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COPA AMÉRICA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Ni AFA ni Maradona, Messi

El rosarino decidió camino de Nueva York que la Copa del Centenario va a ser su trofeo, el de sus compañeros y el del Tata

Ramon Besa
Messi, el viernes en rueda de prensa en Nueva Jersey.
Messi, el viernes en rueda de prensa en Nueva Jersey. DAVID FERNÁNDEZ (EFE)

Argentina ganó su último título en 1993, cuando Messi tenía seis años y jugaba en el Grandoli por el empeño de su abuela Celia, a la que dedica todavía sus goles, también los del Barcelona. La Albiceleste no salió campeona con jugadores trascendentes como Zanetti, Crespo, Sorín, Verón, Cambiasso, Ayala, Riquelme y Aimar. Muy bien pudiera ser por tanto que la sequía no obedeciera exclusivamente a una cuestión de futbolistas sino también de organización y estructura, aspectos que competen a la Federación Argentina, recién intervenida por la FIFA.

No es casual que Messi escribiera el viernes en su cuenta de Instagram: “Qué desastre son los de la AFA, por Dios!!!”. Los mensajes del 10 son tan escasos como disuasorios, síntoma de cuestiones profundas, como cuando el vicepresidente del Barcelona Javier Faus afirmó que no advertía ninguna razón por la que se tuviera que mejorar cada seis meses el sueldo del rosarino en el Barça. Aunque pudiera ser tan egoísta como Pelé, Di Stéfano, Cruyff o Maradona, Messi nunca fue arrogante ni narcisista, sino que se le tiene por introvertido y hasta poco líder, según el Dios Diego.

Messi nunca fue arrogante ni narcisista, sino que se le tiene por introvertido y hasta poco líder, según el Dios Diego

Habla muy poco, siempre con la boca pequeña, de manera que hay que prestar atención cuando se manifiesta porque sus afirmaciones no son gratuitas ni ingenuas, y menos en Argentina. Ha estado tiempo callado, sobre todo en Berlín y más en Johanesburgo, cuando Maradona tenía el puro en la boca y le mandaba que tomara la palabra, y de su paso por Maracaná quedará su mirada sobre la Copa del Mundo. Acaso alguna vez comentó aspectos del juego, sobre todo en la Copa de Brasil y en el Camp Nou desde que está Luis Suárez. Hasta que llegó a América.

Messi decidió camino de Nueva York que la Copa América del Centenario va a ser su trofeo, el de sus compañeros y por supuesto el de Tata Martino, nunca el de la AFA. Una muestra de su compromiso con el equipo y no con los dirigentes, que han vivido a cuerpo de rey a cambio de tener a la selección a pan y agua, contentos con el debate nacional sobre el pecho frío de Lio, convencidos de que si nada se ganó en 20 años fue por culpa del 10. Messi quiere ser campeón en 2016 después de haber perdido contra Alemania en Brasil 2014 y ante Chile en Santiago 2015.

Acostumbrado a que los títulos se resuelvan por detalles, a veces en la prórroga y en ocasiones en los penaltis, Messi siente que puede marcar las diferencias en la final después de su excelente progresión en la actual Copa: empezó como suplente, se estrenó con un triplete en media hora frente a Panamá y después igualó el récord goleador de Batistuta para superarlo a la siguiente jornada con un tiro libre de falta que estremeció a América. No hay mejor detallista en el mundo que Messi. Ocurre que para resolver con un gesto técnico del 10 se precisa que el partido lo maneje Argentina.

Messi ha advertido que la Albiceleste ha sido más equipo que nunca hasta alcanzar la revancha con Chile

Y Messi ha advertido que la Albiceleste ha sido más equipo que nunca hasta alcanzar la revancha con Chile. No solo se siente en paz consigo mismo, fino, completo y maduro, sino que está muy a gusto con el plantel, con el diseño de los partidos, con el Tata y con Mascherano, el mismo compañero con el que conquistó el oro en los Juegos Olímpicos de 2008 después de que Guardiola le dejara partir a Pekín cuando el Barça podía retenerle por mandato del COI. A excepción del Mundial sub-20 de 2005, aquella medalla figura como el único trofeo del 10 con Argentina.

Tampoco parece accidental que el último título que ganó la Albiceleste, cuando Messi tenía seis años, fuera con dos goles de Batistuta a México en la final de la Copa América de Ecuador 1993. Messi acaba de batir precisamente el récord de Batigol. Ocurre que hoy no solo marca goles sino que funciona como asistente, como figura y como portavoz, sin necesidad de proclamarse líder, como pide Maradona, el mismo que ha dicho: “Si no ganamos, que no vuelvan”. Maradona, siempre único e irreverente, por una vez ha actuado como si fuera un miembro de la AFA.

Todos quieren ir a recoger la Copa, ya la dan por ganada, salvo Messi, que quiere merecerla; de ahí su motivación y también su desafío, cumplidos los 29 años y después de haber conquistado Europa con el Barça. La Copa del Centenario será o no será la Copa de la Argentina de Messi con vistas al Mundial de Rusia 2018. Si la derrota tiene siempre nombre y apellido, la victoria también llevará solo el sello de Messi. Que nadie más se apunte el tanto, salvo los que quiera el 10. La presión se la pone Messi.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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