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El Bayern encarrila la Bundesliga

El equipo de Guardiola domina pero empata el duelo frente al Borussia Dortmund y mantiene la distancia de cinco puntos

Jordi Quixano
Piszczek y Lewandowski, durante el partido.
Piszczek y Lewandowski, durante el partido.PATRIK STOLLARZ (AFP)

Es fácil imaginarse a dos buenos amigos como Guardiola y Tuchel debatir apasionadamente sobre fútbol en una de las múltiples cenas que mantuvieron con regularidad en los dos años previos. Dibujos en papeles alrededor de unas copas de vino y horas de sesudas charlas sobre tácticas y movimientos, sobre el juego en sí. Y que se conocen de sobra se vio en el electrizante Signal Iduna Park, donde los equipos se mantuvieron a raya, contenido el Dortmund y desatinado en el remate el Bayern. Un empate a cero que ayuda, en cualquier caso, a los bávaros, líderes con cinco puntos de ventaja sobre el Borussia, ya cerca de una nueva Bundesliga.

Plantados en el campo de forma similar, con una presión alta que ejecutaban en posibles situaciones de riesgo de la defensa rival y con las líneas juntas pero más retrasadas cuando se desplegaban en estático, ambos equipos se refugiaban en la velocidad para romper los entramados defensivos. El Dortmund lo hacía a la contra, siempre con Gündogan como trampolín y con Aubameyang como espoleta; todo un sprinter con botas que en una de esas le retó a Kimmich en 30 metros y le sacó diez para plantarse ante Neuer, que soltó el brazo a tiempo para desviar el disparo. Pero apenas insistió el conjunto de las abejas, pendiente en sacar limpio el balón desde atrás y no perder la posición ante los arreones del Bayern.

Resulta que Bender, un mediocentro por definición, actuaba de central en una línea de cinco —puesta en practica en la fase defensiva, que no en la ofensiva— para posibilitar las ayudas a los laterales y de paso restar líneas de pase en los pasillos interiores. Pero Douglas, de cadera elástica y pies de bailador, se la jugó en varias ocasiones a un Piszczek que no le alcanzaba ni con las coberturas de Durm. Ni con esas.

No se vio un Bayern tan movible como el que se midió a la Juve [que incluso recordó a la Holanda del 74 por su anarquía ofensiva], ni tampoco expresó el equipo la teoría de remarcar a los medios para controlar el juego. Pero el Bayern nunca se partía, por más que eso impidiera unas transiciones hipersónicas, y lograba superioridades en el campo para posibilitar el impulso de los extremos. Sobre todo de Douglas. Un centro suyo repelido por Burki no lo completó Müller; otro no lo cazó de milagro Vidal; y cuando tiró la diagonal hacia dentro su remate se fue a las nubes. Incluso gozó de un uno contra uno ante el portero contrario —posibilitado por una contra tras un saque de esquina del Borussia—, que acabó de la peor de las maneras, al bulto.

Más posesión y huecos por dentro encontró el Bayern en el segundo acto. Pero se echaba en falta a Thiago y su ingenio para el pase definitivo. Así las cosas, ante la escasez de ocasiones, encontró Vidal a la salida de un córner un balón huérfano en el punto de penalti que remató con virulencia pero que despejaron Burki y el larguero. La réplica del Dortmund llegó por parte de Aubameyang, en dos desmarques y carreras que no acertó a resolver, una fuera y otra, forzado, a los pies de Neuer. No hubo goles y el Bayern hizo bueno el empate porque ya se arrima a un nuevo título de la Bundesliga.

Lecciones a pie de césped

Acabó el duelo y Guardiola chocó la mano con Tuchel para correr hacia el centro del campo. Quería hablar con su zaga, inconforme con algo que había ocurrido. Alaba y Benatia escucharon pero no iba con ellos. Así que Guardiola se plantó ante Kimmich y, a escasos centímetros, le echó una bronca —o eso pareció por los gritos y por lo apasionado del discurso— y gesticuló sobre posiciones, movimientos o lo que fuera. El central, que hace poco era mediocentro, aguantó el tipo y acabó por llevarse el abrazo del técnico.

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