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La tiritona azulgrana en Las Palmas

Sin Piqué ni Busquets, el equipo evidencia lagunas en la salida del balón y la presión, sólo compensadas por la brega de Suárez

Jordi Quixano
Arda Turan y Momo.
Arda Turan y Momo.JAIME REINA (AFP)

Antes del encuentro, los aficionados mezclaban el amarillo con disfraces puesto que la fiesta tendría continuidad con la cabalgata de 120 carrozas en la avenida que cruza el parque de Santa Catalina. “Lo de hoy no se para ni con lluvia”, contaba José, un aficionado que pretendía parecerse a Pipi Calzaslargas y que tanto le daba remojarse antes del duelo en la improvisada batucada de la puerta número 10 del estadio de Gran Canaria. “¡Mañana agujetas!”, añadía Sandra, su pareja, ataviada con la bufanda de Las Palmas. Todo estaba listo para el partido, regado con un nuevo aguacero que se tomaron a guasa desde la tribuna. “El baño vendrá luego, con los tres de arriba del Barça”, se oía. No fue así. El equipo canario hurgó en las debilidades azulgrana, sólo maquilladas por la brega de un Luis Suárez que no atiende al rival ni al juego del equipo sino a la portería contraria.

Las transiciones se resuelven sin perder tantos balones arriba y no concediendo tantos metros” Luis Enrique

Acostumbrado como está a gestionar las cargas de trabajo con el reloj y no por las prestaciones porque hasta la fecha le ha funcionado de maravilla, Luis Enrique dio resuello a Busquets y Piqué, más que necesarios para darle una salida limpia al balón desde atrás. Sumado a que también descanso de inicio Rakitic y que de los tres puntas sólo baja Neymar y en contadas ocasiones, el Barça se mostró blando en la transición ataque-defensa. “Es un rival al que no le quema el balón. Y era difícil presionarles por sus pases de entrelíneas”, resolvió Luis Enrique. Iniesta y Arda desequilibran con su manejo del esférico pero sufren horrores cuando les toca correr hacia atrás. Turan tuvo que trabar a Momo para evitar la contra y vio la tarjeta amarilla. Las contras de Las Palmas fueron constantes, hasta el punto de que Jonathan Viera se convirtió en el mejor quarterback, con pases a las carreras de El Zhar y Momo —que tuvo dos—, que descosieron a los deslavazados Alves y Alba. “Las transiciones se resuelven sin perder tantos balones arriba y no concediendo tantos metros”, convino Luis Enrique.

Toque y espacios

Así llegó el gol de Las Palmas, con un ataque por la derecha de El Zhar, que pasó al balcón del área donde Viera se inventó un taconazo que validó el desmarque y remate de Willian José. Jugaba con toque y hasta con espacios Las Palmas, remarcando la ausencia de Busquets y Piqué. La defensa azulgrana no se corregía a sus espaldas ni daba un paso al frente y Sergi Roberto se multiplicaba por donde podía pero siempre en posiciones defensivas, lejos de practicar el acoso avanzado de Busquets, un especialista en convertir el riesgo en un ejercicio impecable del robo y contra.

Cuando entró Arda por Rakitic, el Barcelona recuperó trabajo defensivo en la medular, pero no solventó las lagunas sin Piqué ni Busquets, toda una tiritona. “Lo he cambiado porque tenía tarjeta. Tiene la manía de tirarse al suelo para robar… y no quería correr ese riesgo. No tiene que ver con las transiciones. Eso es del equipo y aunque se ha mejorado, no del todo”, expuso el técnico. Bastó con eso y con Suárez.

La entrada de Rakitic por Arda mejoró las transiciones, pero eso es una cosa de todo el equipo conviene Luis Enrique

Ya en el calentamiento el 9 realizó una vaselina sobre Ter Stegen que le valió para mofarse un poco del portero y después una falta con la izquierda que tocó la escuadra antes de entrar a gol. Minutos después, en el partido, resolvió con acierto una asistencia de Alba y adelantó a Higuaín (Nápoles) en la lucha por la Bota de Oro, con 25 goles (41 en la temporada). Y, aunque falló un remate de cabeza y una asistencia de Alves que debían ser gol, también se inventó la jugada del tanto de Neymar. Festejos que no cerraron el encuentro por completo, puesto que Viera por poco no batió a Bravo, Willian José rozó el palo y Araujo, más de lo mismo. Aplaudió la grada el esfuerzo por más que el duelo acabara en derrota de los suyos, en el prematuro entierro de la sardina de Luis Suárez.

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