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Barcelona - Atlético, un empate con fórceps

El equipo azulgrana, con muchas rémoras, y el rojiblanco, férreo pero falto de ambición, firman tablas

Ramon Besa
Messi, rodeado por Koke, Luis Filipe y Carrasco.
Messi, rodeado por Koke, Luis Filipe y Carrasco.Alejandro García (EFE)

Acaba de empezar la temporada y los futbolistas se lesionan y se cansan como si ya se jugara el final de Liga. A Griezmann le faltó aire para triunfar la noche en que se cayó Messi. Tampoco pudieron resolver Neymar ni Luis Suárez. A falta del tridente, los volantes sostuvieron al Barça, incluso sin Busquets, también abatido en el expectante Camp Nou. A los rojiblancos les faltó grandeza para cantar victoria, neutralizados hasta el descanso, negados por la tensión defensiva azulgrana, y especuladores después de que Correa igualara el gol de Rakitic.

Luis Enrique siempre se la juega con una alineación cantada en los grandes partidos y no sorprende que Simeone ponga a un tercer delantero como Carrasco en el Camp Nou. El técnico pronosticó que el partido se decidiría en las áreas y procuró que sus delanteros fueran tan intimidadores como su defensa, la menos batida del torneo con un gol y la que menos tiros había recibido: uno por partido hasta llegar a Barcelona. El Atlético fue más ambicioso en la formación que en la cancha, reducido de salida por el Barça.

Aguardaba el Atlético, sin que se supiera muy bien si su presión quería ser media o alta, y se estiraba el Barça de manera paciente y ordenada, serio en la actitud y fuerte en el pase, consciente de que su suerte pasaba por no cometer errores y por encontrar por dentro a Messi y Neymar. A los rojiblancos no les importaba que la posesión fuera azulgrana, faltos de profundidad en su juego, necesitado de las aceleraciones del 10, más tímido que de costumbre, enjaulado por el preciso sistema de contención del Atlético.

Al Barça le tocaba administrar un gol sin Busquets ni Messi. Una tarea imposible por la entidad del Atlético y la importancia de los dos jugadores del Barça

Los muchachos de Simeone gestionaban el partido a partir de los espacios y los de Luis Enrique se movían en función del balón, muy pendientes los locales del revoltoso Neymar y los foráneos de los movimientos de Griezmann. No había remates ni ocasiones, y menos desequilibrio, porque nadie se equivocaba y era imposible armar el tiro, convencidos los dos equipos que para decantar el partido podía alcanzar con una oportunidad, y más con dos porteros de la categoría de Oblak y Ter Stegen. El suspense duró hasta que emergió Iniesta en los dos campos y funcionó la estrategia de Unzué. Tal que fuera la reencarnación de Puyol, Iniesta se apoyó en un tackle para recuperar a la carrera el cuero que había perdido pasada la divisoria y poco después puso un centro a la cabeza del imponente Rakitic para coronar el saque de esquina botado en corto por Neymar. No se detuvo el manchego con el gol sino que acto seguido evitó que engatillara Griezmann. Iimperial, Iniesta sintetizó el manual azulgrana para desorganizar al Atlético: anticipación, acoso y recuperación: 1-0.

La respuesta de Correa

Los rojiblancos espabilaron a la salida del descanso con Griezmann. Más intensos y profundos, encontraron desde las bandas el marco de Ter Stegen y obligaron al Barça a retroceder y jugar a la contra, un escenario más apetecible para el tridente y también más divertido para la hinchada, sorprendida por la retirada de Busquets, indispuesto y sustituido por André Gomes, que no tiene pinta de medio centro en un equipo puñetero como el Barça. También agachó la cabeza Messi y empezó a tocarse la pierna hasta que al cuarto de hora dejó su puesto a Arda. Al Barça le tocaba administrar un gol sin Busquets ni Messi ante el envalentonado Atlético. Una tarea imposible por la entidad del rival y la importancia de los dos jugadores del Barça. Simeone olió la sangre y puso en escena a Torres y Correa, resolutivos ambos después de una rápida falta, uno en el toque entre las piernas de Piqué y el otro en el remate aprovenchando el resbalón de Mascherano: 1-1. A pesar de haber juntado hasta cuatro delanteros, los rojiblancos se calmaron con el gol de Correa.

Aun sin Messi, Simeone recuperó el plan de salida con la entrada de Thomas por Carrasco. El Barça se levantó con entereza y estuvo más cerca del área de Oblak que de la de Ter Stegen. Muy poco tuvo que decir el Atlético, tan irreductible en su campo como desfondado en el contrario, sin picante ni malicia, anudado por el Barcelona. Y a Luis Enrique le faltaron delanteros para coronar su obra, desdibujada por las lesiones de Busquets y Messi. Los azulgrana ya saben que los partidos con el Atlético son una tortura y si hay goles son con forceps, en jugadas a balón parado, cuando se impone lo pillería y sobresalen los actores secundarios como Correa y Rakitic. Acabado el partido, nadie miró al marcador, avalado si se quiere por el empate del Bernabéu, sino que preguntó por la enfermería y por las tres semanas de baja del 10.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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