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La furia tiene castigo

Serena (9.000 euros), Troicki (9.000) y Watson (12.000) son multados por sus malos modos. "Intento romper unas cuantas raquetas cada año. Este voy un poco por detrás, así que está bien”, dice Williams

Alejandro Ciriza
Serena lanza su raqueta al suelo tras romperla.
Serena lanza su raqueta al suelo tras romperla.Ben Curtis (AP)

Wimbledon, selecto y singular como es, prioriza la exquisitez. Los buenos modales recorren de un lado a otro el recinto, ubicado al suroeste de Londres en medio de extensas praderas y viviendas adosadas de lo más coquetas, máximo de dos alturas. El trato es impecable, desde el que dispensan los empleados del torneo (conductores, cocineros, seguridad, mantenimiento…) hasta el del vecindario, que acepta de buen grado la marabunta que se filtra en sus calles durante estas dos semanas. Todo es cordialidad y buenas formas fuera de la pista; sin embargo, otra cosa bien distinta es lo que ha ocurrido en su interior, donde los partidos han dejado más de un borrón.

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Quizá, el más desagradable lo protagonizó ayer Viktor Troicki. El serbio se despidió del All England Tennis Club después tras caer frente al catalán Albert Ramos, pero lo hizo con un mensaje: “Eres idiota, tengo que decírtelo”, le recriminó al juez de silla al terminar el pulso. Antes ya había dejado otra perla, después de que el árbitro Damiano Torella rectificase una decisión y diese por buena una bola que previamente le había negado a Ramos. “¿Pero has visto la bola? ¿Has visto la bola? Eres el peor árbitro del mundo, eres muy malo, horrible”, incidió el serbio.

Hoy, ni 24 horas después, la organización ya tiene una respuesta para él: 10.000 dólares de castigo (9.000 euros). La misma sanción que ha recibido la defensora del título, Serena Williams, trabada una vez más en el juego, ayer contra Christina McHale. Colérica, después de ceder el primer parcial del partido se sentó en la banqueta y la tomó con su raqueta. La estampó varias veces contra el césped, hasta que el arco fue perdiendo la forma, y acto seguido la lanzó hacia atrás, estando a punto de impactar contra un cámara televisivo.

“He roto un buen número de raquetas a lo largo de mi carrera”, explicó la número uno, a la que no pareció escocerle demasiado la posibilidad de que el torneo le castigase; “he sido multada un buen número de veces por romper raquetas; de hecho, si mora atrás no rompí ninguna durante el Masters de Roma ni en Roland Garros, así que lo estaba haciendo realmente bien. No quiero ir muy lejos en romper una raqueta, ¿sabes? Voy por el buen camino. Intento romper unas cuantas cada año. Este voy un poco por detrás, así que está bien”.

Pero la mayor reprimenda se la ha llevado la inglesa Heather Watson, 55 del ranking. Perdió contra la alemana Annika Beck después de desaprovechar tres match points y, como suele ser habitual, también lo pagó con la herramienta. Varios golpetazos, con el consiguiente perjuicio para el ultra cuidado césped de la pista, le obligan a pasar por caja para abonar 12.000 dólares (10.800).

Hace tres días quien tuvo que rascarse el bolsillo fue Nick Kyrgios, tan talentoso como incontrolable. El australiano, que el año pasado ya protagonizó varios episodios bochornosos, tuvo que desembolsar 3.000 euros por su “conducta antideportiva” (unsportsmanlike conduct / code violation) durante el partido contra Radek Stepanek. Y ayer, en la pista 16, también dejó mucho que desear el enfrentamiento entre Feliciano López y José Perlas, el preparador del italiano Fabio Fognini. “¡Eres lo más sucio que he visto en 20 años! ¡Lo que haces es patético!”, le dijo el toledano al técnico, que durante el partido había proferido varios comentarios contra el jugador.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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