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Adams y James, dos locos bajitos de más de 1,80

Los bases del Laboral Kutxa mantienen una química especial a pesar de discutir por el mismo puesto

Hanga, James, Adams y Causeur, en un entrenamiento.
Hanga, James, Adams y Causeur, en un entrenamiento.José Ramón Gómez (EFE)

A los jugadores de baloncesto les ocurre que no te das cuenta de lo altos que son hasta que estás a su lado. Un base entre pívots es un chavalín entre adultos, ya crecidos, hasta que atisbas tu hombro a la altura de su cuello o más. El Baskonia tiene dos de esos bajitos que además parecen estar locos. A veces estar loco significa disfrutar con lo que haces. “Adams y yo -dice Mike James- siempre estamos haciendo bromas y jugar con él me quita presión. Es como mi hermano”. La frase, dicha en el tono coloquial estadounidense, va más allá de las palabras. “Mi hermano nos dejó en el segundo año de carrera -refería en un vídeo oficial del Baskonia-. Él siempre tenía fe en mí. Tú vas a hacerlo muy bien en el baloncesto, tío, me decía, y jugarás en la NBA. Y lo perdí en mi segundo año de carrera. Ahora es una motivación diaria”. Un lugar que nuca podrá ocupar Mike James (Portland, 26 años), aunque en la cancha mantengan una química especial frente a la competencia que a priori supone discutir por el puesto de base. James siempre será su brother y la química es tal que se contagian la fiebre por resolver las situaciones complicadas, por arriesgar en los momentos difíciles. No son iguales sino parecidos.

Adams es el primer lanzador de triples de la competición: 180 ha intentado y 60 ha conseguido 

Incluso en su trayectoria, muy alejada de su Estados Unidos natal. Ambos han circulado por ligas menores antes de recalar en el Baskonia sin pisar las canchas profesionales de su país. Darius Adams (Illinois, 27 años) ha jugado en Venezuela, República Dominicana, Alemania y Francia. Del Nancy llegó a Vitoria por su promedio anotador y su fortaleza física que le da un plus defensivo. Mike James ha vagado por Croacia, Israel, Italia y Grecia sin rozar la élite de esos países. Y sin embargo, ninguno de los dos ha perdido la autoestima del líder. “Antes de iniciar la temporada quería intentar ser un líder”, declaraba Adams, tras reconocer que “el viaje ha sido duro. Siempre estaba por debajo de mis aspiraciones”. Hasta que llegó a Vitoria a sustituir a Heurtel, que se había ido al Anadolu. Quizás en la capital de Euskadi pudo agradecerle a su madre los sacrificios hechos. A su madre la lleva en el corazón, a su hermano, tatuado en la mano para que le guíe en los lanzamientos.

Porque James y Adams son dos ametralladoras. Las estadísticas de la Euroliga demuestran que Adams es el primer lanzador de triples de la competición. 180 ha intentado desde comenzó el campeonato y ha conseguido 60. Teodosic, del CSKA le persigue con 170 y muy lejos quedan Delaney (159) y Dixon (146). Su porcentaje es el más bajo de los cuatro. Es lo que tiene ser una ametralladora: no todos los disparos hacen blanco y cuanto más disparas más crecen las posibilidades de errar el tiro. James es más comedido y se queda exactamente en la mitad de lanzamientos (91), pero entre ambos pueden convertir el partido en una guerra de trincheras.

Quizás por eso se divierten tanto. Porque nadie les ha regalado nada y porque nunca se han sentido derrotados ni por su juego ni por las circunstancias. Cuenta Adams que después de todo lo sufrido, jugar, para él “es algo terapéutico”. Y la terapia funciona. A ninguno de los dos les tiembla la muñeca. Son dos locos bajitos que trastean la cancha como si la vida hubiese empezado ayer y no hubiera un mañana.

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