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JUEGOS OLÍMPICOS | OPINIÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La hipótesis de Bolt

Bolt, durante las semifinales del 200.
Bolt, durante las semifinales del 200.Morry Gash (AP)

Un estudio longitudinal que empezó hace 12 años está a punto de concluir. La pista del João Havelange de Río será la protagonista del desenlace. El diseñador experimental y al mismo tiempo sujeto de estudio no es otro que Usain Bolt. El jamaicano nos propone algo diferente a lo habitual en las carreras de velocidad de atletismo. No se trata de hallar el citius, demasiado fácil para él. Ni siquiera las otras dos partes de la clásica locución latina (altius y fortius). Usain se propone demostrar que es capaz de hacer el triple-tres. El significado de la propuesta radica en que un mismo velocista, una vez ha logrado ser el más veloz (citius) será capaz, según su hipótesis, de resistir al paso del tiempo. Nada más y nada menos que desde los Juegos de Pekín de 2008. Si todo sale bien el experimento concluirá la madrugada del viernes al sábado próximos, con la final del 4x100m. Ahora estamos a punto de presenciar la parte principal, aquella en la que Usain mejor puede resistir el paso del tiempo y por ello acercarse más o incluso batir su actual récord. Se trata del 200.

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En las pruebas de resistencia estamos habituados a ver ganar a atletas de más de 30 años o incluso 40. Pero nos resulta extraño que un velocista, una vez en la cima, pueda resistir durante tantos años y que a punto de cumplir los 30, el próximo domingo, logre grandes registros e incluso especule con un posible récord en el 200. Con la edad los velocistas pierden velocidad de reacción y frecuencia de pasos. Pero ambos aspectos nunca han sido los puntos fuertes del jamaicano. Usain no consigue sus grandes registros gracias a ellos. Lo hace por medio de unas amplitudes de paso enormes, incluso si las analizamos relativas a su estatura.

En el récord de 200 (19,19s) en Berlín 2009 Usain dio 79,9 pasos de amplitudes crecientes hasta la meta. En el último 50 corrió con una amplitud media de 2,69m en cada paso. La mayor frecuencia la mostró en el tramo del 50 al 100 (4,43 pasos/s) y después la fue disminuyendo gradualmente hasta meta (3,91 pasos/s en el último 50). La principal limitación para no lograr mayores frecuencias no es en su caso la edad de su sistema nervioso, sino su estatura y enorme esqueleto. Quizás esto le proteja relativamente del paso del tiempo ya que mientras conserve la fuerza y flexibilidad suficientes para retener sus brutales amplitudes de paso no tiene por qué perder velocidad. Un récord es muy difícil (pero no imposible) y también depende de las condiciones ambientales que se den. Pero si los problemas de salud que ha tenido no le hacen mella, el 200 es el ensayo ideal, casi definitivo, para demostrar su hipótesis.

Xavier Aguado Jódar es Biomecánico del Deporte. Catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha

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