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JUEGOS OLÍMPICOS | ANÁLISIS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Bolt en perspectiva

Bolt, durante la final de los 200 metros.
Bolt, durante la final de los 200 metros.Dean Mouhtaropoulos (Getty )

Nadie podrá decirle que no lo intentó. Que no puso todo su empeño en buscar batir el récord del 200 que firmó en el Mundial de Berlín 2009 (19,19s). Salió 23 milésimas más lento que en la cita alemana, pero corrió muy rápido el primer tramo de curva. Tanto que sin contar el tiempo de reacción, el primer 50 (5,46s), lo hizo hasta una centésima más rápido que en su récord. Del 50 al 100 no estuvo nada mal (4,44s). Hasta ahí se había dejado unas 14 milésimas respecto a Berlín. Pero solo estaba a mitad de carrera y le quedaban algo más de 15 metros de curva y la interminable recta de más de 84 hasta meta. El segundo 100, con 4,84s y 4,88s respectivamente en los tramos de 50, fue francamente peor. Se dejó 45 milésimas más.

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Durante la carrera esta vez no danzó, ni miró a los lados, ni dejó de esforzarse antes de meta. Además, dio 80,2 pasos frente al margen habitual: de 79,7 a 79,9. Esto también podía ser un indicador de que iba a por todas, ya que en las carreras en las que dejaba de correr al verse ganador solía hacerlo incrementando la amplitud de los pasos a la vez que reducía la frecuencia. La pista húmeda y que ninguno de sus rivales bajara de los 20s no le ayudó en su propósito. Probablemente tampoco el hecho de acumular series de clasificación en el 100 y el 200, ya que su cuerpo no recupera como antaño los esfuerzos. Aun así fue el único que mejoró en la final su mejor marca de la temporada.

Hasta que llegó él parecía difícil que alguien de su estatura pudiera correr tan bien la curva del 200

El jamaicano nos ha mostrado una especial capacidad para reaparecer periódicamente con éxito en Juegos y Mundiales desde Pekín 2008. Su forma de ser y de correr empatiza con el público y nos hace sentir que por encima de la lucha de un atleta concreto estamos presenciando la del ser humano frente a sus límites. Pero a partir de ahora deberíamos mirar con perspectiva el fenómeno de Bolt. La suficiente como para no limitar que otros morfotipos y otras formas de correr puedan expresarse con éxito en la élite mundial. Hasta que llegó Bolt parecía difícil que alguien de su estatura pudiera correr tan bien la curva del 200. Ahora lo que nos choca es lo contrario cuando vemos, por ejemplo, un vídeo del fallecido Pietro Menea ganando el oro del 200 en los Juegos de Moscú 1980. Un año antes, Pietro había hecho récord mundial con 19,72s, marca con la que hubiera logrado la medalla de oro también en los juegos de Río.

Xavier Aguado Jódar es biomecánico de la Universidad de Castilla-La Mancha.

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