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Suicidio croata ante un rival muy inferior

La República Checa rescata un empate en un partido que tenía perdido y del que se tuvo que ir Modric, con molestias musculares que ponen en duda su participación contra España

Rakitic, Perisic y Corluka piden calma a su afición.
Rakitic, Perisic y Corluka piden calma a su afición.Y. K. (EFE)

Nada está escrito en el fútbol, deporte en el que en cualquier momento el guión puede variar. Croacia dejó escapar dos puntos ante un rival muy inferior y quedó dos veces en ridículo, una por empatar un partido que debió ganar y hasta pudo perder, otra por la actuación de sus aficionados, que propiciaron que el partido se suspendiese durante seis minutos al lanzar bengalas y petardos al césped.

Croacia es una magnífica selección con espléndidos futbolistas, pero todo lo sucedido en Saint-Étienne alerta sobre la sustancia del equipo, sobre una fragilidad que cuestiona si está preparado para ser grande. Por una cuestión u otra, porque Modric, lesionado en una ingle, ya no estaba sobre el campo, puede que por todo, el equipo entró en un negro agujero y le dio vida a un limitadísimo equipo checo, que celebró el empate como si fuese la mayor de las victorias.

Y el caso es que los croatas habían partido con paciencia. Los tres puntos que sumó la primera jornada le permitieron comenzar con ese sosiego, también la incapacidad del rival para imponerse. Lo peor que le puede ocurrir a un equipo de fútbol es no definir un estilo y en esas entretelas se manejaron los checos, que amagaron con sacar el balón desde atrás, pero al tercer pase se daban de bruces con sus carencias y se abandonaban al pelotazo y la búsqueda de la segunda jugada, un recurso para el que tampoco parecieron preparados. Así transitaron hasta que le insuflaron oxígeno, bamboleantes y romos, incapaces de tirar ni entre los palos ni cerca de ellos durante más de cincuenta minutos, sin encontrar a Rosicky, que se supone debe darle el matiz diferencial. Tampoco parece que esté para muchos alardes.

El desplome de los croatas deja dudas sobre si están preparados para competir entre los grandes 

Ante tan rústico despliegue los croatas maduraron la situación. Se anclaron a Modric para mostrar el valor de la fluidez. Donde su oponente alineaba a un par de bregadores como Darida y Plasil, Croacia recurría a la sutileza. Hay diferencias. Modric abrió espacios y a los checos les empezó a caer una lluvia fina que a la media hora de partido ya les tenía empapados. Cuando ya les calaba, el pequeño genio croata se fue a la caseta, con la vista ya en el partido contra España y el deseo de preservar su condición física. Luego la borrasca cambió de dirección.

Defendió muy atrás la República Checa, pero no encontró ahí el castigo sino en su imprecisión en el manejo, vía por la que cometió dos flagrantes errores en la circulación de la pelota que le costaron dos goles. Ni siquiera precisó Croacia desgastarse en la presión para que los jugadores checos se pusieran en evidencia. Primero fue Badelj, magnífico guardaespaldas del talento, el que aprovechó la torpeza ajena para recuperar la pelota en la línea divisoria de ambos terrenos y regalarle unos valiosos metros a Perisic, un zurdo de mira telescópica que amagó ante su para esperar a que se abriera el pasillo preciso para colocar la pelota junto al palo lejos de Cech.

Luego, ya en la segunda parte, fue el propio meta el que se lió con el central Hubnik. Por allí se cruzó Brozovic para dejarles con el molde y habilitar a Rakitic ante el segundo tanto. Los checos estaban en la lona. Habían intentado resistirse al inicio de la segunda parte más por empuje que por juego. En ese punto se fue Modric, que llevaba unos minutos quejoso de una ingle. Estaban risueños los croatas, pero acabaron circunspectos. Primero marcó Skoda y acortó distancias cuando restaba un cuarto de hora para el final. Fue una acción episódica, pero bien resuelta, también una alerta sobre uno de los pocos recursos que tenía la República Checa, el centro y el remate por alto. Por esa vía insistieron después de que a cinco minutos del final se tuviese que parar el partido por la sinrazón de tipos que sobran en los estadios.

Cuando la pelota volvió a rodar resultó que Croacia se había ido antes de tiempo. Vida cometió un penalti evitable y Necid empató, otro más, sobre la hora.

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