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Los cuatro mosqueteros de la piragua

El K4-1000 llevaba 20 años sin clasificarse para los Juegos: así se preparan para Río Javi Hernanz, Óscar Carrera, Rodrigo Germade e Iñigo Peña

El equipo español de K4.Vídeo: Fotos: Carlos Rosillo. Edición: Luis Almodóvar
Eleonora Giovio

“Es como un matrimonio bien avenido”. Así describe a sus chicos Luis Brasero, técnico del equipo nacional de piragua. Un matrimonio que tendrá su luna de miel en Río en agosto. El K4-1000, la especialidad más técnica del piragüismo, llevaba veinte años sin clasificarse para los Juegos. Lo han conseguido un asturiano, dos gallegos y un vasco. Entre los cuatro miden siete metros y medio. Menos dormir, pasan juntos todo el día durante once meses al año y palean una media de 4.600 kilómetros. Coinciden cuando toca sacar un adjetivo o una palabra para describirse los unos a los otros. “Rodri es el potente; Iñigo el calculador, el que mantiene siempre la cabeza fría; Óscar el pulmón del grupo: dejaría atrás a Hicham El Guerrouj si se lo llevara a correr. ¿Y Javi? Javi es el plasta, el meticuloso y el maniático… el que nos encamina a todos por su experiencia”, cuentan.

Javi es Javi Hernanz, el mayor del grupo, asturiano de 33 años. Él lleva el timón de la piragua. Rodri es Rodrigo Germade, gallego de 25 años. Óscar Carrera también es gallego y tiene 24. Iñigo Peña, vasco de Zumaia, tiene 25. Para todos, menos para Javi, los de Río serán sus primeros Juegos. Es un martes de abril y hace sol y viento en el Embalse de Picadas –a unos 50 kilómetros de Madrid-. “Como tienen competición este fin de semana hoy el entrenamiento serán 50 minutos suaves”, dice Brasero. Él llama suavidad a palear 12 kilómetros. Cada uno en su piragua.

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Se han clasificado para el K4-1000 para los Juegos, pero durante todo el mes de abril se han entrenado en solitario para prepararse para los campeonatos nacionales. La Federación exige a los cuatro componentes del K4 que estén entre los ocho mejores de España para poder ir a Río. “No quieren que se baje el nivel ni que haya relajación”, explica Javi. Este fin de semana han hecho las tareas.

Ensayan arrancadas y el entrenador les va dando alguna que otra indicación desde su motora. Durante y después del entrenamiento se prestan de buenas ganas a todo lo que le pide el fotógrafo, incluso a llevar cámaras en la piragua. Una vez terminado el trabajo, todo son risas y vaciles. En un momento de descanso mientras toman hierro y barritas, preguntan al fotógrafo y a la periodista si creen que habrá Gobierno o nuevas elecciones y hacen quinielas al respecto.

El buen rollo es contagioso. Llevan juntos desde 2013. “Somos cuatro, pero en la piragua tenemos que ser uno. ¿Cómo nos acoplamos el uno a los otros? Normalmente la coordinación se consigue con el entrenamiento, pero nuestro caso ha sido bastante especial porque hemos ido bien sintonizados desde el primer día; la mayoría de las veces pasa al revés”, explica Óscar. Él ocupa el tercer sitio de la piragua; Javi el primero, Rodri el segundo e Iñigo el último.

“La primera es la posición de marca, hay que tener experiencia, liderazgo y buen gesto técnico. La segunda requiere especial coordinación con el puesto de marca. La tercera requiere aplicación de fuerza y de prestación sostenida. Y la cuarta la fuerza necesaria para levantar la embarcación cuando baja un punto de velocidad”, explica el entrenador. La elección de los cuatro fue cosa suya. Se quita méritos a la hora de explicar cómo y en función de qué eligió a unos y otros. “Se empieza con una concentración de 12, se pasa a seis y se eligen los cuatro que iremos perfilando. Los dos primeros años nos centramos en desarrollar el potencial individual, los siguientes dos en acoplar la embarcación”, explica Brasero. Cuando Javi lo escucha dice que Luis fue la clave. “Hay que tener mucho ojo para saber ver en qué posición colocar a cada uno”, afirma el asturiano.

