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Primer “triunfo” del equipo olímpico de refugiados

Yusra Mardini gana su serie de 100m mariposa aunque se queda lejos de los tiempos para la final

Yusra Mardini, durante la prueba de 100m mariposa en el Estadio Acuático Olímpico en Río de Janeiro.
Yusra Mardini, durante la prueba de 100m mariposa en el Estadio Acuático Olímpico en Río de Janeiro.CHRISTOPHE SIMON (AFP)

Su mejor logro no es, ni de lejos, el de esta primera jornada de competición en Río. Claro que la hazaña, en plenos Juegos Olímpicos, acaparó la atención del mundo entero. Yusra Mardini, la nadadora siria de 18 años que competía en el equipo formado por refugiados y bajo la bandera olímpica, ha debutado la tarde de este sábado en Río de Janeiro. Y ha ganado su serie, la primera de las eliminatorias de 100m mariposa. Aunque su tiempo, 1m 9,21s, a 13 segundos de la mejor, la sueca Sarah Sjöström, le deja muy lejos de la clasificación para la final, que se disputa en la madrugada del sábado al domingo.

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Mardini, cara de niña, los ojos marrones y grandes, expresivos, la mirada alegre, pronta para relatar una agonía con final feliz: dejó Siria, un país en guerra, el suyo, e inició la travesía hacia Grecia. Una noche, se paró el bote en el que navegaba a Lesbos junto a su hermana y otros 30 refugiados de la guerra. Ella, su hermana y otra mujer, se lanzaron al mar y nadando durante tres horas y media lo arrastraron y empujaron y lo llevaron a puerto. “Y mientras empujaba el bote, pensaba, ‘qué vergüenza si me muriera ahogada, yo, que soy una gran nadadora…”, dijo Mardini hace unos días en conferencia de prensa en Río.

La de la joven siria es la historia más conmovedora y amable del equipo de refugiados que desfiló la noche del viernes instantes antes de que lo hiciera Brasil. Maracaná se puso en pie para recibirlo con un caluroso aplauso. Mardini nació en Damasco, donde su padre era entrenador de natación. En 2012, a los 14 años ya representó a Siria en los Mundiales de Estambul en piscina corta, y en agosto de 2015, huyó de la guerra junto a su hermana, también nadadora. Atravesaron Líbano por tierra hasta Esmirna (Turquía), donde se embarcaron a Lesbos (Grecia). Por tierra, semanas después, llegaron a Berlín, donde se entrena dos horas diarias antes de las clases de bachillerato, que empiezan a las siete de la mañana, y también por la tarde. “Al poco de estar en Berlín fui a un club de natación y dije, ‘hola, soy nadadora, ¿me podéis ayudar?’ No tenía ni bañador ni gorro de baño. Me hicieron una prueba de nivel y me aceptaron. Ahora son como mi familia”.

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