno de sus pases con nombre, dirección y código postal, en este caso a Jonathas. Ricardo Costa no vio el elefante que volaba por el cielo y el brasileño lo empaquetó en la red. Descanso y partido concluido. La Real había hecho dos coas y había marcado dos goles. El Granada no había hecho nada y no había conseguido nada. Suele ocurrir.

Y ocurrió que en la segunda mitad apareció Vela para festejar a los aficionados que veían el partido entre las rayas de la lluvia como si fuera la carta de ajuste. Y bien que ajustó el pase el mexicano para habilitar l remate de Oyarzabal, en el enésimo despiste defensivo el Granada que al menos había conseguido obtener un remate de El Arabi y otro de Barral (su sustituto) que salvó Mikel González. Y en el colmo de los colmos, dos largueros en la misma jugada de Fran Rico y Rochina, en la prolongación. Todo ya eran detalles. Pero eran datos para la Real que suma tres victorias consecutivas y ya mira de lejos el descenso y de cerca a la Liga Europa. El baúl del fútbol es siempre misterioso.

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