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Ricciardo pierde media sonrisa

La vistosa aparición de Verstappen y el error de Red Bull en Mónaco diluyen el papel del australiano

Oriol Puigdemont
Ricciardo, en Silverstone.
Ricciardo, en Silverstone.Mark Thompson (Getty Images)

Ponerse a charlar con Daniel Ricciardo (Perth, 27 años) siempre da buen rollo y cierta esperanza: en un mundo de superestrellas como el de la Fórmula 1, él es un tipo de lo más normal. Probablemente haya otros pilotos como él pero no lo demuestran. Ricciardo se siente un súper privilegiado por haber cumplido el sueño de formar parte de esta exclusivo grupo de elegidos que compiten por el Mundial, y eso que últimamente tiene motivos para estar preocupado. Básicamente uno que se encuentra al otro lado del taller de Red Bull: Max Verstappen. Desde que la compañía energética le metió en Montmeló en el coche de Daniil Kvyat, el holandés se ha convertido en la sensación del campeonato y ha diluido el papel de su vecino, alguien que en 2014 fue capaz de ventilarse a todo un tetracampeón como Sebastian Vettel en igualdad de condiciones.

En las cinco carreras que Mad Max ha disputado subido al Red Bull ha sumado dos podios y 59 puntos, siete más que él. De hecho solo Lewis Hamilton (85) y Sebastian Vettel (63) han acumulado más que él. En cuanto a las cronometradas, el debutante más joven de la historia sigue con su fulgurante curva de aprendizaje y este sábado logró por primera vez imponerse a su compañero, que arrancará el cuarto, justo por detrás de él.

Ricciardo se sentía el rey del mambo hasta que llegó Verstappen, y ahora vive con esa sensación que tienen algunos niños cuando sus padres aparecen en casa con un hermanito pequeño. Red Bull le ha renovado dos años más, aunque dadas las cláusulas draconianas que recogen la mayoría de estos contratos, no es fácil interpretar qué planes tienen los jefes para él ahora que cuentan con “el nuevo Ayrton Senna”, en palabras de Helmut Marko, miembro de la cúpula de la estructura del búfalo rojo. Con este panorama, ni siquiera él es capaz de intuir dónde estará en dos o tres años.

“Imagino que todavía seré un poco más guapo, aunque eso es difícil”, bromea Ricciardo antes de ponerse un poco más serio, algo difícil en alguien con esa cara de chiste. “Me gustaría seguir en Red Bull, porque eso significaría que lo estamos haciendo bien”, añade en una charla con EL PAÍS que tuvo lugar en el pabellón que la escudería de Milton Keynes tiene instalado en el ‘paddock’ de Silverstone. Ese nuevo acuerdo no es más que la prolongación del que ya tenía aunque con algunas variables modificadas, de modo que lo único que hizo el equipo fue ejecutar la opción que tenía para atarle de forma unilateral. Lo mismo que unos días antes había hecho con Carlos Sainz, aunque en el caso del español fuera con Toro Rosso, la segunda formación de la marca.

A Ricciardo, el mundillo de la F-1 le adora y es prácticamente imposible pillar a nadie en un renuncio o hablando mal de él. Es simpático, dicharachero y al mismo tiempo discreto, y no se le conocen arrebatos de genio. El más vistoso, el cabreo que le pilló en Mónaco, cuando un error de los mecánicos en el cambio de gomas le birló una victoria que ya casi constaba en su casillero. Además, el chico venía de ver cómo Verstappen se subía por primera vez al RB12 en Montmeló y ganaba.

“Tras correr en Barcelona no fue fácil, aunque después de Mónaco fue aún peor por la frustración que sentía. En estos casos tienes que analizar todo lo bueno te pasa en la vida. Si no, te puedes meter en un bucle y terminar hecho una mierda”, relata el corredor aussie. “Cuando llegué a mi apartamento [vive en Montecarlo] reflexioné un poco: había logrado la ‘pole’, iba delante y el mundo era consciente de que hasta la entrada en garaje era el mejor en la pista. No me llevé el trofeo pero lo hice todo bien”, añade Ricciardo en una muestra de esa actitud siempre tan positiva que le hace distinto al resto y que tan bien simboliza el tejón melero, su animal favorito. Este bicho figura en los libros como el mamífero más valiente y agresivo que existe, y también luce dibujado en la parte inferior trasera del casco del australiano, acompañado del mensaje: ¿Qué crees que haría él?

Sexta pole de Hamilton

O. P.

Lewis Hamilton está que se sale este fin de semana que corre en Silverstone, delante de su hinchada, donde ayer se adjudicó su sexta ‘pole’ de la temporada en una última intentona de infarto, después de que los comisarios le invalidaran su primera vuelta rápida por traspasar los márgenes de la pista. El británico sigue embalado en la persecución de Nico Rosberg, su compañero en Mercedes, que esta tarde (14:00 horas, Movistar +) arrancará el segundo. El tercero será Max Verstappen, que protagonizó su mejor sábado en la F-1 hasta la fecha, mientras que Daniel Ricciardo, su vecino en el taller de Red Bull, lo hará el cuarto. La tercera línea de la parrilla la liderará Kimi Raikkonen, que esta vez le ganó la partida a Sebastian Vettel. Ferrari tiene problemas y todos se concentran en el monoplaza del alemán, que durante la tercera sesión de ensayos libres se volvió a cargar el cambio de su coche y recibió la pertinente penalización. De esta forma, el tetracampeón saldrá el undécimo y con la necesidad de escalar posiciones.

En su camino probablemente se encuentre con Fernando Alonso, que volvió a meterse en la criba definitiva (Q3) y que comenzará el noveno, y con Carlos Sainz, el séptimo.

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