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Germán Sánchez, clavadista en el nombre del padre

El saltador mexicano logra en Río su segunda plata olímpica a golpe de regularidad

Germán Sanchez, celebra su medalla
Germán Sanchez, celebra su medallaAl Bello (Getty Images)

Cuando Fernando Platas conquistó en los Juegos de Sídney su primera y única medalla saltando al agua, Germán Sánchez tenía ocho años. Seguramente, aquel niño vería la final olímpica pegado a televisor de casa y al sillón de su padre. Sánchez (Jalisco, 1992) creció enganchado a los clavados por transmisión paterna. El ídolo del padre, se convirtió en el ídolo del hijo, que empezó a entrenar hasta hacerse profesional. 16 años después de aquella final, Sánchez ha superado a Platas al lograr en los Juegos de Río su segunda medalla olímpica.

Desde los 10 metros, el clavadista mexicano dio la sorpresa al superar al estadounidense David Boudia, uno de los máximos especialistas. Muy regular durante todas las series clasificatorias –no ha bajado en ninguna de las pruebas de los 80 puntos–, el tapatío brilló en la final con una puntuación de 532,70, sólo por detrás de los 585.30 del chino Chen Aisen.

Sánchez ya contaba con una plata, la compartida con Iván García en el salto sincronizado durante los pasados juegos de Londres 2012, al ejecutar un ambicioso clavado de cuatro vueltas y media en posición C, con 4,1 grados de dificultad.

Ambos saltadores, que se quedaron este año a las puertas de los metales dobles con un quinto puesto, se colaron también en la final individual. Paradójicamente, Iván García se clasificó por delante, en tercera posición con 497.55 puntos. Germán Sánchez fue noveno con 462.05 unidades.

Durante la serie, ninguno fue tan regular con Sánchez. Mientras los demás clavadistas cometían errores, el tapatío se mantenía recto. Del sexto puesto pasó al quinto, luego al cuarto, y cuando todo apuntaba a una honrosa medalla de bronce, un fallo del estadunidense Boudia le aupó a la plata. Iván García, por su parte, quedó en el décimo puesto.

Con década y media de carrera, Sánchez atravesó su peor etapa hace dos años, cuando una lesión del hombro le tuvo parado durante meses e incluso amenazó con borrarle de la cita olímpica. "Mi mejor virtud es saberme levantar de la derrota", dijo el joven saltador ante los medios después de conquistar la medalla.

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