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Hamsik hace bailar a Eslovaquia

Un recital del medio del Nápoles acaba con una Rusia muy limitada que despertó demasiado tarde

GORKA PÉREZ
Hamsik celebra su gol ante Rusia.
Hamsik celebra su gol ante Rusia.LAURENT DUBRULE (EFE)

Cuando hay un futbolista al que le sobra gusto, lo normal es que el cuadro quede bonito. Aunque empiece mal, con rayas torcidas que no llevan a ninguna parte. Se puede manchar un lienzo sin necesidad de que el resultado sea malo. En el caso de Eslovaquia el artista luce cresta morena, y se mueve que da gusto verlo. Marek Hamsik es una especie de autor rebelde, con la ortodoxia propia de quien sabe lo que se trae entre manos. Frente a Rusia, un retablo plano y descolorido, presumió de repertorio el jugador del Nápoles. Primero con un pase magistral con la pierna izquierda que dejó solo a Weiss dentro del área y después, cuando moría la primera parte -no hay peor momento que ese para perder el pulso-, con un zapatazo con la pierna derecha que colocó el balón junto al poste izquierdo de Akinfeev. Es lo que tienen los creadores, que lo mismo se quedan con su obra que la reparten, el caso es disfrutarla.

Se mueve Eslovaquia al ritmo de Hamsik, que interpreta bien al tipo de compañeros que tiene. Contar con un extremo como Weiss permite a su selección estirarse a lo ancho y generar huecos por los que correr libremente. Ante Rusia lo hizo sin demasiado inconveniente porque a su rival le cuesta moverse lo que a un gigante atarse los cordones. Le bastó un recorte al exjugador del Espanyol para sentar a sus dos marcadores y colocar el balón al palo largo de Akinfeev. No tienen salida de balón los rusos y eso impide que Dzyuba, un gran delantero -por tamaño y habilidad-, quede a la espera en demasiadas oportunidades. Solo en un remate de cabeza pudo el delantero del Zenit de San Petersburgo asustar a Kozacik. Muy poco para todo lo que puede ofrecer.

Mientras que a Eslovaquia la transición entre defensa y ataque le suponía un par de intercambios, a Rusia alcanzar el área rival le parecía una odisea. Mucho más cuando se vio por detrás en el marcador, a más de 500 leguas de tierra, sin timón al que agarrarse. Si bien el partido empezó como un combate de esgrima, fue aparecer Hamsik y dejar aquello definido con dos touchés. El héroe ruso ante Inglaterra, el capitán Berezoutski, se diluyó en defensa, sin capacidad para evitar el juego por bajo de los eslovacos, tan eléctrico como lo fuera en su día el de Rusia, ahora sin corriente. Y tampoco hubo un cabezazo al que agarrarse.

Si bien el partido empezó como un combate de esgrima, fue aparecer el del Nápoles y dejar aquello definido con dos touchés

Otra cresta, esta vez rubia, la de Kucka, apareció en la segunda parte para liberar a su estrella de carreras innecesarias y tapar el centro del campo cuando ya Rusia se lanzó definitivamente al ataque. Encontró más pases y llegó bien por el centro del ataque. Smolov tuvo una inmejorable oportunidad para recortar distancias aunque su remate chocó contra la defensa eslovaca. Si alguien tuvo ocasiones fue el delantero del Krasnodar, aunque no supiera sacarles partido.

Sin embargo, la insistencia siempre otorga alguna vida inesperada y eso le ocurrió a Rusia, que se agarró a un fallo en un despeje de la defensa eslovaca para lograr por medio de Glushakov recortar distancias y comprometer el dibujo blanco -color de Eslovaquia- que lucía impoluto hasta el momento. Se le hizo eterno el final del partido a la selección de Hamsik, que metida en su campo tuvo que defender las innumerables llegadas de la selección rusa, lanzada a la desesperada. No obtuvo premio la selección de Leonid Víktorovich Slutski, que dejó para demasiado tarde su rúbrica en el partido. La firma de Hamsik se hizo con todo el espacio disponible.

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Sobre la firma

GORKA PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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