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Rubén Castro ata media permanencia para el Betis

El Levante, mejor durante el partido, recibe una estocada mortal al faltarle ambición para ir por un encuentro que pudo ganar

Rafael Pineda
Rubén Castro celebra su gol abrazado por Portillo.
Rubén Castro celebra su gol abrazado por Portillo.Paco Puentes (EFE)

Le debe mucho el Betis a Rubén Castro. Su remate en el minuto 81 a gran centro de Cejudo le dio la vida a su equipo, que jugó igual de mal que siempre, maniatado por el Levante, pero que encontró en la cabeza del canario la más que posible vía de la salvación. Un cabezazo que reventó las gargantas de los 37.000 béticos que gritaron a los cuatro vientos un gol que casi deja en Primera al Betis un año más. Un tanto que puso fin al sufrimiento de esos béticos, que abuchearon de lo lindo a su equipo, dominado todo el encuentro por el Levante.

A los de Rubi les faltó un punto de ambición, ya que controlaron bien el choque, aunque dio la sensación de que se conformaban con el empate. Al Betis lo salvó una acción aislada, magnífica, eso sí, pero aislada. La suerte se puso de su parte cuando peor estaba, justo después de que Bruno segara de raíz un contragolpe de mucho peligro de Verdú. Así es el fútbol. Dos acciones puntuales pueden dejar al Betis en Primera y condenan al Levante, que recibió una estocada que puede ser mortal. En el campo, fueron mejores los de Rubi, pero el fútbol solo entiende, en el fondo, de marcar más goles que el rival.

Se le está haciendo la Liga muy larga al Betis. Descompuesto y sin rumbo, el equipo andaluz sufrió una barbaridad ante el Levante, que, a pesar de ser colista, demostró más entereza y fútbol que su rival. El Betis despuntó con la llegada de Merino, en una reacción que le sirvió para alejarse de los puestos de descenso. Pasado el efecto efervescente del técnico, el conjunto andaluz vaga como alma en pena. Así lo demostró en una primera parte pésima, sin ritmo ni fútbol, con un juego espeso y lento. El Levante dominó a su antojo y si no se adelantó en el marcador fue porque carece de pegada. Sorprendió Rubí dejando en el banquillo a Morales y Deyverson, así que el que se encontró con un balón franco de gol fue Verdú. El exfutbolista bético, pitado por la grada, falló un gol increíble a los siete minutos, solo al borde del área pequeña. A medida que el Betis se acomplejaba y se iba del encuentro, preso de sus limitaciones, el Levante gozó de otra buena ocasión a los 23 minutos, cuando Rossi disparó al lateral de la red.

La grada comenzó a silbar ante el deplorable juego del Betis, roto, con las líneas muy separadas, sin que Dani Ceballos pudiera enlazar nunca con Rubén Castro y Jorge Molina. Quizás el retrato más evidente de este Betis decadente lo representa Joaquín, a años luz de aquel futbolista deslumbrante que una vez fue. En medio de los silbidos, surgió la figura de Adán para rechazar un buen remate del central argelino Medjani.

Sin ideas, superado por la presión del partido, el Betis ansiaba la llegada del descanso. No cambió nada el sino del choque, dominado por el Levante, con Rubi sin atreverse a ir de verdad por el triunfo. Al Betis no lo sostenía ni el ímpetu ni la vergüenza de Dani Ceballos. Su afición temía lo peor, sin duda, un tanto del Levante que lo condenara al sufrimiento. La luz la halló el Betis en una contra de Musonda con pase a Cejudo. El cordobés centró con el alma para que Rubén Castro se adelantara a David Navarro y batiera a Mariño. Fue el único tiro entre los tres palos del Betis en la segunda mitad, de una dimensión colosal para sus intereses.

Rubi no se le creía. En una jugada se le fue la vida, probablemente de manera injusta, pero también con muy pocos minutos para jugadores como Morales o Deyverson. El Levante tendrá que seguir peleando, pero lo tiene muy complicado. Marcó Rubén su tanto número 17 y el Betis se elevó al paraíso. Rompió su racha de tres derrotas seguidas y se impuso en un encuentro vital. Algún día, se supone, hallará la tranquilidad después de que las cosas se hagan con cabeza, desde la planificación a la dirección de una entidad envuelta en miles de vericuetos. Contra todos esos elementos se rebeló Rubén. Su vuelo le supo a gloria a este Betis tan golpeado, pero vivo.

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