Nairo y Contador resuelven sus dudas
El colombiano del Movistar es el nuevo líder tras una etapa en la que el español respondió bien tras su caída
Dudas. Había muchas dudas. Dudas sobre el estado de forma de Nairo Quintana, de Froome, dudas sobre el estado físico y psicológico del Alberto Contador tras su caída. Dudas sobre hasta dónde podía llegar Esteban Chaves, el tapado, el admirado por Froome, su temido. Dudas, muchas dudas. Dudas de primus inter pares. Y dudas que fueron balanceándose en los dos kilómetros de subida a La Camperona. La etapa estaba perdida para los jerarcas. No les importaba. NO era su guerra. Prefieren las guerrillas internas, urbanas, metro a metro, portal a portal. Por eso se marcharon 11 ciclistas y les dejaron ir como a los desamparados que buscan el amparo de un triunfo de etapa para secarse el sudor del sufrimiento. Entre ello se la jugaron y el uzbeko Lagutin la ganó. Fue el más fuerte, no es el más intrépido, sí el más decidido en el tramo final, el más duro.
Era como el entremés de la carrera. Un entremés elegante, de esos que se elaboran con cuidado y que dejan recuerdo en el paladar, o sea, en términos ciclistas, en el historial. Pero la carrera estaba por detrás, muy lejos, en el reducido grupo de los elegidos. Cuando comenzaron a ascender a La Camperona, se quedó Froome. Dudas, muchas dudas. ¿Déficit físico o estrategia? ¿El británico sufre o finge? ¿Regula o calcula? Se quedó atrás como si tuviera una crisis, pero Froome cuando abre los codos reacciona como si le empujara el viento. Y llegó cuando aún los porcentajes no eran insolentes. Se enganchó y... atacó. Nada nuevo bajo el sol de Froome. Nada que no haya hecho. Nada que sorprenda.
Dudas, muchas dudas sobre Contador, que se quedó semiclavado cuando el británico quiso dar un golpe de autoridad y se fue en pos del futuro. Se quedó. Dudas, muchas dudas sobre los efectos de su lesión. Se queda y aguanta. Y entonces aparece Nairo Quintana, que sale a por Froome, lo iguala, lo mide y le ataca. Y se va. Y se sigue yendo, con un pedaleo limpio, sin mirar atrás. Froome activa su ordenador y decide que el disco duro de la etapa estaba lleno y conviene medir los daños colaterales. Eso le ayuda a Contador, a Valverde, obligado a proteger la fuga de Quintana, que le cazan en la zona dura. Y le superan en la meta, después de que Nairo Quintana hubiera llegado 25 segundos antes que el de Pinto, 33 que de Valverde y de Froome.
Puerto duro pero corto
Dudas, muchas dudas. Dudas resueltas o no resueltas. Era la primera cita de montaña, no la más exigente, muy al estilo Vuelta: llano, llano, llano y de golpe una pared. Y por eso la aristocracia del pelotón dejó hacer a los 11 fugados, ninguno peligroso, ninguno interesante. Los dejó ir y se fueron... y que luego ellos resuelvan sus discusiones. Lo intentó el colombiano Restrepo, pero las piernas le iban mejor al uzbeko Lagutin, su compañero de equipo, más fuerte o mejor calculador.
Pero la carrera venía por detrás. Tenía a los favoritos en stand by, hasta que sobrepasado Sabero comenzaron a sentir el peso de las piernas. Para ellos todo comenzaba ahí. O mejor, en los dos kilómetros de ascensión a un puerto duro pero corto, con porcentajes que llegan al 20% y se mantienen.
Ahí sufrió y atacó Froome, ahí sufrió y atacó Contador. Ahí atacó y no sufrió Nairo Quintana, que le reveló en el papel de líder a su compatriota Atapuma, desvencijado en La Camperona por las rampas y los ataques. Ahí sufrió y no reaccionó a tiempo Esteban Chaves. Ahí cada cual eligió su pido en el edificio. No fue nada definitivo. Fue solo el principio. Un principio feliz para el misterioso Nairo Quintana que por fin sacó sus piernas a pasear. No hubo grandes diferencias. Solo hubo diferencias. Asturias establecerá el pronóstico de los favoritos. Serán etapas más duras, más exigentes. Pero el primer paso lo dio Nairo Quintana. El primero que resolvió sus dudas.
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