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Iván Raña: “Me motiva llevar la contraria a lo establecido”

Con Raña comenzó en Sidney el gran viaje del triatlón español, que le homenajea en Madrid

Carlos Arribas
Iván Raña, en los Juegos de Sidney 2000.
Iván Raña, en los Juegos de Sidney 2000.EFE

Cuando tanto se habla estos días de que Javi Gómez Noya, Mario Mola y Fernando Alarza pueden triunfar los tres en los Juegos de Río viene bien escuchar a aquel con quien todo empezó en el triatlón olímpico español, Iván Raña. Quinto en Sidney 2000, el año en el que el triatlón olímpico nació, y quinto también en Pekín 2008, Raña (Ordes, A Coruña. 1979) fue también campeón mundial en 2002, piloto de rallies y ciclista profesional. Ha dejado un par de días Lanzarote, donde pasa los inviernos y donde prepara su próximo sueño, el Ironman de Hawái, para participar el 1 de mayo en la Copa de Europa de Madrid, donde recibirá un homenaje.

Pregunta. Quién lo iba a decir, la fábrica de campeones del triatlón español no deja de producir…

Respuesta. Una vez le oí a Arturo Casado, el atleta, decir que al ver que gente cercana, española, ganaba medallas mundiales y olímpicas, él también creyó desde que empezó que podía ser campeón, y eso es lo que pasa en el triatlón. Javi ha sido cinco veces campeón del mundo y Mola lo ve y piensa que si Javi puede, él también, y Alarza, lo mismo, y los que vengan…

P. Usted, sin embargo, no tenía a nadie cerca a quien emular.

R. Cuando empecé, yo me encontré con una selección muy jerárquica en la que los elites se reían de los júniors, nos decían que a dónde íbamos con nuestros sueños. Y yo, desde siempre, he sido de romper las reglas y de decir que por qué no. A los 20 años quedé segundo de golpe en la Copa del Mundo de Cancún y luego más podios y me vi de repente peleando por los mejores puestos. Un año después, fui quinto en Sidney.

P. ¿Le ayudó tener un entrenador como César Varela, que alimentó sus sueños?

R. César es otro soñador, sí, y amante de trabajar en silencio. Como en mi pueblo, en Ordes, no había piscina y era mucho sacrificio para mis padres llevarme a la ciudad, a los 14 años me fui a vivir a Santiago a casa de César. Y desde ese día, desde los 14 años, nuestro objetivo fue ser campeones del mundo, pero no lo podíamos decir en alto. Si hasta me daba vergüenza en el instituto decir que era triatleta. Ahora el triatlón es popular y respetado, pero entonces decían que lo hacíamos porque no valíamos ni para ciclistas, ni para nadadores ni para atletas, cuando es lo contrario, es demostrar la capacidad de hacer muy bien las tres cosas. Sí, eché de menos el respeto del mundo. Desde entonces me motiva llevar la contraria a lo establecido.

P. ¿También quiso demostrar que era capaz de ser ciclista haciéndose profesional?

R. Aquello fue más que nada un acto de rebeldía. Me habían catalogado para una cosa, como si no pudiera hacer otra. La base de la decisión fue decir ‘hago lo que quiero’. En el pelotón noté rechazo de algunos, justamente de los de mi nivel, mientras que algunos de los buenos, como Valverde, Samuel o Llaneras, me acogieron con los brazos abiertos.

P. ¿Se arrepiente de aquel año en el Xacobeo?

R. Perdí algunas cosas, pero también cumplí un sueño que tenía desde pequeño. Hay que arriesgar y seguir soñando. Cuando volví al triatlón en 2010 vi que había perdido chispa y me costó sobre todo volver a la natación. Cuesta arrancar de nuevo cuando has dejado algo.

P. En 2004 usted preparó los Juegos de Atenas pensando que podía ganarlos, como ahora Gómez Noya piensa de los de Río. ¿Qué pasará ahora por su cabeza?

R. Es bueno vivir esa experiencia pero hay que tener valor para aguantar la presión, hay que ser una roca y tener experiencia para asimilarlo, y Javi es muy duro. A mí me afectó mucho, también en las relaciones cotidianas, de pareja, de relación. La gente que te rodea, la familia, los amigos, los colegas, solo te hablan de lo mismo, de lo bueno que eres y de que vas a ganar y está muy bien, porque te refuerzan, pero no puedes estar así 24 horas al día. Necesitas lo contrario, un amigo que te diga de ir a tomar una cerveza, relajarte, hablar de cine, de la vida, de lo que sea, no solo del triatlón.

P. ¿Solo le queda en el deporte ganar en Hawái?

R. Quiero estar competitivo y con potencial para hacerlo bien. El año pasado hice el esfuerzo mental más grande de mi vida en el maratón final para terminar el 12º después de salir el 40º de la bici, y la gente no lo supo ver, me dieron la espalda. Me puede hacer daño el Ironman, pero prefiero seguir soñando con que puedo.

P. ¿Le ha sorprendido que le den un homenaje en Madrid? Usted no se llevaba muy bien con el presidente de la federación.

R. Me llevo muy bien con los promotores, con Alicia García y con Iñaki Arenal, el actual seleccionador nacional. Y sé que lo han hecho con cercanía y respeto, y noto que lo sienten de verdad, así que no me puedo oponer. Con respecto al presidente, las peleas no tienen que durar toda la vida.

P. ¿Eso es un signo de madurez?

R. Hay que madurar, sí, pero sin perder la rebeldía, ¿eh?

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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