¿Un maratón en menos de dos horas?
Decía Chris Brasher, uno de los fundadores del maratón de Londres que, a falta de un nuevo Everest que conquistar, el ser humano ha acogido esta carrera como una suerte de aventura urbana en la que centrar sus ansias de superación. El gran público no la considera ya solo como una prueba deportiva, sino que la ha convertido en una metáfora y en una demostración de carácter y una forma de luchar por causas de todo tipo.
Con la llegada de la primavera al norte, las carreras cambian de hemisferio y comienzan a florecer maratones, medios maratones y demás. Las calles se llenarán de corredores que se han entrenado (o no). No optarán a la victoria. Pelearán contra el tiempo y contra sí mismos.
Y delante de todos ellos correrá un reducido grupo de atletas de élite, de entre los cuales saldrá el ganador de cada prueba. Son los elegidos. Aquellos que pueden llevar un paso más allá el Everest urbano de completar un maratón en menos de dos horas, algo inalcanzable a día de hoy. El periodista británico Ed Caesar traza en Dos horas (Debate) un apasionante recorrido por las vidas de los mejores del mundo, y también por la psicología de una prueba que ha democratizado la posibilidad de llegar a ser un héroe cotidiano.