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Paso de gigante del Betis

El equipo de Merino firma media salvación tras derrotar a un digno Granada, que no supo aprovechar su superioridad numérica por la expulsión de Vargas

Rafael Pineda
Musonda intenta driblar a Rubén Pérez.
Musonda intenta driblar a Rubén Pérez.Jose Manuel Vidal (EFE)

El salto de N'Diaye y su remate de cabeza le permiten al Betis dar un salto gigantesco. Un salto hacia la salvación en una mañana especial, con más de 40.000 béticos en las gradas y con homenaje a la mujer, camiseta rosa incluida. Un triunfo forjado en la valentía de su técnico, Juan Merino, y el sacrificio de un bloque que se sobrepuso a la expulsión de Vargas en el minuto 53. El Betis gestionó de manera perfecta el encuentro a pesar de su inferioridad y el Granada fue incapaz de aprovecharla. Complicada la situación del cuadro de José González, que seguirá en descenso y ve cortada su racha de dos victorias seguidas. Le faltó fútbol para superar al Betis en una segunda parte definida por el remate de N'Diaye, que rompió un cero a cero que parecía gustar a ambos equipos. Hasta que llegó el salto del senegalés. El Villamarín explotó y fue una fiesta tremenda. El Betis saborea la salvación y el Granada tendrá que seguir peleando, Le faltó un punto de ambición y ciertas dosis de suerte. Ganó el Betis, que suma seis partidos sin perder y mostró madurez tras la inocente expulsión de Vargas.

La zona de abajo está que arde. A pesar de lo mucho que hay en juego, resulta gratificante observar equipos al alza, caso del Betis y del Granada. En el Betis es digno de alabar el carácter de un entrenador, Merino, capaz de alterar el diseño de su equipo con un cambio a los 30 minutos, el de Jorge Molina por Cejudo. Una acción a lo Paco Jémez que revela un hecho cierto: la gran calidad de los jóvenes entrenadores españoles. En ese mismo Betis, un trío de chavales le da un montón de aire fresco a un equipo que intenta huir de la quema: Ceballos, Fabián y Musonda, este último una auténtica gacela africana. El Granada sabe bien a lo que juega. Otro joven técnico, José González, lo ha hecho rocoso, bien apuntalado por veteranos como Ricardo Costa o Rubén Pérez. En la espléndida mañana sevillana, estos dos equipos al alza se mostraron precavidos, con escasa construcción de juego y algo de miedo.

Al Betis le costó un mundo superar el entramado del Granada, que tampoco era capaz de acercarse con peligro, pues El Arabi y Peñaranda estaban muy desconectados. El Betis necesitaba el fútbol de Ceballos, que no fluía, gracias al buen planteamiento defensivo del Granada. Merino buscó alternativas con la entrada de Jorge Molina a la media hora. El Betis se dispuso con dos delanteros y el propio Molina tuvo una buena ocasión al filo del descanso, cuando se revolvió en el área para que Andrés realizara una gran intervención. Fue la única ocasión de la primera mitad.

El Villamarín, festivo, lleno de mujeres, se quedó helado cuando Vargas, que había visto ya una amarilla, hizo una entrada innecesaria a Rochina. Iglesias Villanueva le mostró la segunda amonestación con toda justicia y el peruano dejó a su equipo con uno menos. Era el minuto 53 y el Granada tenía mucho tiempo por delante para agarrar un triunfo vital. José dio entrada a Barral, que alborotó lo suyo. Surgió entonces la figura del meta Adán, que salvó al Betis en un remate del propio Barral y otro de Rochina. Cuando los dos equipos firmaban el empate, llegó el vuelo de N'Diaye, que conectó un fantástico remate de cabeza tras un saque de esquina botado por Joaquín. Reventó el estadio bético, como lo hizo después, en el descuento, con el segundo gol, obra de Rubén Castro, de falta. Andrés había visto una roja injusta y el canario (14 goles ya) batió con inteligencia a Biraghi, improvisado guardameta. El Villamarín, entonces, fue una fiesta.

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