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Luis Suárez rescata al Barcelona ante el Atlético

El delantero uruguayo lidera la remontada frente al conjunto rojiblanco que se batió con grandeza a pesar de que Torres, tras adelantar a su equipo, fue expulsado en el minuto 35

Luis Suárez festeja el segundo gol ante el Atlético. Albert Gea REUTERSFoto: atlas
Ramon Besa

Hipnotizado todavía Messi por el directo de Cristiano y aturdido el Barça por la derrota con el Madrid, el Camp Nou encontró consuelo en Luis Suárez para revolcar al Atlético. El charrúa se encendió con la llama de la hinchada y firmó una victoria mínima que el estadio celebró como si fuera una goleada porque por momentos visualizó una tragedia en la Champions después de la caída en la Liga. No queda más remedio que encomendarse a la garra del uruguayo cuando no hay rastro de la magia de Neymar y no aparece la creatividad de Messi.

El marcador es bueno para el Atlético. Visto el partido, sin embargo, le parecerá malo o discutible como el árbitro, que expulsó a Torres por dos tarjetas, naturalmente justas de acuerdo al criterio azulgrana y excesivas para los rojiblancos, que se batieron como pedía su entrenador: se dejaron la vida en cada jugada, convencidos de que el partido clave de los cuartos era el de anoche más que el de vuelta en el Calderón. También el Barça piensa que en una semana se habrá recuperado definitivamente de la conmoción que le provocó la derrota ante el Madrid.

El clásico no solo dejó secuelas en el Barcelona sino que animó al Atlético. Adivinó Simeone la posibilidad de asaltar el Camp Nou y dispuso una alineación que habría firmado Zidane o incluso Guardiola. El técnico prescindió de un volante defensivo como Augusto y apostó por Carrasco, un extremo especialmente rápido, camuflado como volante en un 4-4-2, siempre dispuesto a atacar la banda de Alves. Jugaban los mejores velocistas en un Atlético rematado por Griezmann y Torres después de que el Barça hubiera sangrado por los costados contra el Madrid.

Apretaba arriba el Atlético y defendía muy concentrado el Barcelona. Había que asegurar el pase en el bando azulgrana, no perder la pelota, para no facilitar el vértigo ni las entradas del plantel rojiblanco, intimidador desde que resonó la alineación de Simeone. El Atlético dominaba el campo ante un espantado Barça. Ni siquiera Messi asumía el liderazgo, sorprendentemente errático en el control y el tiro, fuera de foco al igual que Neymar y Suárez, inéditos frente al recuperado Godin y al prometedor Lucas Hernández, sustituto de los lesionados Savic y Giménez.

El Barça parecía Argentina porque no había más caudillo en la cancha que Mascherano. Y nadie atendía al Jefecito. No desequilibraban los interiores, ni tiraban desmarques los delanteros, el medio centro no le daba velocidad al balón y nadie llegaba hasta el marco de Oblak. Amo del escenario, al Atlético le alcanzó con esperar su momento para marcar diferencias en uno de sus selectivos disparos al marco de Ter Stegen. Piqué salió mal para marcar la línea, no cerraron bien Mascherano y Alves, y Koke metió un pase interior de cirujano para el gatillo de Torres.

El cuero se coló por entre las piernas de Ter Stegen, que evitó el segundo con una mano prodigiosa a un tiro seco de Griezmann. No reaccionaba el Barça, falto de juego y de futbolistas, sin coraje ni chispa, sometido por un fogoso Atlético hasta que el árbitro expulsó a Torres. El Niño metió el pie ante Busquets, no le dio al balón y el árbitro le castigó con una segunda tarjeta, excesiva al entender del Atlético. La decisión del colegiado pareció tan desproporcionada como la entrada del 9 si se atiende a que ya había sido amonestado antes por Brych.

A partir de la inferioridad numérica, el Atlético encontró la excusa para contemporizar ante el destemplado Barcelona. No elaboraban ni recuperaban la pelota los azulgrana, tan previsibles y petrificados que no hubo más chut que uno de Mascherano. Los barcelonistas solo despertaron en la reanudación después de dos llegadas del Atlético. No fue una respuesta futbolística sino anímica, suficiente para obligar a Simeone a retirar a Carrasco para dar entrada a Augusto. El Barça conquistó la cancha y empezó a rematar sin descanso a Oblak.

Los azulgrana se quitaron la angustia, perdieron el miedo y no dieron salida al Atlético. Aunque nunca fue fácil meterle un gol al equipo de Simeone, incluso con un futbolista menos en el Camp Nou, la carga del Barça fue tan categórica que el empate cayó por atropello, de manera confusa, después de un centro de Alves para Alba, de derecha para izquierda, que acabó con un tiro en semifallo de Luis Suárez. El Camp Nou activó al Barça, que culminó el remonte un rato después, tras una pequeña tregua, con un segundo tanto de Suárez después de un nuevo centro de Alves.

Arrebato azulgrana

Melancólico y triste al inicio, el Barcelona se recompuso cuando abrió el campo con los laterales y supo atacar al Atlético en superioridad numérica, justamente lo contrario de lo que ocurrió contra el Madrid. El arrebato le sirvió para ganar el partido y salvar la eliminatoria después de que los técnicos enrocaran con los cambios, indiferentes a un palmarés que bendice a Luis Enrique: siete victorias en siete partidos sobre Simeone.

El Atlético, sin embargo, se batió con tanta grandeza y ambición que el próximo miércoles exigirá la mejor versión del Barcelona. Muy revolucionados, los azulgrana necesitan recuperar su juego fino y preciso y dar continuidad a la contundencia de Suárez, goleador, pateador e irreductible, capaz de golpear con y sin el balón -el colegiado le pudo muy bien expulsar-, anoche líder de un equipo todavía grogui por el clásico.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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