¿La mayor dificultad? “Que los cuatro vayan como si fueran uno, que sientan el mismo esfuerzo”, contesta el entrenador. Por esa razón se considera el K4 como la disciplina más técnica del piragüismo. Palean a una media de 21 kilómetros por hora en una embarcación que pesa 30 kilos y mide 11 metros.

Rodri es el potente; Iñigo el calculador, Óscar el pulmón del grupo y Javi el meticuloso"

“Somos un buen grupo, ninguno es envidioso y nadie tiene la autoestima tan baja como para tener que demostrar nada a los demás”, explica Javi. A Rodri le vacilan por su manía –no puede competir con mallas nuevas-. Los otros dicen no tener ninguna, tampoco rituales. Y sueltan una carcajada cuando dicen que el único ritual es el de Rodri. “En Milán donde conseguimos el billete para Río tuvimos una hora descanso antes de las semifinales; Rodri fue a hacer pipi 16 veces… cada cuatro minutos, no fallaba”, se ríe Iñigo que empezó con la piragua con 10 años.

“Desde casa se ve la ría de Zumaya y siempre observaba a los chavales pasar en piragua, mojándose y pasándoselo bien. Me daba envidia así que le dije a mi madre que me dejara probar”, recuerda ahora. Óscar es el que más tarde empezó, con 14 años. “Antes hice natación”, cuenta. Javi y Rodri comenzaron con siete años. “En Arriondas hay tal tradición que es casi obligatorio subirte a la piragua. Si eres bueno, sigues; si no, al fútbol”, afirma Javi. “En Cangas del Morrazo eran pocos los deportes que había, o fútbol o piragüismo”, rememora Rodri.

Se entrenan entre 7-8 horas diarias. Viven los cuatro en la Blume, se levantan a las 7.30 y se van a correr 50 minutos antes de desayunar. Desde el CAR de Madrid cogen una furgoneta y se hacen cien kilómetros entre ida y vuelta [el entrenador 50 más ya que sale de Talavera] para llegar al embalse. Comen en un restaurante cercano al pantano y descansan en las dos casetas prefabricadas al lado del agua [tienen incluso un pequeño gimnasio] en el centro de tecnificación que tienen ahí montado.

Menos dormir, pasan juntos todo el día durante once meses al año y palean una media de 4.600 kilómetros

Después de la sesión de tarde cogen de nuevo la furgoneta y se vuelven al Centro de Alto Rendimiento donde suelen tener gimnasio entre 19 y 21. “Nos jugamos la vida viniendo y volviendo de aquí en la furgoneta. Siempre nos encontramos con accidentes. Es un peligro para la seguridad. Hemos pedido ya muchas veces a través de la Federación que nos dejen entrenar en el Embalse del Pardo que está a 10 minutos de la Blume, pero nos han dicho siempre que no”, lamenta Javi. Desde diciembre hasta marzo estuvieron concentrados en Sevilla para escapar del frío de Madrid. Ahora aprovechan la primavera y las buenas temperaturas para terminar la preparación en el Embalse de las Picadas.

La última vez que el K4-1000 consiguió una medalla fue la plata en los Juegos de Montreal 76. José María Esteban, José Ramón López, Herminio Menéndez y Luis Ramos Misioné pararon el cronómetro en 3:08,95. “En Londres se ganó el oro con 2,54; en Río las medallas estarán en 2.50”, explica Luis Brasero que con estos cuatro chicos festejó el bronce en los Europeos de 2015. “La diferencia entre el que gana el Oro y el diploma olímpico es la gestión de las semanas previas. Asimilar la tensión, los nervios, la atención de los medios es lo que te permite pelear por el oro”, resume Javi. El día 22 tendrán una prueba de Copa del Mundo en Alemania. Luego, a soñar con Río.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de deportes, especializada en polideportivo, temas sociales y de abusos. Ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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