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El antisistema inglés de Roy Hodgson

El seleccionador debe superar las contradicciones de su modelo de juego

Diego Torres
Hodgson junto a Rooney en un entrenamiento.
Hodgson junto a Rooney en un entrenamiento.LEE SMITH (REUTERS)

Inglaterra debe ganarle a Gales para no asomarse al abismo de la eliminación. La situación límite de una de las selecciones mejor provistas de Europa deriva de las contradicciones internas del planteamiento que el seleccionador, Roy Hodgson, dispuso frente a Rusia, el sábado. Un desatino que solo se disimuló por los disturbios entre ultras rusos y hooligans, pero que varios analistas de clubes que siguieron el partido del Vélodrome (1-1) coincidieron en señalar. Para los expertos, más allá de la mala suerte, Hodgson fue el principal responsable de un empate que expone la gran paradoja del fútbol inglés.

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Hodgson adoptó dos medidas que se contrarrestan. Primero, dispuso el esquema de moda, un 4-3-3 repleto de futbolistas naturalmente inclinados a elaborar el juego; segundo, los mandó a defender en bloque muy atrás, replegándose en su campo cuando Rusia tenía el balón. Si la primera parte del plan fue coherente con las condiciones de los futbolistas, la segunda atentó contra la primera. El sistema y el antisistema.

La Football Association, la federación inglesa, es la organización nacional adscrita a la FIFA más rica del mundo, con unos ingresos anuales de 157 millones de libras (casi 198 millones de euros), según los últimos presupuestos. Su estructura posee los medios más avanzados de acumulación de datos, análisis, y determinación de las tendencias más recientes. El proceso que llevó al cuerpo técnico de Inglaterra a preparar el partido contra Rusia fue uno de los más sofisticados de la Eurocopa. La ejecución del plan, finalmente, quedó en manos de Hodgson y de su ayudante, Gary Neville. Lo que se vio en el campo denuncia una interpretación inhibidora de la información recibida.

Hodgson adoptó dos medidas que se contrarrestan. Primero, dispuso un 4-3-3 lleno de futbolistas creativos; segundo, los mandó a defender muy atrás

Añadir a Rooney en la línea de interiores sintonizó con las variantes más en boga, que buscan sumar creatividad al mediocampo, como hace Löw con Özil en Alemania. Situar a Lallana como extremo derecha, a pierna cambiada, fue otra elección bien pensada. El desajuste se produjo al situar la línea de presión tan atrás. Después de la primera media hora de partido el equipo se dividió en dos mitades: la defensa y Dier, el pivote, por un lado; y por otro Rooney, Alli, Lallana, Sterling y Kane, agotados físicamente de tanto subir y bajar.

Alli, el fondista fundido

Los ojeadores advierten de que el 4-3-3 es un modelo muy eficaz si se juega al menos el 60% del partido en campo rival, y para ello es preciso arbitrar fórmulas para defender arriba. Si hay que defender en campo propio, este esquema no sirve porque resta frescura física a los atacantes y a los interiores. Rooney, Alli, Sterling, Kane y Lallana debieron hacer esfuerzos tan prolongados para bajar a defender que cuando llegaron a los metros decisivos, donde debían estar frescos para desbordar al rival, les faltó fuerza y lucidez.

Dele Alli, tras el partido.
Dele Alli, tras el partido.Kirsty W. (AP)

El fracaso del planteamiento de Hodgson se percibió en el agotamiento de Alli, el interior que acompañó a Rooney, un fondista y un jugador valiente, casi reducido a la parálisis. El volante del Tottenham, un talento superlativo del desmarque, se vio tan agotado que hubo fases del partido en las que dio la impresión de esconderse para no recibir la pelota. A Lallana y a Kane les sucedió algo parecido. Solo Rooney consiguió administrar sus fuerzas para sostener al equipo cuando se disgregaba.

La explicación de Hodgson resultó pintoresca: "Muchos de nuestros jugadores se cansaron por las condiciones atmosféricas de Marsella; si bien no era un horno, había tanta humedad que nos quitó fuerza".

Hoy Inglaterra tiene a algunos de los jugadores más modernos del mundo. Pero la sequía de entrenadores vernáculos es de tal calibre que al frente de la selección se sitúa Roy Hodgson, menos célebre entre los directores deportivos de Europa por sus logros que por ser el hombre que en 1996, cuando ocupaba el banquillo del Inter, descartó a Roberto Carlos por considerarlo demasiado pequeño.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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