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La comitiva judicial de Leo

El futbolista argentino acudió al juicio arropado por hombres de su máxima confianza

Messi y su entorno, a la salida del Juzgado.
Messi y su entorno, a la salida del Juzgado. Massimiliano Minocri

Leo Messi apoya la espalda contra la pared de la sala de vistas. Ha pasado las tres últimas horas escuchando una discusión bizantina entre cuatro expertos en materia fiscal. El presidente del tribunal, hastiado, acaba de ordenar un receso de diez minutos. Lionel masca chicle. Está rodeado por su gente, pero está solo. O, más bien, aislado. Mira al frente y a los lados, inquieto. Una cinta de seguridad y un despliegue generoso de Mossos d’Esquadra le protege de posibles intrusos. Aunque ya no están allí, como a primera hora, las funcionarias de justicia. Habían abandonado por unos minutos su puesto de trabajo para tomar una fotografía del ídolo, a sabiendas de que está prohibido hacerlo dentro del recinto del Palacio de Justicia.

Messi está rodeado por su gente, pero su agente apenas habla con él en esos minutos que son de descanso pero también de nervios

Messi está rodeado por su gente, pero su agente apenas habla con él en esos minutos que son de descanso pero también de nervios: tras el receso, tendrá que declarar. Su abogado, el exmagistrado argentino Enrique Bacigalupo, se le acerca y le hace un comentario. Messi sonríe con franqueza, aunque tímido. Sigue dándole vueltas al chicle. A su lado, siempre, su padre y su hermano Rodrigo. Le han arropado a su llegada a la Audiencia de Barcelona, donde ha encontrado el aplauso de algunos curiosos, pero también reproches con sorna: “¡Devuelve el dinero!”, “¡Ladrón!”, “¡Vete a jugar a Panamá!”

A los familiares se sumó un abultado séquito integrado por personas de su entorno. Allí estaban dos responsables del Barça: el portavoz, Josep Vives, y el director de comunicación, Albert Roura, que acudió para mostrar su “apoyo” a la familia. El más cercano a él fue quizá el gestor de su patrimonio desde 2009, Alfonso Nebot, que había declarado como testigo la víctima. Y Pau Negre, de la Fundación Leo Messi, que condujo hasta la entrada el Mercedes en el que llegó la estrella. No faltó un hombre de su máxima confianza como es el fisioterapeuta de la albiceleste, Marcelo Daddy D’Andrea. De camino al juicio, el jugador se había palpado varias veces las costillas, “algo dolorido” por su reciente lesión.

De camino al juicio, el jugador se había palpado varias veces las costillas, “algo dolorido” por su reciente lesión

No dio muestras de dolor Messi en el banquillo de los acusados. Siguió las interminables divagaciones de los peritos primero tranquilo, la mayor parte del tiempo la cabeza agachada, sin prestar demasiada atención. Se mostró más inquieto a medida que pasaban los minutos, estirando las piernas y moviendo los pies, esperando su turno.

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