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La autoridad de Nairo también contrarreloj

El ciclista colombiano refuerza su liderato en Romandía tras una etapa en la que se impuso Thibaut Pinot

Carlos Arribas
Nairo Quintana, durante la contrarreloj de Sion.
Nairo Quintana, durante la contrarreloj de Sion.JEAN-CHRISTOPHE BOTT (EFE)

Como un líder antiguo, Nairo Quintana entiende el ciclismo, la competición, como una cuestión de autoridad, de demostrar quién manda, de recordarlo también, sobre todo, en una carrera de preparación, como el Tour de Romandía que lidera una vez pasadas dos de las etapas decisivas, la primera de montaña y la contrarreloj.

El jueves, camino de la estación de esquí de Morgins, cuando se acercaba el pelotón a las montañas, todos los jefes de equipo, agobiados desde los coches, pusieron a sus gregarios en fila de sprint y aceleraron hacia la cabeza, como si el primero que pasara por debajo de la pancarta de comienza puerto, y el puerto era de 20 kilómetros en dos partes, ya tuviera media etapa ganada. Y ahí se veían Nairo y otros escaladores de pequeña talla, empujados, achuchados, manillares de otros en las orejas, frenazos. Por eso, cuando ya el sentido común en forma de fatiga había empujado a cada corredor a su sitio cubiertas dos partes de la ascensión, a 6,5 kilómetros de la meta, Nairo ejerció su autoridad suprema de escalador. Se fue, sembró dudas a sus espaldas, ganó como diciendo, innecesariamente porque ya es muy conocido, este soy yo y este es mi reino. El inglés Chris Froome, uno de los destinatarios del discurso, no lo pudo oír, pues desolado y sin equipo, y sin ganas de luchar sin recompensa, perdió más de 17 minutos tras una avería intempestiva.

Para recuperar la moral, para demostrarse que no está mal preparado y también para ejercer su autoridad de doble ganador de Tour y favorito inevitable, Froome disputó la contrarreloj de Sion (una subida entre terrazas de viñedos, un descenso abrupto, un poco de llano en sus 15 kilómetros que todos recorrieron a poco más de 40 kilómetros por hora sobre cabras y demás paramentos aerodinámicos) como si el liderato dependiera de ella, y la terminó con un magnífico tiempo que durante mucho tiempo fue el mejor del día. Solo le superaron dos al final, y por pocos segundos. El francés Thibaut Pinot, que está adquiriendo cuajo de gran corredor más allá de su habilidad escaladora, le sacó 9s, y 7s el especialista holandés Tom Dumoulin, que, según se acerca el Giro que quiere ganar, recupera poco a poco el pulso que a punto estuvo de darle la última Vuelta. El mismo tiempo que Froome lo marcaron tres corredores más. Uno de ellos fue Nairo, quien también sobre la cabra sabe hacerse respetar.

Todas las semanas, en las altas autopistas de su Tunja y su Boyacá, el colombiano dedica un día entero a la bicicleta contrarreloj, a sumergirse en los secretos de la mejor posición, a entrenar su cuerpo a la inmovilidad incómoda. Lo hace consciente de que gran parte del Tour que quiere ganar se jugará en las contrarrelojs, una de las cuales, la Sallanches-Megève, de 17 kilómetros, presenta un perfil más duro incluso que el de la que le engrandeció el viernes en Suiza, donde domina el Tour de Romandía con 23s en la general sobre Pinot, 26s sobre el ganador saliente, el desgarbado ruso Ilnur Zakarin, y 29s sobre su fiel gregario en el Movistar Ion Izagirre.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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