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El Gran Canaria prolonga la sorpresa ante el Valencia

El equipo de Aito derrota a los naranjas, líderes en la Liga, y se jugará el pase a la final ante Bilbao Basket

Báez y Hamilton pugnan por el balón
Báez y Hamilton pugnan por el balónlavandeira jr (EFE)

La Copa de las sorpresas se tomó ayer dos sorbos en el Coliseum de A Coruña. En el segundo Gran Canaria se bebió al pujante Valencia, que tras ganarlo casi todo está fuera del torneo como hace unos días se quedó también fuera de la Eurocup. Todo en un partido que debe entenderse desde el contexto de lo sucedido unos minutos antes sobre el mismo parqué. Sucumbió el Barcelona frente a Bilbao Basket y se abrió una mayor esperanza para Valencia y Gran Canaria porque uno de los grandes favoritos ya no estaba en su camino. Y todo fluyó burbujeante, entre apagones y destellos porque sólo así se puede calificar una liza a la que se llega tras los diez primeros minutos con un 26-16 a favor de los levantinos y después de cuatro minutos del segundo cuarto un parcial de 2-21 le da la vuelta a todas las sensaciones, las que apuntaban a un dominio del líder liguero, que comenzó dominante porque supo descifrar la defensa del rival y convirtió cada ataque en una productiva acometida.

Valencia, 78; Gran Canaria, 83

Valencia: Vives (8), Hamilton (6), Sikma (8), San Emeterio (17) y Rafa Martínez (9) -quinteto titular- Stefansson, Trias, Diot (5), Sato, Lucic (6), Dubljevic (14), Shurna (5).

Gran Canaria: Newley (4), Oliver (5), Salin (7), Omic (10) y Báez (7) -quinteto titular- Pangos (10), Savané (1), Seeley (14), Pasecknis, Pauli, Rabaseda (9), Aguilar (16).

Parciales: 26-16; 16-26; 23-15; 13-26

Árbitros: García González, Pérez Pérez y Cortés. Eliminado por faltas Seeley

Coliseum de A Coruña. Unos 10.000 espectadores

Supo sufrir Gran Canaria y acabó por ajustarse porque además Valencia perdió el hilo en cuanto dio paso a la rotación. Tuvo más argumentos el banquillo de Aito, aportó Pablo Aguilar, que inició el camino de la remontada con un triple al que poco después acompañó otro de Seeley. Había encontrado el tiro Gran Canaria tras comenzar con un plan que privilegiaba las penetraciones a canasta y de pronto, de estar diez abajo, entró en el partido a golpe de muñeca. Se fue de él su rival, que llegó al descanso tras perder seis balones, pero minimizó los daños en cuanto recuperó su cinco inicial y se ancló a San Emeterio. Una canasta suya con tiro libre adicional rompió el hechizo al que estaba sometido Valencia. La gritó con rabia para levantar a los suyos. El alero internacional firmó una primera parte sin tacha, ningún error en el lanzamiento, codicioso en el rebote.

En el receso el partido era un espejo, el resultado del primer cuarto fue viceversa en el segundo. El marcador era tan igualado como ambivalentes las percepciones. Afinó tras el regreso Valencia, que para entonces ya exprimía a su cinco inicial, el mismo que le había puesto en ventaja, había reparado luego el roto del inicio del segundo cuarto y de nuevo le empujaba al comando del partido. Nueve arriba (55-46) llegó a ponerse el equipo que dirige Pedro Martínez ante un rival irredento. “¡Hay que creer!”, les gritó Oliver a sus compañeros mientras alguno se retiraba con cara mustia al banquillo. Y nunca se rindió Gran Canaria. Apretó atrás y creció desde la defensa para forzar el error del rival. Al inicio del último cuarto Valencia ya acumulaba doce pérdidas. Pangos apretó el marcador con un triple y Newley hizo aún más sangre (67-65).

El partido se abocó a un reñido desenlace. Llegó empatado a falta de poco más de cuatro minutos. Piaba el graderío canario, se acordaba de Rita Barberá la clá del Baskonia, que pasaba por allí en la fiesta de la Copa. Se vino arriba Gran Canaria, ajustado en defensa y afinado en ataque. Un triple de Rabaseda le puso cinco arriba a dos minutos del final. Ya había quedado claro que Albert Oliver creía: su dirección de juego era impecable. A Valencia le quedó un último balón para empatar, pero Diot erró el triple en buena posición, Pangos capturó el rebote y cerró el partido.

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