_
_
_
_
_
WOLFSBURGO 2-REAL MADRID 0 | OPINIÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un Madrid parvulario

José Sámano
Zidane, durante el partido en Alemania.
Zidane, durante el partido en Alemania.Fabian Bimmer (REUTERS)

Diez Copas de Europa en la mochila no siempre te liberan de esperpentos. Un retrato, el segundo gol del Wolfsburgo, colegial. Draxler, que no es extremo, recibió la pelota en la izquierda y ante sus incrédulos ojos vio un paseíllo torero, así que plácidamente arrancó en diagonal. Eran los cuartos de final de la Champions, cosa seria, pero lo mismo dio: se desatendió Danilo, su supuesto carcelero; no se aplicó Modric, el volante que debía auxiliar en ese costado; y no se corrigió Casemiro, el bombero del eje central. Justo a esa zona llegó el joven jugador alemán, con todo el tiempo del mundo para divisar a Bruno Henrique, que iba a su bola por la derecha, donde no estaba Marcelo, al que le dio por ser central en la jugada. Y tampoco había migas de Kroos, el volante guardián por esa orilla. Por supuesto, no socorrieron Cristiano o Bale. Al cómodo centro de Henrique llegó Arnold desde la segunda línea para embocar en el área pequeña como si nada. De traca.

 Diez Copas de Europa no legitiman la parálisis de un entrenador. Draxler le hizo un nudo tras otro a Danilo, ante la pasividad de Zidane, que no rectificó y consintió la escabechina hasta el final. Mientras, Carvajal, secante de Neymar en el Camp Nou, un futbolista con colmillo para defender y piernas y cabeza para atacar, a la sombra.

Zidane y sus chicos tuvieron fallos infantiles, impropios de quienes representan a un club con diez Copas de Europa

Diez Copas de Europa no siempre agudizan la inteligencia colectiva. Para el Madrid, Bale ante Vieirinha era lo que Draxler frente a Danilo. Los compañeros del galés no se percataron y no hubo Zidane que se lo hiciera ver. Hasta el punto de que el galés dimitió y acabó fuera de foco, enredado en otras posiciones que no le convienen.

Diez Copas de Europa no justifican aguantar a un jugador cojo durante más de veinte minutos. Sucedió con Benzema, que se tomó ese tiempo en la sala de espera para vencer a una rodilla con la que no pudo. Zizou, como una estalactita, dejó pasar minutos y minutos como si nada .

Diez Copas de Europa no siempre anticipan la victoria si falta chicha. Ni siquiera en una plaza sin rango y ante un rival de poco hueso. No importa que accidentalmente se empine el resultado. Desde el 2-0 el Madrid tuvo 70 minutos para salir a flote, pero se quedó en una sola ocasión, la que Benaglio desbarató a CR. Por cierto, en el único pase bien filtrado de toda la noche, con Isco de autor.

Diez Copas de Europa jamás debieran amparar a un equipo que, por lo visto en sus dos últimos retos, parece navegar mejor desde la inferioridad, como en el Camp Nou, que desde la superioridad, como en Alemania. Precisamente, esa decena de Orejonas tendrían que obligar a no achicarse jamás, a que el Madrid fuera siempre el Madrid, al menos como punto de partida.

Ahora, mientras unos invocan a Juanito y otros rebobinan al Mónaco de 2004, un Wolfsburgo de la época que destiñó la etiqueta de los galácticos, bien le vendría al Madrid apelar solo al fútbol. No hay mejor rescate. Con diez Copas de Europa ya debería saber quién es y cómo debe ser. El Madrid de Alemania fue parvulario: en el banquillo y en el césped.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_