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El Athletic ata a Valverde, su mirlo blanco

El técnico renueva por otra temporada y zanja las especulaciones sobre su futuro

Ernesto Valverde posa junto al presidente Josu Urrutia, tras el firmar la ampliación de su contrato como técnico del Athletic.
Ernesto Valverde posa junto al presidente Josu Urrutia, tras el firmar la ampliación de su contrato como técnico del Athletic.LUIS TEJIDO (EFE)

Cuando el Athletic anunció en su página web la renovación de Ernesto Valverde, la afición rojiblanca respiró aliviada. El técnico prolongaba un año más su contrato (hasta 2017), aunque el presidente Josu Urrutia pretendía atarlo hasta 2019, pero sobre todo se borraba de un plumazo el mapa de especulaciones que lo mismo lo situaban como el candidato de Villar para la selección española que como candidato de Florentino Pérez para el Real Madrid de la próxima temporada. Nada nuevo en la trayectoria de Valverde que hace unos años ya estuvo en la órbita del Barcelona y había incluso quien lo situaba en la élite de la Premier. Las especulaciones se sustentaban en dos hechos objetivos: sus buenos resultados y su renuencia estadística a permanecer más de dos temporadas en el mismo club. Sin embargo, su renovación anterior con el Athletic ya suponía su tercera temporada, que ahora serán, al menos, cuatro y le ponen a tiro convertirse en el entrenador que más partidos ha dirigido al Athletic en toda su historia. El título aún corresponde a Javier Clemente, con 289 encuentros en el banquillo; Valverde lleva a fecha de hoy 241 y restan aún uno de Liga más lo que avance en la Liga Europa. La próxima temporada se convertirá pues en el técnico con más partidos dirigidos al club rojiblanco.

La próxima temporada se convertirá en el técnico con más partidos dirigidos al club rojiblanco

Más allá de la estadística, la renovación de Valverde supone que el Athletic, es decir, dirigentes, jugadores y aficionados, tendrán al entrenador que todos quieren, algo así como encontrar el mirlo blanco que todos los clubes buscan , pero sucumben a la impaciencia o el capricho. Y sin embargo, no siempre fue así. Valverde, que fue jugador de Alavés, Sestao, Espanyol, Barcelona, Athletic y Mallorca, se curtió como entrenador en Bilbao, primero en las categorías inferiores, luego en el Bilbao Athletic y finalmente en el primer equipo. Su experiencia como ayudante de Andoni Zubizarreta como director deportivo le dio una visión más amplia del club. Pero su primera experiencia en el banquillo del primer equipo acabó de mala manera. Su desavenencia con el entonces presidente Fernando Lamikiz, en un grado de incomunicación tal, que zanjó dos años de trabajo. En el Espanyol, disputó la final de la UEFA con el Sevilla en Glasgow donde perdió en la tanda de penaltis. El Olympiacos griego fue su siguiente destino. Allí, de rojiblanco, nuevamente, se convirtió en el punto de inflexión el equipo en sus dos etapas, con tres Supercopas, dos títulos de Liga y una Copa griega. Entre medio también experimento el fracaso con el Villarreal, el único club que le ha despedido. Luego el viento dio media vuelta y tras dejar Grecia, el Valencia le contrató para salvar los muebles rotos de Pellegrino. No solo los salvó , sino que los decoró llevando al equipo a rozar la Champions y acabar en puesto de Liga Europa.

Después volvió a Bilbao: una clasificación para Champions, una final de Copa, una clasificación para Liga Europa y un título de Supercopa. La hormiga hacendosa ha ido modelando la plantilla rojiblanca con la justa medida de experiencia y juventud, y aquilatando no solo su pedagogía deportiva sino su carácter de buen gestor de grupos. Valverde se borró de los medios de comunicación -salvo en las obligadas ruedas de prensa pre y postpartido- para centrarse en su trabajo cotidiano. Sabin Merino y Lekue son sus últimas apuestas de juventud, como antes lo fue Williams y mañana lo serán otros (filosofía obliga). La estridencia no forma parte de su vida aunque cultiva la ironía como argumento dialéctico. Fotógrafo de vocación, ayer las fotos se las hicieron a él, aunque a él le gusta más el blanco y negro, donde los grises aportan todos los matices.

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