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Los silbidos correctores de Lopetegui

El nuevo seleccionador se muestra muy encima de los pequeños detalles y elige a David Silva como lanzador de penaltis

Ladislao J. Moñino
Lopetegui y Martínez, en la banda.
Lopetegui y Martínez, en la banda.Geert Vanden Wijngaert (AP)

Existe el convencimiento entre Julen Lopetegui y sus jugadores de que hay una base muy válida conformada por la propia naturaleza de los jugadores y el estilo. El sentimiento generalizado es que los pequeños detalles que ayudan a ganar los partidos deben ser recuperados. Que la distancia entre aquella selección que conquistó Europa y el mundo con el fútbol tocado está en los matices más que en la caducidad del estilo. La interactuación del nuevo seleccionador con sus jugadores en su primer partido tuvo mucho que ver con la atención a ese menudeo del juego que intenta recuperar para eso que llaman saber competir.

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Trajeado, Lopetegui siguió el partido entero de pie. Aplaudió la primera circulación fallida de España, tratando de animar a los muchachos a que lo siguiera intentando. Dicen los que lo conocen, que en estas primeras tomas de contacto parte de su crédito ante la vieja guardia se la tiene que ganar desde su ascendencia en la banda. Ocupó la esquina izquierda de la zona técnica y desde allí comenzó un ritual de aspavientos y gestos destinados en muchos casos a evitar despistes. Las primeras indicaciones serias fueron para Piqué, al que le advirtió de que no descuidara a Origi mientras España atacaba. El recuerdo de aquel gol de Croacia en el último minuto, con el equipo volcado en campo contrario, lo debe tener muy presente el nuevo técnico de La Roja. Cada vez que pretendía dar una consigna descruzaba los brazos. Lo mismo espabilaba a voces a Silva para que estuviera atento a la presión, que le apretaba a Morata para que tratara de desmarcarse a la espalda de Alderweireld y Vertonghen.

Los silbidos también forman parte del repertorio de Lopetegui para llamar la atención de sus jugadores. Dominador de las técnicas de comunicación y del lenguaje corporal, agarró a Diego Costa por la cintura mientras le daba indicaciones en un intento por transmitirle tranquilidad y confianza. Como Del Bosque, Lopetegui es un firme creyente de que el hispanobrasileño puede darle verticalidad al toque, estirar el equipo a la contra e inyectarle un plus de agresividad. La mejoría de España, coincidió con la entrada de Costa y al poco, Lopetegui asistió al primer gol de su etapa. Cuando Silva culminó la excelente jugada que hilvanaron Carvajal, Vitolo y Costa, el técnico se giró hacia el banquillo y caminó hacia él con la mirada en la hierba. Fue un festejo frío e interiorizado. Con el segundo gol, repitió el ritual. Lo más trascendente que dejó ese tanto es que ya se sabe que su lanzador de penaltis es uno de los jugadores más dotado técnicamente. Silva engañó a Courtois, mientras Ramos, desde el centro del campo, recibía palmadas cariñosas de algunos de sus compañeros. De nuevo, Croacia y los pequeños detalles en la memoria.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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