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EUROCOPA 2016 | OPINION
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cosas que pasan

Como culé histérico es casi una alegría que, para una vez que Messi defrauda, no haya sido en el campo, pero como ciudadano es una noticia que me entristece y cabrea

Rafa Cabeleira
Messi y su padre, Jorge Horacio, durante el juicio en Barcelona.
Messi y su padre, Jorge Horacio, durante el juicio en Barcelona. POOL (REUTERS)

Hace unos días me encontré con mi antiguo entrenador de las categorías inferiores del Campelo paseando por la calle. No es que yo sea una persona que acostumbre a salir de casa para caminar sin ninguna razón específica pero algunos días me obligo a ello para no sentirme un perfecto inadaptado. Como hacía mucho tiempo que no lo veía y siempre procuro aparentar cierta cercanía con mis vecinos y conocidos, lo abracé con efusividad y le pregunté que dónde se había metido mientras lo zarandeaba como si fuese una rama de eucalipto. “¡Ni que te hubiesen metido en la cárcel!”, dije para demostrar que a veces resulto incluso ocurrente. Él apartó un poco la mirada y bajando la cabeza me respondió que sí, que ya llevaba una buena temporada a la sombra, que son cosas que pasan, que nunca imaginó terminar así...

Cuando la tierra me vomitó, después de haberme tragado de un solo bocado, retomamos la conversación y me contó que jugaba en el equipo de fútbol de la cárcel y que, recientemente, habían viajado a Madrid donde se proclamaron campeones del torneo nacional de centros penitenciarios. “Pero el año que viene va a ser imposible revalidar el título”, me espetó. “Con Messi no va a haber quién gane a los de la cárcel de Barcelona”.

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Ayer mismo se confirmó la noticia de que Leo Messi ha sido condenado a 21 meses de prisión por fraude fiscal aunque no parece que el argentino vaya a pisar la cárcel, al menos no por esta vez. Como culé histérico es casi una alegría que, para una vez que Messi defrauda, no haya sido sobre el terreno de juego pero como ciudadano de a pie es una noticia que me entristece y cabrea a partes iguales. Uno de los deportistas mejor pagados del planeta, un ídolo de masas proclamado por el barcelonismo más disciplinado y conservador como ejemplo de conducta para los niños del futuro, ingeniándoselas para tributar menos de lo que le corresponde mientras mis amigos fotocopian billetes de cinco euros para hacer bulto en la cartera y no caer en una depresión severa cada vez que la abren. Justicia es cuando justo parece, supongo.

El que no defraudó esta vez fue Cristiano Ronaldo, némesis natural del argentino y líder estético de una selección que se ha metido en la final de la Eurocopa sin mucho ruido ni demasiado fútbol pero con todo merecimiento. Portugal, que es un especie de Galicia pero con peores mariscos y un gusto exacerbado por la ropa de marca, celebró por todo lo alto la victoria sobre la tribu galesa de los Bale el mismo día que la justicia española demostró que sí se puede parar a Messi sin necesidad de coser sus mágicos tobillos a patadas. No jugó Pepe que, quizás por hurgar un poco más en las heridas del argentino, esta vez no apareció en las fotos. Huelga decir que ni los más viejos del lugar recordaban una noche de fiesta como la que ayer se vivió en Sanxenxo.

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