_
_
_
_
_
FASE FINAL DE LA COPA DEL REY | BARCELONA LASSA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Un Barça sumido en la niebla

El varapalo en la Copa refleja una falta de confianza y liderazgo que contagia a todo el equipo de Xavi Pascual

Robert Álvarez
Diagné, Navarro y Vezenkov, en el partido contra el Bilbao Basket en A Coruña.
Diagné, Navarro y Vezenkov, en el partido contra el Bilbao Basket en A Coruña.Lavandeira Jr (EFE)

La niebla no dejó aterrizar el miércoles al Barcelona en Santiago de Compostela. Una metáfora adecuada para lo que le pasó un día después en el Coliseum de A Coruña. Los bandazos han presidido la temporada del equipo azulgrana, especialmente atribulado en la Euroliga, donde atraviesa por una delicada situación, con cuatro derrotas en el ecuador del Top 16 que tanto le complican el camino hacia los cuartos de final.

Pese a ello y por más que haya perdido el concurso del lesionado Lawal, el Barcelona mantiene un potencial muy estimable y desde luego superior sobre el papel al del Bilbao. Todo el mundo se pregunta qué le pudo suceder a un equipo con una colección de jugadores con tanto talento para quedar eliminado a las primeras de cambio y, sobre todo, para jugar tan mal en A Coruña.

Algunas de sus lagunas son rápidamente detectables en la estadística: debilidad defensiva al conceder un 58% de acierto al Bilbao en tiros de dos, errores de todo tipo que le costaron dos pérdidas de balón más que a su rival, impotencia en algunos emparejamientos que le acarrearon cinco faltas personales más y una deficiente circulación de balón en ataque expresada también en solo 11 asistencias, cuatro menos que el conjunto de Sito Alonso.

La cuestión es que el Barcelona no transmite la solvencia que cabría de esperar. El curso pasado se quedó por vez primera en blanco desde que llegó Pascual en 2008

De poco le sirvió al Barcelona capturar seis rebotes más. Y lo que en principio pudo ser un filón, los 22 tiros libres de que dispuso, el doble que el Bilbao, acabó siendo su perdición. Falló nueve, el último, de Tomic, clave. Le hubiera dado el empate y, cuando menos, la prórroga. Pero la línea de tiros libres se convirtió en un cadalso para los jugadores del Barcelona. Desde ella expresaron su tremenda falta de confianza, su incapacidad para superar la presión fomentada por la magnífica réplica de Mumbrú, Ruoff, Hervelle y compañía, y por el fiestón ambiental en una grada que se recreó con la ancestral historia de David contra Goliat. Algún jugador del Barcelona como Samuels, de haber podido, hubiera recurrido a la treta de Messi y su célebre penalti indirecto ante el Celta. Para desgracia del jamaicano, en el baloncesto es un recurso prohibido.

El Barcelona de Xavi Pascual ha sido casi siempre competitivo. Estuvo en las últimas seis finales de Copa y en las últimas 20 finales de los torneos ACB. Otra cosa es que algunos de sus gatillazos hayan sido enormes, como la paliza que sufrió ante el Madrid en la final four de Milan (62-100) en 2014. El revés ante el Bilbao resulta igualmente durísimo para un club que no repara en gastos, que ayer mismo concluyó la contratación de Dorsey, de vuelta tras su periplo en la NBA y el Galatasaray.

Oleson y Ruoff, en el partido.
Oleson y Ruoff, en el partido.Lavandeira Jr (EFE)

La cuestión es que el Barcelona, más allá de victorias y derrotas, no transmite la solvencia que cabría de esperar. La pasada temporada se quedó por primera vez en blanco desde que Xavi Pascual tomó las riendas en febrero de 2008. Y esta temporada, pese a su triunfo en la Supercopa, no pinta bien. Se ha acentuado el papel cada vez más complementario de Navarro, y la carencia de jugadores que lideren en las situaciones más comprometidas. El fichaje de Carlos Arroyo se interpretó como una posible solución. Es un jugador experimentado, con carácter, que las ha visto de todos los colores. Pero ante el Bilbao no jugó los últimos minutos. Satoransky, un base sólido y físicamente desequilibrante, tampoco.

Xavi Pascual prefirió situar a Pau Ribas en el puesto de timonel y darle escolta con Oleson, muy inspirado en los triples. Pero la estrategia no atajó los estropicios causados por Hannah y Ruoff y no dio fluidez ni minimizó los errores del ataque azulgrana. Tampoco encontró manera de neutralizar a Mumbrú, que ganó su duelo con Abrines y Perperoglou. Vezenkov y Samuels se resignaron como muchas veces a un papel de intendencia, lúcido cuando las cosas van bien; insustancial cuando van mal. Y fueron mal, también porque Tomic, en una larga crisis de forma, enlazó errores en los momentos culminantes. Y Doellman, uno de los pocos baluartes del equipo, acabó tan desconcertado que ni siquiera se animó a intentar la canasta ganadora de hace un mes en Madrid. Un síntoma de la pérdida de confianza y confusión de papeles en un Barcelona perdido en la niebla.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_