_
_
_
_
_

Mayúscula victoria de Lorenzo ante Márquez sobre la línea de meta

El de Yamaha arrebata el triunfo al de Honda en una última vuelta de infarto y tras dominar la carrera. Rossi rompió el motor en el noveno giro

Nadia Tronchoni
Lorenzo logra la victoria ante Márquez sobre la línea de meta.
Lorenzo logra la victoria ante Márquez sobre la línea de meta.Antonio Calanni (AP)

Sí, Mugello era una marea amarilla. Pero la fiesta, al final, no fue con ellos. Cuando Valentino Rossi rompió el motor en la vuelta nueve sus esperanzas, fundadas, se desvanecieron. Y empezaron a desfilar con paso lento y apesadumbrado. Como su ídolo. Que pensaba que podía ganar el gran premio de Italia tantos años después. Que estaba seguro de que, cómo mínimo, se subiría al podio. Y seguía el plan establecido: cómodo perseguidor de Lorenzo, en cabeza, pegado a su rueda, veloz, y preparado para lanzar el ataque en cualquier momento. Hasta que el motor de su M1 dijo basta. Lo mismo que le había ocurrido a su compañero de equipo durante la sesión matinal, le pasó a él en carrera. Así que se hizo a un lado, buscó el camino de vuelta y, al tiempo que negaba con la cabeza, se despidió, un año más, de su adorado Mugello, que tuvo que rendirse a otra genialidad de Lorenzo.

La música cambió. Pero la carrera siguió para el mallorquín, que había hecho una salida magnífica y se había colocado primero en apenas unos segundos para alcanzar antes que nadie San Donato. Se había puesto como deberes el día anterior mejorar en frenada. Y a buen seguro que lo hizo, porque no hubo manera de que flaqueara ni una sola vez a la entrada de esa primera curva tan crítica en la que sí que se fueron largos en su intento por alcanzarle tanto Rossi (antes de quedar fuera de la prueba), como Márquez. Hay pocos pilotos tan finos como Lorenzo. Y tan constantes. De él habla su tabla de tiempos. Y su trazada. Pero también su moto. Y la que pilotaba este domingo se movía bien poco, lo que da buena cuenta del trabajo que hizo con su equipo para encontrar ese equilibrio.

Más información
Así sentó la pole de Valentino a rueda de la Suzuki
La renovación necesaria de Márquez
Los impulsos de Viñales

Cuando perdió a Rossi de vista –pura mala suerte la del italiano, no se sabe todavía si el fallo mecánico en Yamaha responde a algo más que a la mala fortuna, pues romper dos motores en un día no es muy corriente–, al de Yamaha se le acercó otro hueso: Márquez, tipo duro, capaz de casi cualquier cosa por ganar. El de Honda firmó en Italia probablemente su carrera más consistente de la temporada –Austin, aparte, que ya se sabe que el trazado texano parece hecho a su medida–, por el ritmo, porque suya fue la vuelta rápida (a falta de cuatro giros del final) y porque, al margen de los errores en frenada en San Donato –comprensibles pues para ganar una pizca de velocidad punta, renunció a las alas, que le proporcionan cierta estabilidad en frenada–, se mostró seguro sobre la moto, aunque probablemente asume demasiados riesgos porque son necesarios para subirse al podio y optar a la victoria.

Uno y otro, Lorenzo y Márquez, firmaron el mejor final de carrera de todo el curso. No en vano fue la primera vez que se vio un duelo por el primer puesto desde que arrancó el campeonato en Qatar, el pasado marzo; la primera vez este 2016 que la carrera no la gana el piloto que se lleva la pole. Se había convertido Márquez en la sombra de Lorenzo, especialmente desde aquel giro en el que firmó la vuelta rápida (dos décimas de segundo, una décima de separación entre ambos a cada a paso por meta), y como ya había comprobado que no le adelantaría en la primera curva, porque todas las veces que lo intentó o se fue largo o se quedó corto, esperó a tirar sus últimas balas en el último giro, para gozo de quien miraba. Probó al salir de la primera chicane: en la curva cuatro, a la izquierda. Ecco! Y remató al siguiente cambio de dirección: curva cinco, a la derecha.

Rossi, detrás de Lorenzo, durante las primeras vueltas de la carrera.
Rossi, detrás de Lorenzo, durante las primeras vueltas de la carrera.CLAUDIO ONORATI (EFE)

Alguien pudo pensar que Lorenzo se conformaría con la segunda posición. Es el líder del Mundial. Llegó la curva diez, y no le alcanzó. Tampoco en la 12, una curva larga en la que podría haberlo intentado, pero, no. Porque entonces, se acordó de que en 250cc se sacó de la manga un adelantamiento inverosímil ante De Angelis en el cambio de dirección de las curvas 13 y 14, así que probó: ¡Bingo! La fiesta había vuelto a empezar. Subieron los decibelios, entre otras cosas porque estuvieron a punto de tocarse (y de caerse) en más de una ocasión. Sin saber cómo Márquez se le puso por delante al llegar a la última curva. Sólo le quedaba el rebufo. Y a la salida de esa curva 15 se colocó bien y acabó ganando la carrera por 15 milésimas de segundo. Suerte de su Yamaha, que por primera vez le da una victoria en una recta frente a una Honda. Y maravillosa locura de final.

Al tercer escalón del podio se subió Iannone, que le ganó el duelo a Pedrosa también en los últimos dos giros. Y también merced al motor de la Ducati, que es mejor en velocidad punta y en aceleración que la RC231V, cuyos pilotos marcan la diferencia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_