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La Real pone la puntilla al curso gris del Valencia

Un gol de Oyarzabal en el descuento, triste epílogo a una temporada para olvidar del conjunto che

Oyarzabal celebra el gol ante Santos.
Oyarzabal celebra el gol ante Santos.Juan Carlos Cardenas (EFE)

Mestalla, entre la decepción, la indiferencia y la rabia final, echó el cierre de la temporada del Valencia enfrentándose ante la Real, revitalizado con Eusebio en la dirección sustituyendo a David Moyes, una ruina el entrenador escocés para los de San Sebastián, mejorados y con más gusto con el vallisoletano en la dirección, con jugadores de buen pie y algo acomodados como Carlos Vela ausente ante los che y con las horas contadas en Anoeta, no siempre competitivos, con la buena noticia de la irrupción de Oyarzabal autor del gol de la Real.

Ante los de Eusebio, el partido que deparó el Valencia fue la síntesis perfecta de la temporada, horrible e inesperada para el conjunto che sin excusa alguna, sin propuesta ni ideas, con escasa pasión y alma. Un epílogo gris, sin trascendencia alguna, rematado con el gol en el descuento del imberbe Oyarzabal, el último suplicio para Mestalla.

En un curso para olvidar, Peter Lim, el millonario propietario que no sabe cómo gastar su dinero, ha visto devaluada su inversión de 194 millones de euros en la entidad de la capital del Turia. Por tomar decisiones erróneas, por confiar la parcela deportiva a su socio-amigo Jorge Mendes, por lo traído y visto, más bien lo primero que lo segundo, configurando una plantilla con gran dispendio y escaso cartel, de calidad escasa y excesivo precio empíricamente demostrado en el terreno de juego, en la Liga y en la Champions, humillado por el Barça en la Copa.

Las amistades peligrosas de Lim trajeron al Valencia a Nuno Espirito Santo, el amuleto de Mendes, con quien comenzó la historia del representante de los representantes, con el fichaje de Nuno a principios de los 90 por el Deportivo gracias a Lendoiro. Tras clasificar para la Champions al Valencia, el ansia de poder de Nuno fue su condena, obligando a la marcha de Rufete, el director deportivo, al igual que la del presidente Amadeo Salvo. Con la animadversión de la afición che, los malos resultados castigaron al técnico portugués del que tuvo que prescindir sin más remedio Lim el pasado diciembre.

El magnate de Singapur pensó que los los males del equipo se solucionarían con Gary Neville, otro amigo-socio, reputado exlateral (de cuestionable técnica) del Manchester United, sin experiencia alguna en los banquillos, desconocedor de la Liga y del idioma castellano. El experimento le volvió a salir rana a Lim entregando finalmente el equipo a Pako Ayestarán, en principio llegado al Valencia en febrero para echar una mano a Neville, con el vital propósito de salvar al equipo del descenso y adecentar la temporada. Tres victorias, dos empates y cuatro derrotas ha sido el insustancial bagaje de Ayestarán en sus ocho partidos en el banquillo del Valencia. La afición che dictó sentencia al final del encuentro con una bronca a los suyos en una triste despedida.

Todos son especulaciones en torno al futuro que le espera al Valencia. No se sabe qué jugadores vendrán y cuáles permanecerán ni por quién serán dirigidos, si seguirá Ayestarán o llegará al banquillo de Mestalla un entrenador novel o por el contrario, con experiencia o reputación. La decisiones las tomará Lim, asesorado o no por García Pitarch, el director deportivo. Nadie lo sabe en Valencia.

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