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El Espanyol golpea mejor

Burgui, Gerard Moreno y Marco Asensio se lucen en el equipo blanquiazul ante un Sporting luchador pero desafortunado

Castro disputa el balón con Diop.
Castro disputa el balón con Diop.Alberto Morante (EFE)

Como si no tuvieran el precipicio de la Segunda bajo sus pies, el Sporting y el Espanyol rompieron a jugar en un partido precioso para los espectadores y desesperante para los entrenadores que fomentan el control. Se notó el ímpetu juvenil, abundante en los dos equipos, con celebración final para el Espanyol, que tuvo el acierto necesario primero y la fortuna después, cuando el Sporting rozó el empate con dos remates al larguero y bajó los brazos tras un gol en propia puerta.

El partido confirmó que el fútbol es un estado de ánimo. El del Espanyol estaba por los suelos antes de la victoria frente al Deportivo, que no sólo salvó el cuello de Galca. Convenció a sus jugadores que tienen juego de sobra en sus botas para no andar por la Liga con la angustia del descenso en los talones. Con futbolistas tan desequilibrantes como Gerard Moreno, Burgui y Marco Asensio, sólo hace falta un mínimo de estabilidad defensiva para que lleguen los resultados.

El Espanyol estaba tan convencido de sus posibilidades que ni siquiera se inmutó cuando Carlos Castro inauguró el marcador. El delantero de la cantera había fallado la primera, en un mano a mano que le ganó Pau López, pero no desperdició el regalo del portero españolista, que dejó a sus pies un despeje blando al centro de Isma López. Fue un gol típico de delantero en racha, como el que volvería a meter al Sporting en el partido, en el alocado arranque del segundo tiempo.

Como es casi norma en El Molinón, el Sporting no fue capaz de administrar su ventaja. Ni siquiera con el cambio de esquema de Abelardo, que mandó al banquillo a Halilovic para jugar con dos delanteros, fue capaz de controlar el centro del campo. El goteo de llegadas del Espanyol no tuvo reflejo en el marcador hasta el minuto 41, pero mereció la pena esperar. Porque Burgui firmó una obra de arte, recorriendo todo el frente de ataque como si no hubiese un pelotón de defensas enfrente para lograr el empate.

El Espanyol estaba tan convencido de sus posibilidades que ni siquiera se inmutó cuando Carlos Castro inauguró el marcador

Gerard Moreno, que había jugado bien y rematado mal en el primer tiempo, encontró la inspiración tras el descanso. Primero aprovechó el despiste de Luis Hernández, incapaz de contrarrestar un centro de Javi López, para marcar desde cerca. Y 10 minutos después, rivalizó con Burgui por el mejor gol del partido con una conducción por el pico derecho del área que culminó magníficamente con un remate de zurda teledirigido a la red, digno de los que tantas veces hemos visto de Messi.

Con 1-3 parecía todo decidido, pero si algo distingue al equipo de Abelardo es su inconformismo. Con un estilo más directo, sin tanta elaboración como su rival, acortó distancias gracias a un cabezazo de Carlos Castro a centro de Jony, que en su día más gris apareció en los dos goles de su equipo. Como si la inspiración de Castro hubiese dejado seco a su compañero de ataque, Sanabria, el Sporting se quedó a un paso de la remontada. Porque el paraguayo falló dos oportunidades clarísimas, la segunda con un remate al larguero en el área pequeña.

Rachid también se encontró con la madera en un centro-chut que sorprendió a Pau. Y cuando El Molinón lamentaba tanta desgracia, llegó el golpe definitivo. Marco Asensio dirigió la contra por la banda izquierda y buscó el pase de la muerte, que no llegó a su destino porque se interpuso la pierna de Luis Hernández, que acabó en gol para completar su desafortunado partido. Quedaban 10 minutos y los jugadores del Sporting volcaron toda su desesperación con entradas fuera de lugar, saldadas con varias tarjetas y la expulsión de Nacho Cases.

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