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Turquía se resiste a su suerte

El equipo de Terim logra imponerse a la República Checa y debe aguardar al final de la jornada para saber si pasa como tercero

Jordi Quixano
Tufan celebra el 2-0.
Tufan celebra el 2-0.ANDY RAIN (EFE)

Se sabe la estrella de Turquía y actúa como tal. Tras quedarse limitado en la banda izquierda por dos partidos –en los que el equipo no dio una derechas-, Arda Turan consiguió que Terim hiciera un molde a su medida, un 4-2-3-1 donde él actuaba de mediapunta sin apenas exigencias defensivas y libertad absoluta en el ataque. Ventaja que aprovechó porque tanto le daba actuar de mediocentro para sacar el balón desde la raíz como colocarse de falso 9 en busca de la prolongación o el rebote a los balonazos que le enviaban a Burak Yilmaz, un delantero que se mueve mucho mejor de lo que juega. Dueño y señor de Turquía, Arda trató de imponer su ley sobre el césped del estadio Bollaert de Lens. No lo consiguió porque la República Checa demostró que para gobernar los partidos más vale un equipo a una estrella; pero para ganarlos, bien vale un crack como Arda, un joven prometedor como Mor y un delantero con gancho. El triunfo les da una prórroga, puesto que deben aguardar a los resultados de esta noche para saber si siguen de pie en el torneo.

El balón y el fútbol corrieron por parte de la República Checa. No le quemaba la pelota entre los pies y sacaba el esférico limpio desde atrás, al tiempo que Darida y sobre todo Plasil movían los hilos desde el eje. Por la derecha rompía el combativo lateral Kaderabek y se ofrecía en el costado opuesto Krejci. Pero les costaba horrores pisar área y encontrar a la referencia, a un Necid torpe a rabiar que andaba reñido con el fútbol. Así lo explicó en ese remate que le dio con el exterior cuando tenía la portería ante sí y lo envió por arriba. Pero su gafe era contagioso: el poste escupió el cabezazo de Sivok; Kaderabek prefirió chutar al bulto antes que dar el pase tras la asistencia interior de Plasil; a Darida se le marchó alto su disparo tras un nuevo saque de esquina; y Babacan se ganó los flashes y el aplauso después de una bella palomita al disparo lejano de Plasil. Demasiadas ocasiones sin premio que penalizó Turquía.

Sin plan porque el equipo de Terim es un auténtico caos –le basta el vuelo de una mosca para desordenarse-, el equipo se entregó al 10. Eran las normas de Arda, que en los dos primeros minutos del encuentro se peleó con dos compañeros porque exigía toque y ser la frontera del fútbol; quería jugar a algo que a su alrededor no comprendían. Pero si no tocaba él la pelota no había tutía. Hasta que se salió con la suya. Fue en una contra, cuando recibió en la medular, encaró al lateral para provocarlo y cuando le entró, soltó el pase para la carrera de Mor, que pisó línea de fondo y puso el pase atrás para el remate seco de Burak Yilmaz. Una palanca, una carrera, tres pases y un gol. La activación llegó de Turan, pero Mor demostró tener una electricidad, conducción y desparpajo impropios de su edad (18 años). No es raro que le hayan captado a pesar de que apenas chapurree el turco, puesto que ha vivido en Dinamarca y ahora hará carrera en el Borussia Dortmund.

Un empleado de la UEFA retira una bengala.
Un empleado de la UEFA retira una bengala.MOHAMED MESSARA (EFE)

Con el paso de los minutos se diluyó la propuesta checa –que aun así contó con un disparo de Darida y otro de Necid, ambos torcidos- y subieron los decibelios turcos, que se resistían a su suerte. Lo probó Mor tras un eslalon precioso y lo consiguió Tufan tras cazar el balón en el área chica. Fue el gol definitivo para el partido y el tanto de la esperanza para una Turquía. También el adiós de la República Checa.  

El Atatürk de Lens

Era el Bollaert de Lens pero parecía el auténtico estadio olímpico de Atatürk en Estambul. La hinchada turca acudió en masa al encuentro de anoche, confiada en que llegaría una victoria que maquillara su torneo. Acertaron el tiro; pero fallaron con los métodos y a buen seguro que la UEFA les impone una sanción.

Cánticos, jarana por doquier y banderas con la luna menguante y su estrella que no dejaban de ondear por las calles aledañas y por las gradas. Eran riadas de turcos que silenciaron en un pispás a los checos. En el césped y en los vomitorios. Pero se extralimitaron. Resulta que con el segundo gol, el de Tufan, la hinchada encendió unas ocho bengalas y seis las arrojaron al terreno de juego. Se detuvo un segundo el duelo y hasta Arda Turan fue a pedir que pararan. Al final, se acabó el fuego pero no la fiesta. Al menos, hasta que los otros grupos digan lo contrario.

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