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Nibali, Landa y Valverde, tres favoritos para el Giro

La carrera rosa comienza el viernes en Apeldoorn (Holanda) con una contrarreloj de 10 kilómetros

El experto en ciclismo de EL PAÍS, Carlos Arribas, analiza el Giro 2016 que arranca este viernes.
Carlos Arribas

Las fotos que se recuerdan de Fiorenzo Magni son las de un ciclista que parece un anciano provecto, de cráneo desnudo y pómulos y mandíbulas marcadas, descarnadas. En 1955, cuando derrotó a Fausto Coppi para ganar su último Giro, el tercero, tenía 34 años y el color del ciclismo antiguo. Ningún corredor más viejo que él ha ganado la carrera italiana, que hoy comienza en la lejana provincia holandesa de Gelderland y en la que debuta Alejandro Valverde, que acaba de cumplir 36 años y quiere terminarla de rosa. El debutante ganador más veterano es hasta ahora Miguel Indurain, que tenía casi 28 años en 1992, el año de sus duelos con Claudio Chiappucci.

El deseo del viejo Valverde, un veterano que dice correr con la ilusión de un principiante y cuida su aspecto como un veinteañero, lo puden frustrar su propia incapacidad o la fortaleza de los otros dos grandes favoritos, el siciliano Vincenzo Nibali, el ciclista de casa, y el alavés Mikel Landa, el joven ambicioso que pide paso.

“Si ganar el Giro, ya podría decir que lo he hecho todo en el ciclismo”, dice Valverde, ganador de una Vuelta, podio en el Tour, vencedor de unas cuantas clásicas importantes. “Ya me podría retirar tranquilo. Si termino en el podio y gano una etapa sería feliz de todas maneras”.

No ganar su primer Giro no sería una tragedia para Valverde, corredor que une a su obligatorio afán competitivo un buen conformar extraño en un campeón, pero le dolería bastante a Nibali, de 31 años y ganador del Giro en 2013 (y de la Vuelta en 2010 y del Tour en 2014), quien se juega el puesto de niño bonito del ciclismo italiano con su compañero de equipo Fabio Aru, el sardo sonriente que ganó la última Vuelta y que debutará en julio en el Tour dos días después de cumplir 26 años.

La misma edad tiene Landa, el escalador vasco a quien tampoco le gustaría mucho no ganar después de lo que sucedió en el Giro pasado. A Landa, mejor escalador aquel año por delante incluso del ganador final, Alberto Contador, a quien hizo sufrir en el Mortirolo y en la tierra de Le Finestre, le frenó en la subida a Sestriere el director del equipo, que protegía el segundo puesto de su compañero Aru. Landa obedeció, terminó tercero en el podio de Milán y cambió de equipo. Dejó el Astana y se fue al Sky, que le prometió el puesto de líder indiscutido en el Giro, la carrera que más le gusta, pues aunque haya nacido en Murgia, a la sombra del Gorbea, Landa es como un ciclista italiano. Se ha impuesto en el Bondone, donde Magni llegó congelado y con un hombro roto, lejos de Charly Gaul, hace 60 años y esta primavera ha ganado el Giro del Trentino.

Las dudas de Landa

“Me quedará siempre la duda de qué habría pasado, de si habría derrotado a Contador si me dejan llegar hasta el final”, ha dicho Landa en una de las escasas ocasiones en las que se ha escapado de la norma Sky, el equipo que pide a sus corredores que hablen en inglés con los medios y que si es posible no digan nada que pueda convertirse en titular de periódicos. Al corredor alavés, acostumbrado a decir lo que piensa, no parece preocuparle ese reglamento más que su traslación a la carretera, donde la grisura toma forma de ciclismo cerebral y controlado, justo el que está en las antípodas del ciclismo de instinto y rabia que le emociona y le gusta.

El recorrido del Giro 2016, que ha cambiado las subidas imposibles que le dieron la vida en las últimas décadas —el Mortirolo, el Zoncolan— por los grandes clásicos de más de 2.000 metros en los pálidos Dolomitas, tampoco le hace mucha gracia, ni las tres contrarrelojes, su punto más débil.

Tampoco son contrarrelojistas natos ni Nibali, quien ha tenido un mediocre comienzo de temporada, ni Valverde, quien ha descubierto que es mejor pasar un mes en las playas de Tenerife con la familia y entrenar por sus montañas que pasar frío y aburrimiento en Flandes en marzo. Ha medido su competición el murciano, que llega a Italia con hambre, como le gusta.

La primera etapa son 10 kilómetros contrarreloj en la ciudad de Apeldoorn (Holanda), un recorrido planísimo complicado por una cuantas curvas de las que le gustan a Fabian Cancellara, que anda de gira de despedida del ciclismo y a quien le gustaría en su último año vestir su primera maglia rosa. El suizo se levantó el jueves con fiebre, lo que aumenta las posibilidades del chico de casa, el gigantesco Tom Dumoulin, el sorprendente corredor que solo cedió el maillot rojo de la pasada Vuelta en la última etapa de montaña y terminó sexto. El suizo tomará la salida a las 17.01 (Eurosport) y el holandés a las 16.47, un minuto después que Landa y uno antes que Valverde. Nibali lo hará a las 16.56.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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