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Simone Biles lleva a Estados Unidos hasta el oro

Las estadounidenses, con una superioridad aplastante, baten a rusas y chinas y abren la cuenta de medallas de la gimnasta que lo ha revolucionado todo

Amaya Iríbar
Simone Biles saluda al público rodedada por sus compañeras.
Simone Biles saluda al público rodedada por sus compañeras.DYLAN MARTINEZ (REUTERS)

En 1981 Bela Karolyi, el entrenador de Nadia Comaneci, la gimnasta más famosa del mundo, desertó de Rumania y se instaló en Houston (Texas), donde levantó un gimnasio. Entonces Simone Biles no había nacido, pero muchas de las cosas que se vieron ayer en el Río Olympic Arena se han cocido en ese complejo que huele a gimnasia y misterio por los cuatro costados. A Karolyi le sucedió su mujer, Martha, artífice de este nuevo oro olímpico por equipos, el segundo consecutivo y que promete un dominio aún más prolongado y abrumador en la gimnasia femenina que el que disfrutó la Unión Soviética desde Helsinki 52 y hasta Atlanta 96 (con la única excepción de Los Ángeles 84, boicoteados).

Para lograrlo, Martha Karolyi se ha servido de una gimnasta explosiva y revolucionaria, única, como Simone Biles, que anuncia una cosecha de medallas en los próximos días. Una líder que compite en todos los aparatos —no cede ni uno y ayer volvió a ser la mejor de todas las participantes en salto, barra y suelo—, que disfruta con lo que hace porque sonríe todo el tiempo, y que asombra a todo tipo de públicos. Entendidos y profanos.

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En torno a su estrella imponente y feliz, Karolyi ha ido encajando las piezas. Un par de campeonas olímpicas recuperadas para la causa, como la reina de Londres 2012, Gabby Douglas, y el oro en suelo y bronce en barra, Aly Raisman; una jovencita con la máxima proyección como Lauren Hernández y una especialista en paralelas, el aparato que se le resiste un poco a Estados Unidos, Madison Kocian.

El resultado es abrumador. La brecha que ya mostró Estados Unidos hace cuatro años en Londres se ha agrandado hasta el abismo, tanto que a media competición ningún equipo podía disputarle ya el oro. Ni las rusas, que cuentan en Aliya Mustafina con una líder tan poderosa como Biles, pero que sufrieron un temprano problema en la barra de la joven Melnikova, ni las chinas. Ambas potencias ilustres, obligadas a luchar por la plata, se enzarzaron en una bellísima batalla que acabó por ganar Rusia por algo más de medio punto (176,688 frente a 176,003). Las campeonas llegaron hasta los 184,897.

Ese cóctel se preparó en El Rancho, que ya no es la escuela aislada del mundo donde viven las gimnastas, como aquella de Deva de la que salió Comaneci. Ni siquiera el centro de entrenamiento del que salió primero Mary Lou Retton para convertirse en campeona olímpica, la primera de Estados Unidos en esos boicoteados Juegos de Los Ángeles y luego Phoebe Mills, Kim Zmeskal, Becky Okino, Kerri Strugg...

Biles celebra con sus compañeras justo después de su ejercicio de suelo.
Biles celebra con sus compañeras justo después de su ejercicio de suelo.MIKE BLAKE (REUTERS)

Ahora es un laboratorio estratégico de primer nivel que se alimenta de la ambición y el talento repartido por todo Estados Unidos.

Su gimnasia se fabrica en todos los puntos del país con miles de niñas entusiastas que dedican horas y horas a perfeccionarse y entrenadores preparados, muchos de ellos emigrados desde la antigua Unión Soviética y los países de su esfera política, y se pone a punto en El Rancho, el Centro Nacional de Entrenamiento.

El resultado son gimnastas acostumbradas a competir al máximo nivel solo para hacerse un hueco en el equipo; con una presencia física imponente a pesar de su corta estatura, como Biles; llenas de energía, con ejercicios espectaculares, que raramente fallan y que suelen clavar, como si un imán las atrajera hacia el tapiz. Chicas que tontean en Twitter y sonríen a menudo, pero que son auténticos monstruos competitivos.

El primer título de Estados Unidos con todos los rivales a punto fue en Atlanta 96. Las Magníficas 7, como se las conoció, abrieron la puerta a este ciclo, que se empezó a gestar en Pekín 2008 con una plata que pudo ser oro y se ha consolidado en Londres 2012 y Río.

Esta época que se consolida no podía tener un final mejor que el ejercicio de suelo de Biles. La texana se quedó sola porque todos los demás equipos habían acabado. Voló más alto hacia su primer oro. Aspira a cuatro más.

Holanda o ¡viva la belleza!

En estos días en que la gimnasia se ha convertido en una lucha entre atletas de musculatura imponente, acrobacias imposibles en busca del más difícil cada día, brota la escuela clásica de Holanda. ¿Que tus gimnastas no pueden hacer un doble doble y aterrizar sonrientes en el tapiz como la tremenda Biles? Pues que dancen como bailarinas clásicas, con coreografías modernas e impecables, busquen en los giros los bonus de dificultad y hagan todo lo que intentan perfecto. Aunque sea un simple doble mortal. Es lo que se propuso Holanda y le ha llevado de vuelta entre los mejores. Con las gemelas Wevers —el suelo de Lieke es una maravilla—, Van Gerner, Thorsdottir y Van Pol. Aunque ayer acabaran séptimas.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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