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EL QUE APAGA LA LUZ
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El eterno e insufrible debate

Dijo Xavi que entre Messi y Cristiano no había comparación posible y se armó la mundial

Messi marca de penalti el sábado ante el Leganés.
Messi marca de penalti el sábado ante el Leganés.Paul White (AP)

Si a usted lo que le gusta es el fútbol y no las memeces que le rodean, ya puede buscar una isla solitaria en la que recogerse y desconectar del mundanal ruido, al menos hasta que pasen las Navidades. Viene esta perorata a cuento porque ya han arrancado los millones de debates que de aquí a entonces se van a producir en torno al célebre Balón de Oro, ese trofeo que a quien esto firma le importa una higa pero que tiene un enorme prestigio en cuanto debate televisivo, radiofónico o escrito se precie. Si usted tiene algo que ver con esto del balón y sale una mañana de casa no se asuste si un viandante cualquiera le espeta: “¿Quién es el mejor jugador del mundo, Messi o Cristiano?”. Hace unas fechas a Xavi, jugador que disfruta de una merecidísima prejubilación en Qatar, le hicieron esa pregunta. Y contestó lo que le vino en gana: “No hay punto de comparación salvo que seas del Madrid”. La que se armó. Tronaron las cornetas del apocalipsis futbolístico despellejando al autor de tamaña afrenta. Y a tan ilustres jinetes se unió el propio CR, recordando que él tiene tres Balones de Oro, Xavi ninguno “y juega en Qatar, creo”. El problema es que cualquier aficionado madridista, salvo que le dé al pimple, cambiaría los tres Balones de Oro de Cristiano por las ocho Ligas y las cuatro Champions que en 15 años ganó el tal Xavi con el Barça. La duda es: ¿los cambiaría también Cristiano?

Uno considera, aunque lo que considere uno es lo de menos, que no hay jugador en el mundo como Messi ni goleador como CR. El primero es el único futbolista conocido capaz de hacerlo todo, y todo bien, en un campo de fútbol. El segundo es un señor que se hurga la nariz por la mañana y se le cae un gol. Pero sobre gustos, los colores. Pongamos un ejemplo: tiene el Real Madrid una televisión propia, que se puede ver en abierto gracias a la concesión de un Gobierno que piensa que el Madrid es un bien de interés general. Y en sus programas no hay redactor o contertulio que no añada al nombre de Cristiano la coletilla “el mejor jugador del mundo”. Y como no les obligarán a ello, pues habrá que colegir que así lo piensan, adultos como son. En la otra orilla, un periódico del Barcelona (el del está bien puesto) publicó un artículo titulado “Las ocho razones por las que Cristiano no debe ganar el Balón de Oro”. Una de ellas es que su Eurocopa fue pobre. Otra, que no brilló en la final, de la que se retiró lesionado al inicio: “Desde fuera del campo Cristiano vio cómo la selección portuguesa se convertía en campeona de Europa y que eso sucedía sin que él fuera relevante”, se asegura. Ahí es nada: CR convertido en el primer jugador de la historia que no es relevante sentado en el banquillo. ¿Es o no es insufrible el debate?

Y así andábamos cuando Raúl González, ídolo que fue, es y será del madridismo, y que hoy ejerce de embajador de la Liga en EE UU, acudió a una fiesta que el Barça organizó en Nueva York. Y allí se hizo unas fotos con los emisarios del club azulgrana, entre ellos Hristo Stoichkov. Fue este un extraordinario jugador que alguna vez pisó a un árbitro y que siempre que es preguntado por el Madrid responde con una soplapollez (perdón por el término, pero este columnista no encuentra otro más ajustado). El grito en el cielo pusieron los defensores de los valores del madridismo, que opinan que, saludando a ese individuo, Raúl cometió un delito de lesa humanidad. Y a uno, así, a bote pronto, se le ocurre esta definición de madridismo: 16 temporadas, 741 partidos, 323 goles, tres Copas de Europa, seis Ligas, dos Copas Intercontinentales... En una palabra, Raúl.

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