_
_
_
_
_

Carolina Marín charla con su entrenador sobre el sueño olímpico

Fernando Rivas describe a la campeona mundial de badmintón como una "depredadora"

Carlos Arribas
Carolina Marín y su entrenador, Fernando Rivas.
Carolina Marín y su entrenador, Fernando Rivas.Samuel Sánchez (EL PAÍS)

Carolina Marín, de 23 años, iba para bailaora flamenca y se quedó en badmintoniana zurda, lo que, a la larga, se ha demostrado más productivo y más acorde con su carácter, tan dominante, y de su personalidad única, su ambición. Es la mejor del mundo, cosa que solo ella puede decir, y aspirante a todo en Río, en los Juegos Olímpicos. Fernando Rivas, su entrenador, llegó de Holanda con una bicicleta debajo del brazo que pedalea para subir a la Puerta del Ángel en el Paseo de Extremadura, en Madrid.

Tiene una personalidad al menos tan fuerte como la de su entrenada, junto a la cual multiplica su fuerza en simbiosis magnífica. “Ves”, dice, “solo entrevistáis a los deportistas, y es un error. Los técnicos también somos importantes, y no solo los entrenadores de fútbol”. Han escrito a medias un libro, Gana el partido de tu vida, que gira alrededor de la noción de éxito, su éxito, y de lo que hace falta para conseguirlo. Y hablan de un tema del que no se suele decir mucho, de las obligaciones con el Estado que les financia de los deportistas que triunfan.

Pregunta. Según el libro, el deportista no es solo él, sus genes, su habilidad, sus piernas, sino muchas más cosas. Carolina, que es una depredadora nata, también es fruto de un trabajo.

Fernando Rivas. Pero sin esa “depredadora”, sería todo imposible. Partiendo de ese carácter, que es la característica más destacada de Carolina, e innata, el resto hay que trabajarlo. Se le ha hecho mucho daño al deportista y mucho más al entrenador con las definiciones que se hacen del talento. Un deportista puede nacer con un potencial especial, lo que se ha llamado talento, y por extensión del campeón se dice que es un talento innato. Yo no creo en el talento innato. Creo que hay un potencial, que bien trabajado te lleva arriba. El mejor talento es la capacidad de trabajo y de sacrificio, la voluntad guiada por la ambición.

Más información
Carolina Marín ya es bicampeona de Europa
Carbonell deja de patrocinar a Carolina Marín

¿Qué quiere sentir en el podio? ¿Alpinista que conquista una cumbre y se siente encima del mundo?

Carolina Marín. Yo, la ambición, la tengo desde pequeña de querer ser la mejor, campeona del mundo, campeona de Europa y campeona olímpica. Busco el reconocimiento de serlo y la recompensa a todo el esfuerzo, al camino que hemos tenido que recorrer, lo que hemos hecho hasta conseguirlo, la medalla que queremos conseguir.

¿Fin de trayecto?

Final de trayecto, no. Esto es muy largo. Es parte del camino, podíamos decir. Y con la planificación, el, digamos, predominio de lo cerebral, yo no le robo la magia al deporte. Los Juegos son especiales, sí, ocurren cada cuatro años, pero no dejan de ser un torneo más.

¿Lado racial? ¿Lado cerebral? ¿Instintivo?

Son las dos cosas. Llevo la furia dentro, pero hemos trabajado muchas cosas para que los momentos malos no sean tan malos, para saber qué está pasando para desdramatizar lo malo y controlarlo. Al final, es un combo de las dos cosas, lo cerebral y lo racial.

¿No pensar con las piernas, sino con la cabeza? ¿Atacar solo cuando se sepa que se va a hacer daño, como los buenos ciclistas?

Es muy similar, sí. Tenemos muy bien estudiado el equipo y yo en qué momentos del partido hay que saber hacer una cosa u otra, qué estrategia vamos a llevar a cabo contra la rival, y también saber disimular esa estrategia para que la rival no sepa qué estamos haciendo. Las dos usamos una máscara de todas maneras, pero nos conocemos muy bien las mejores. Ellas me tienen tan analizada a mí como yo a ellas.

FR. Aparte de nosotros dos, el equipo es también Anders Thomsen, que es el entrenador asistente. Y luego, colaboran puntualmente Ernesto García, Joana Martínez y Rafael Vázquez. Aparte, es muy importante el fisio, Diego Chapinal, y trabajamos también con Juan Carlos Campillo, el coach mental, que no psicólogo.

CM. No es lo mismo un psicólogo que un entrenador mental. El psicólogo es como un complemento vitamínico. Cuando te falta una vitamina, lo tomas. Con el coach mental trabajamos el control emocional, cómo introducir cosas en los entrenamientos, cómo gestionar mejor el poco tiempo que tenemos entre jugadas para centrarnos en lo importante. Con él hago un trabajo continuado de desarrollo que aplico a diario en los entrenamientos. De todas maneras, el primer psicólogo es siempre el entrenador. El cerebro no deja de ser otro músculo que se puede entrenar.

