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Día agridulce para Neymar

La afición del Camp Nou, irritada al principio, le dedica una pitada al extremo brasileño y después le ovaciona para reanimarle

Jordi Quixano
Neymar controla el balón ante la mirada de Hernández y Mascareli.
Neymar controla el balón ante la mirada de Hernández y Mascareli.Manu Fernandez (AP)

Fue justo antes de la media parte. Duró un instante, pero fue suficientemente expresivo, también impactante. Resulta que Messi filtró uno de sus pases, esos que se cuelan entre el central y el lateral para la carrera profunda del extremo. Lo recogió Neymar, que se enredó con el balón, que los pies no hicieron lo que le exigió su cerebro, que no corrió en vertical sino que se escoró un poco, que no chutó cuando el portero salió para tapar huecos, que tampoco le salió el regate y menos el disparo a la remanguillé. Pifia que se sumaba a unas cuantas más anteriores y que activó al Camp Nou más crítico; se escuchó una clara aunque no agresiva pitada, más para reclamarle que recobre su mejor versión que para señalarle como el problema. Pero nadie le quitará la colleja a Neymar. Aunque después cambió la historia.

Hace tiempo que el 11 ha perdido su electricidad, ese esprint que dejaba atrás al más pintado. Se le acumulan los enredos fuera del campo: fue considerado culpable de evasión de impuestos y fraude en Brasil; está el problema de su fichaje por el Barça con la justicia de España; aparecieron las críticas de Zagallo (le tildó de inmaduro); y hasta el seleccionador Dunga le reprocha su corte de pelo. Quizá por eso el Barcelona hizo público hace un par de días que le dejaría jugar los Juegos, felicidad incompleta para el jugador, que también quería acudir a la Copa América. A buen seguro que todo eso le afecta en su rendimiento, por más que no desaparezca su sonrisa en los entrenamientos o ante los flashes. Pero sobre el césped ya no tiene esa alegría, esa osadía que tanto sulfuraba a los rivales al entender que se burlaba de ellos con el partido resuelto.

El Barça homenajea y condecora a Quini

El FC Barcelona homenajeó a Enrique Castro, Quini, exjugador del Barça y del Sporting. El exdelantero, de 66 años, recibió un escudo de honor —la insignia de oro y brillantes del club solo se puede conceder a los socios— de manos del presidente Josep Maria Bartomeu. Quini fue ovacionado por el Camp Nou, un estadio en el que compitió desde 1980 hasta 1984 y marcó 101 goles en los 178 partidos.

Más que nada porque Neymar ya no rompe las cinturas ni las defensas rivales, sino que le sobra un regate y le falta el remate. Así lo evidenció en una en la que amagó por tres veces el disparo al tiempo que descartaba rivales, finalizada con un pase hacia atrás de Luis Suárez que sufre el mal opuesto porque remata todo cuanto le llega, Pichichi de la Liga. “Yo le veo a un muy buen nivel”, resolvió Luis Enrique. Pero ya no opina lo mismo el Camp Nou.

Los números del brasileño son grises en este final de curso, con dos tantos en los últimos siete partidos: el octavo ante un Dépor con los brazos caídos; y uno de penalti anoche. Parece atenazarle el síndrome de la portería chica, ese que cuanto más te acercas al marco rival, más pequeños se hacen los agujeros por donde colar el balón. Así se vio en el segundo acto. Primero cuando desaprovechó un uno contra uno ante el lateral y en carrera para cederle la responsabilidad del remate a Messi; y después cuando Leo le dejó delante de Cuéllar y, tras repensárselo dos veces, chutó al bulto. Entonces, Luis Enrique salió como un resorte del banquillo y le dedicó una arenga al extremo, una invitación a no desmoronarse sino a perseverar. Momento en el que el Camp Nou olvidó su irritación porque ante las estrecheces de la tabla no se puede restar sino que se debe sumar, por lo que le dedicaron una ovación repetida entonando su nombre.

A Neymar yo le veo a un muy buen nivel”, resolvió Luis Enrique.

No es que Neymar no lo intentara ni buscara las cosquillas a su pareja de baile, Vranjes y después Luis Hernández. Pero es que al 11 no le sale nada, si acaso un quiebro —como ese en que señaló penalti el colegiado— que luego no completa, a lo más algún pase de mérito —como ese que Messi no atinó a resolver—, que no un remate definitivo. Pero un penalti a tiempo siempre sirve, y eso entendieron Messi y Suárez, que le dejaron tirar el tercero. Fue gol y lo celebró Neymar, que ya sabe cómo se las gasta el Camp Nou.

“Tiene mucha personalidad”, elogió Luis Enrique a Neymar. “Presiona tras pérdida, quiere ofrecer su mejor lado y es básico en el sistema. La actitud del público le refuerza. Es un jugador top”.

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