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Preciso ejercicio defensivo del Villarreal ante el Celta

El equipo amarillo encadena catorce partidos sin perder y seis sin recibir gol

Bally despeja el balón ante Bakambu y Cabral.
Bally despeja el balón ante Bakambu y Cabral.MIGUEL RIOPA (AFP)

Catorce jornadas cumple el Villarreal sin conocer la derrota. Conocidos son sus recursos, su amplitud de plantilla en la que además no hay grandes vaivenes entre titulares y suplentes. Ahora es además un equipo férreo, una engrasada maquinaria defensiva que en Balaídos se puso a prueba ante uno de los equipos con mayor caudal ofensivo del campeonato. Resistió, con esfuerzo sí, pero sin mayores zozobras y así el meta Areola encadena seis partidos de Liga sin recibir gol. Si se mira más atrás se aprecia que en esos catorce partidos sin caer fueron nada menos que once en los que acabó a cero para encajar apenas cuatro tantos en ese largo tramo iniciado en la primera semana de diciembre.

Celta y Villarreal se mostraron al natural. Quiso la pelota y la tuvo el equipo gallego, trenzó con ella y combinó, a veces hasta demasiado, para llegar al área de su rival, siempre replegado, también siempre ojo avizor para responder y sorprender en velocidad porque además el Celta estuvo en ocasiones un tanto perezoso para correr hacia atrás. Faltó algo de salsilla en un partido que por momentos se revistió de un guante blanco. Casi mejor así, sin brusquedades por más que el árbitro se desatara en la segunda parte, también sin puntería.

Porque el gol no llegó. Lo tuvo el Villarreal en la primera parte con Bakambu en todas las salsas, también casi siempre a la contra. Estuvo firme el meta local Sergio Álvarez, sobre el que pesan más sospechas de las que merece. En el Celta empujó Orellana, que es el termómetro del equipo, el que propicia que aparezcan espacios donde apenas se perciben distancias. Pero disparó poco antes del descanso el Celta para el dictado que tuvo sobre el partido y cuando redobló su acoso tras el descanso ni Areola tuvo dudas ni tampoco le llegaron con claridad.

Fluyó el Celta en mayor medida cuando se liberó de cualquier dibujo y Aspas abandonó la derecha para permutar su posición por el frente del ataque. Quizás rinda más cuando trabaja en una posición más adelantada y hace jugar a todos los que le rodean desde ahí, pero partiendo desde la banda no cesa de generar pequeños incendios porque acostumbra a ser indetectable. Acumuló gente por dentro del Celta y se plegó aún más el Villarreal, que con el paso de los minutos se vio obligado a espaciar las contras. Le apuraron incluso desde lejos, con un par de disparos de Wass, detalle indicativo de la variedad de recursos celestes.

Con todo, no le bastó al Celta para traducir en ventaja su insistencia. Berizzo, que una vez más no agotó las tres sustituciones a las que tiene derecho, maniobró para retirar a Guidetti y situar a Aspas en punta con algo más de veinte minutos por delante. La respuesta de Marcelino fue llamar a Bruno para darle poso al equipo. Sin él, sin Musacchio ni Soldado, se sostuvo un Villarreal coral no solo en su despliegue sino en la calidad de su rotación. Y acabó perdiendo el hilo del Celta. Se le trabó el partido justo cuando quería darle una marcha más y acabó calado.

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