¿Forma novedosa de trabajar, choque con la federación?

FR. En una federación como la nuestra, que en 2008 lo máximo que se había ganado en bádminton había sido un partido olímpico, cuando les puse sobre la mesa a la directiva un proyecto que “aseguraba” el camino para generar medallas, me tacharon de loco, pero desde ese día creo que hemos ganado 18 medallas entre Europeos y Mundiales. Son más de dos medallas por año. No hemos fallado… En ese momento, la federación no se opuso, de todas maneras.

¿Más dura por esta necesidad de hacer valer tu visión a los incrédulos?

"Lo que me ha hecho más fuerte es que yo no pude tener una referencia en el bádminton español como los que vienen la tendrán conmigo"

CM. Lo que me ha hecho más fuerte es que yo no pude tener una referencia en el bádminton español como los que vienen la tendrán conmigo. Mi ídolo siempre ha sido Rafa Nadal, y me siento orgullosa de haber sido la que ha abierto una puerta por la que en un futuro entrarán muchos más campeones.

¿Sponsor?

CM. Carbonell tenía un déficit bastante grande y han cerrado sus patrocinios, pero estoy agradecida por el año que hemos pasado juntos en el que nos hemos aportado mucho mutuamente. Estoy segura de que van a venir más. Ya hay alguno haciendo cola… En los Juegos no puedo llevar publicidad, de todas maneras.

No sé decirte si sin Fernando de entrenador habría sido campeona, pero está claro que con Fernando lo somos. Soy yo la que está en la pista pero sin el trabajo que hay detrás no podría entrar en la pista y hacer lo que hago. ¿Con otro entrenador? No sé lo que habría sido.

FR. No puedo decir si ella habría sido campeona sin mí o no, pero lo que está claro es que ella era indispensable para esto. Detrás de ella, de la persona indispensable, hace falta un proceso de entrenamiento y un entrenador, sea el que sea, pero un entrenador que diga qué disparate es ese de que una española no puede ser campeona del mundo. No estoy hablando de mí, sino de una mentalidad de entrenador con objetivos, ambiciones y un procedimiento.

¿Otra visión? ¿La palabra estrategia no tiene ya demasiada carga peyorativa como para usarla?

FR. Había una actitud muy conformista, muy de decir, “si aquí somos España, si esto es bádminton en España, ¿cómo vamos a hacer algo?” Pues precisamente por eso, como no hemos hecho nada nunca, ¿qué es lo peor que puede pasar si hacemos las cosas diferentes? ¿Qué sigamos siendo malos? Vamos a ver, por lo menos, si podemos ser mejores. No somos la leche, somos unos currantes. Hemos visto que planteándonos un objetivo y organizando la vida en torno a él, nuestro sueño olímpico, se multiplican las posibilidades de conseguirlo. El deporte son incertidumbres, no certezas, pero sí está la certeza negativa: si no trabajamos para algo, no va a ocurrir.

CM. Nosotros llamamos a eso estrategia, al plan.

FR. Estrategia no es táctica, es un proceso de desarrollo a largo plazo. Táctica es la forma de llevar un partido.

¿Es usted como una torera nacida en Indonesia? ¿Cómo puede ser la mejor del mundo en un deporte que no tiene nada que ver con su cultura?

CM. En Indonesia yo no sería rara, claro, pero en España lo ven desgraciadamente así. Todo se ha conseguido a base de mucho esfuerzo. Ahora puedo vivir del bádminton, porque no me tengo que pagar una casa, ni la comida, vivo en la residencia del CAR donde me lo pagan todo, pero el futuro está complicado. El día que me vaya a vivir fuera, eso ya no lo sé…

¿No está en deuda con el Estado por ello? Le han pagado su formación, su entrenamiento en unas instalaciones magníficas, su mantenimiento… ¿Es complicado conciliar su deber con la sociedad con el derecho que le otorga ser la mejor del mundo?

FR. ¿Puedo contestar yo con una pregunta? ¿Lo que espera el Estado es que Carolina le devuelva la inversión que ha hecho en ella? Yo sé que no. Era una pregunta retórica… Creo que Carolina le está devolviendo al Estado muchos títulos y una presencia de la marca España en todo el mundo de la más altísima calidad. El Estado hace lo que debe y Carolina cumple con su obligación.

CM. Yo no tengo que devolverle económicamente nada a ellos, más que nada porque no puedo, no tengo nada. A raíz de todo lo que hacemos detrás para conseguir lo que ellos ven, con eso hay más que suficiente. Y estamos enormemente agradecidos, claro, pero cada uno cumple con su obligación.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_