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El País Vasco huele a fútbol

Athletic, Real Sociedad, Eibar y Alavés, más el cercano Osasuna, en Primera

Marcos Llorente, en su presentación con el Alavés.
Marcos Llorente, en su presentación con el Alavés.David Aguilar (EFE)

Ocurrió en la temporada 1931-32, tres años después de que se creara la Liga española de fútbol. De los diez equipos que competían, cinco eran vascos: Athletic, Real Sociedad, Alavés, Real Unión de Irún y Arenas de Getxo. El Athletic fue el campeón, seguido por el Racing, con la Real en tercer lugar, el Arenas quinto, el Real Unión séptimo y el Alavés octavo. Estaba claro que el centro de producción futbolística estaba en el norte. Ochenta y ocho años después, cuatro equipos vascos y uno navarro vuelven a encontrarse en la máxima división. “Ya somos tres, solo falta el Alavés”, se cantaba hace unas décadas en Euskadi, cuando Athletic, Real y Osasuna militaban juntos en Primera. Cultural y futbolísticamente, en el País Vasco se ha considerado al equipo navarro como “uno de los suyos”, aunque ni política ni adminstrativamente la comunidad foral lo sea. Osasuna ha sido el último en regresar tras unos años de turbulencias máximas que lo dejaron al borde de la desaparición: estuvo a punto de descender a Segunda B (lo que hubiera certificado su defunción) y después ha vivido toda la pasada campaña más tiempo en los juzgados que en los terrenos de juego. Osasuna se tapó los oídos ante los ecos que llegaban de los juzgados (y siguen llegando) para alcanzar con una carambola un lugar en las eliminatorias de ascenso. El fútbol es más casual de lo que parece y los futbolistas más humanos que los dioses de los altares.

En Vitoria aún resuenan los ecos de aquel Alavés que disputó la memorable final de Dortmund ante el Liverpool en 2001

La comunidad autónoma vasca tiene poco más de dos millones de habitantes y Navarra 640.000 (según el censo de 2014). Está claro que el fútbol si no es un monocultivo se le parece. El caso más llamativo es Eibar, con una población de 27.440 habitantes y un equipo que disputa su tercer curso en Primera. ¿Un milagro?, ¿un modelo? Todo a la vez.

El fútbol sigue abriendo huecos, rendijas por las que a veces algunos equipos encuentran un lugar al sol. Las distancias económicas se agrandan cada año. Eibar, Osasuna y Alavés parten con la etiqueta de la humildad en busca de esas sorpresas que a veces te da la vida. Osasuna, también con la humildad presupuestaria, luce en los últimos tiempos un subcampeonato de Copa, una fase previa de Liga de Campeones, cuatro participaciones en la UEFA, en la que en 2007 disputó la semifinal. En Vitoria, aún resuenan los ecos de aquel Alavés, el pink team, que disputó la memorable final de Dortmund ante el Liverpool en 2001, aunque no son menores los ecos de los destrozos causados por el inefable Dimitry Piterman de cuyo nombre nadie quiere acordarse. La llegada de Josean Querejeta (propietario también del Baskonia de baloncesto, el otro gran emblema de la ciudad) ha saldado los temores que amenazaban al Alavés con un triste final. Vitoria es un caso especial. Con apenas 242.000 habitantes tiene un equipo de baloncesto de primer nivel europeo y ahora, de nuevo, un club de fútbol en Primera. Nunca tan pocos dieron para tanto. La historia del Eibar es de sobra conocida.

Si Kubala solía decir que le gustaba jugar en Bilbao “porque huele a fútbol por todas partes”, ahora el perfume del norte vuelve a ser de máxima intensidad: huele, pero no embriaga.

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