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Villarreal cae con el Mónaco y se queda sin Champions

El equipo francés defiende con éxito la renta obtenida en El Madrigal ante un conjunto de Escribá sin fe ni pegada

Roberto Soriano pugna con Raggi.
Roberto Soriano pugna con Raggi.VALERY HACHE (AFP)

El deseo del Villarreal de pertenecer al selecto grupo de Champions resultó más una ilusión, un sueño con escasos fundamentos para plasmarse en realidad tras dos semanas de infortunios y líos. El Mónaco, un equipo mucho más rodado y conjuntado que el equipo castellonense con los efectivos justos, tocado en el ánimo, supo defender con éxito la ventaja obtenida en El Madrigal en una eliminatoria que nació y concluyó con una pena máxima a favor de los monegascos. A Musacchio le pitaron un penalti al final por unas manos inexistentes. En la primera parte sí la hubo en el área opuesta de Raggi, negada por Erikson, el multimillonario árbitro sueco. El fútbol español se queda sin un quinto participante en la Liga de Campeones, como ocurrió la temporada pasada. Por segundo año consecutivo sería demasiado para la UEFA. Montecarlo tiene más glamour que Vila-real que tendrá que conformarse con a vivir la Europa League.

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Fue el conjunto de Escribá víctima de sí mismo, de sus destacadas ausencias, penalizado por los errores de la ida, falto de fe, sin creatividad y pegada necesaria para levantar una eliminatoria igualada. El Mónaco sacó partido a sus cualidades, a su intimidatorio físico y oportuna definición.

Pidió Escribá a sus jugadores concentración defensiva, no cometer errores. Y paciencia. El equipo castellonense la tuvo en demasía. Apenas arriesgó. A través del esférico intentaba contrarrestar el Villarreal la intensidad y superioridad física del Mónaco, peligroso el conjunto monegasco en las transiciones rápidas y en las conducciones y cambios de ritmo de Bernardo Silva, el habilidoso futbolista portugués.

Falto de confianza, al Villarreal le faltaba fluidez, continuidad y profundidad en el juego, impreciso en el pase propiciando pérdidas de balón peligrosas que daban pábulo a los contragolpes monegascos tan veloces como inocuos, bien defendidos por la zaga amarilla con Víctor Ruiz acompañando a Musacchio en el eje de la zaga, la única novedad en el once con respecto al encuentro de ida disputado seis días atrás en El Madrigal. Al Villarreal apenas le cundía la posesión del esférico, plano en el despliegue, sin verticalidad alguna ni juego entrelíneas, desconectados los delanteros, penalizándole las pérdidas de balón.

A la media hora dio el susto el Mónaco tras un disparo centrado de Lemar desde el borde del área que se le escapó de las manos a Asenjo quedando frenado el esférico en la línea de gol. Nada comparable la ocasión monegasca con la que tuvo el Villarreal a cinco minutos del descanso, tras un pase profundo de Bruno, característico del capitán amarillo, que dejó a Santos Borré frente aSubasic, abortando la oportunidad el portero croata primeramente y Jemerson finalmente en boca de gol cuando el delantero amarillo se disponía a empujar a gol, ocasión de oro del equipo castellonense, mal definida por el delantero colombiano cedido por el Atlético de Madrid, precipitado en sus decisiones.

La acción amarilla despabiló al Villarreal lanzado al ataque en el último tramo, alarmando al Mónaco que terminó el primer acto defendiendo su área. En una eliminatoria entre dos equipos de parejo potencial, la suma de detalles a favor o en contra, posicionan el devenir de los partidos y la solución final. En un saque de esquina, la peinada de cabeza de Musacchio fue a parar al brazo extendido de Raggi. Erikson, el árbitro del encuentro, se hizo el sueco, su nacionalidad, y no decretó penalti. Si lo hizo al final el escandinavo en contra del Villarreal castigando a Musacchio por una supuesta mano. Solo lo vio Erikson. Seis días atrás en El Madrigal, el alemán Mark Borsch no tuvo reparo en señalar pena máxima a N’Diaye. Dos penaltis en dos partidos son mucho castigo.

Nada más iniciarse la segunda mitad, el Villarreal mandó su segundo aviso tras un pase de Pato a Santos Borré que de nuevo el colombiano finalizó erróneamente. Ahí quedó toda su ofensiva. Sin más remedio, el conjunto de Escribá dio un paso adelante. Obligaba la necesidad. Replegado el Mónaco, el conjunto castellonense no encontraba espacios, desparecido Roberto Soriano, sin metros para la carrera ni el desborde Samu Castillejo. La entrada de en el último cuarto de hora de Leo Suárez, el habilidoso y menudo jugador ofensivo del filial amarillo, resultó tardía. El Villarreal no dio para más y se queda sin el sueño de la Champions.

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