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Guardiola pinta Manchester de azul

El City rentabiliza su espléndido primer tiempo y el United de Mou reacciona tarde

De Bruyne marca el primer tanto tras batir a De Gea.
De Bruyne marca el primer tanto tras batir a De Gea.OLI SCARFF (AFP)

El derbi de Manchester estuvo a la altura de las expectativas generadas por el primer pulso entre Mourinho y Guardiola en la Premier League. Jugó mejor el City, infinitamente mejor en el primer tiempo, cuando borró del campo al United y después supo resistir cuando lo requirió el devenir del partido. La estadística particular entre los dos entrenadores refleja ya 17 enfrentamientos, con un balance de ocho victorias para Guardiola, tres para Mourinho y seis empates. De los últimos 10 enfrentamientos, el portugués solo ha ganado uno. Ayer Pep pintó de azul Manchester.

El United llegó a tener cerca el empate, incluso el árbitro anuló un gol de Ibrahimovic en fuera de juego que hubiera supuesto el 2-2, pero el City tuvo tantas razones para golear que si no lo hizo fue porque De Bruyne, escogido mejor jugador del partido, se estrelló en los palos. La empanada de Sané, que salió en el segundo tiempo, resultó histórica. De no ser por la mala actuación del debutante, el resultado pudo ser escandaloso.

La primera parte del City resultó un ejercicio majestuoso de juego que los aficionados visitantes reconocieron coreando a Guardiola. Siguiendo las consignas del técnico catalán, que hizo debutar a Claudio Bravo en la portería, dio entrada a Otamendi junto a Stones en el eje de la defensa y jugó con Iheanacho como sustituto del sancionado Agüero, el equipo del norte de Manchester arrolló a los diablos rojos en un primer tiempo que acabó siendo decisivo en el devenir del partido.

Ibra no perdona a Bravo

Marcó De Bruyne, aumentó la cuenta el canterano Iheanacho empujando un rechazo del palo, y después Ibrahimovic recortó distancias aprovechando un error de bulto de Claudio Bravo. Demasiado premio para el equipo de Mourinho, petróleo en un balón colgado que buscó el guardameta chileno cuando no debía y dejó muerto en el área pequeña. Ibra, que ni la había tocado en los minutos previos, la cazó y la coló. No lo merecían los de Mou, pero se metieron de rebote en el partido, que hasta ese momento sólo había tenido un dueño.

La superioridad del City había llegado a desesperar a Ibrahimovic, a Rooney y a los seguidores de Old Trafford porque si Mourinho había planeado algo, quedó destruido por la circulación de balón de los visitantes. La anticipación de los centrocampistas, en especial de Silva y De Bruyne, su criterio al combinar, al abrir el campo buscando a Nolito y a Sterling, en punta, o a Kolarov y Sagna en los laterales, daba tal circulación al cuero que desaparecieron Pogba y Fellaini, como sombras en la medular. Pero el fallo de Bravo al filo del descanso dejó el marcador abierto y, en el segundo tiempo, Old Trafford pasó factura.

Con la aparición de Ander Herrera y Rashford en la segunda mitad, el orgullo y el talento de Rooney, y el juego directo, el United tuvo ratos en los que acorraló al City, que tiró de oficio en defensa y peleó como se supone que sabe hacerlo un equipo inglés —Kolarov se dejó un diente en la defensa de un balón aéreo— para salir victorioso del derbi. El partido terminó siendo un toma y daca de infarto.

Marcó el United a 20 minutos del final, pero el árbitro anuló el tanto construido por Rashford por fuera de juego de Ibra, cuando le rebotó el balón. En el toma y daca final de los locales, cada falta en el centro del campo a favor de los rojos era una situación de infarto con Ibra al remate; cada contra de los azules fue una ocasión de gol en el área de De Gea. Solo la destemplada tarde del debutante Sané evitó que aumentara la colección de goles.

A todo eso, la grada hervía y una moneda lanzada desde la grada roja impactó en la cabeza del hijo de Guardiola, abriéndole una pequeña brecha. Y así, en una agonía que se alargó durante cinco minutos de prolongación, celebró el City su cuarta victoria consecutiva, 12 puntos de los 12 disputados, que le encumbran como líder en solitario de la Premier. Llegó Guardiola a Old Trafford y pintó Manchester de azul.

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